[Traducción de Sara El Azrak revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow. En los títulos de las obras no traducidas al castellano, la traductora indica con la anotación “Nota del Traductor (N. T.)“ entre paréntesis que la traducción de los mismos es obra suya. En caso contrario, la traductora se basa en las traducciones ya disponibles que figuran en el registro ISBN. Del mismo modo, en lo referente a las citas literarias, la traductora indica las traducciones disponibles en castellano. Aquellos casos en los que no se hace referencia a ninguna traducción previa, aluden a la labor traductora de Sara El Azrak


Era mi reliquia. La miraba noche y día
El fino trazo de su perfil, y su huella
En la mente que se despliega cual capullo de rosa, inicio
De su súbita belleza, mi principal deleite.
Sus mágicos pasos tras los míos encontrar,
Su mano en mis prendas, o su labio
Eternamente pegado al mío, y en la vigilia nocturna
Sentir el sosegado aliento de la inocencia
Suave sobre mi mejilla, tan lleno de
felicidad que nadie sino una madre entiende.
Su voz, una diminuta harpa que engendra
Una ligera brisa de dedos, como si mantuviese
Un breve conversar con su muñeca, o acallase
Un gatito juguetón y gimiente, o con cuidadosa atención
Estudiase el alfabeto, pero sobre todo,
La tierna cadencia de su oración vespertina
Estremeciendo el oído como tonos etéreos
Escuchados en dulces sueños.
Pero ahora sentada sola,
Pensando en ella y derramando lágrimas de luto
Sus ropas pequeñas, antaño orgullo de mujer
Apreté, como si necesitase destrozar
Lo que Dios había hecho bello, Me asusto,
Medio-creyendo que llega desde la cuna vacía
Un sonido inquieto, y el respiro de palabras cotidianas
"¡calla! Calla! cielo." Y me inclino y lloro
Como si fuese pecado hablar con alguien
Cuya morada está ya con los ángeles.
¡ Se ha ido con Dios!
Y sin embargo, desearía no haber visto el dolor
Que retorció su rostro, ni el blanco espantoso
Que se instaló en sus labios. Quisiera pensar que el Cielo
Se ha llevado algo suyo, como una flor trasplantada
Que florece en toda su frescura.
¡ Se ha ido con Dios!
¡Tranquilízate, corazón mío! ¿Qué podría pedir la plegaria de una madre,
Entre salvajes éxtasis de la esperanza,
Rogar por su tesoro, su felicidad celestial?



The Lost Darling
SHE was my idol. Night and day, to scan
The fine expansion of her form, and mark
The unfolding mind, like vernal rose-bud, start
To sudden beauty, was my chief delight.
To find her fairy footsteps following mine,
Her hand upon my garments, or her lip
Long sealed to mine, and in the watch of night
The quiet breath of innocence to feel
Soft on my cheek, was such a full content
Of happiness, as none but mothers know.
Her voice was like some tiny harp that yields
To the slight fingered breeze, and as it held
Brief converse with her doll, or playful soothed
The moaning kitten, or with patient care
Conned o'er the alphabet‚but most of all,
Its tender cadence in her evening prayer
Thrilled on the ear like some ethereal tone
Heard in sweet dreams.
But now alone I sit,
Musing of her, and dew with mournful tears
Her little robes, that once with woman's pride
I wrought, as if there were a need to deck
What God hath made so beautiful. I start,
Half fancying from her empty crib there comes
A restless sound, and breathe the accustomed words
"Hush! Hush thee, dearest." Then I bend and weep
As though it were a sin to speak to one
Whose home is with the angels.
Gone to God!
And yet I wish I had not seen the pang
That wrung her features, nor the ghastly white
Settling around her lips. I would that Heaven
Had taken its own, like some transplanted flower
Blooming in all its freshness.
Gone to God!
Be still, my heart! what could a mother's prayer,
In all the wildest ecstasies of hope,
Ask for its darling like the bliss of Heaven?


Modificado por última vez el 10 de febrero de 2008; traducido el 27 de noviembre de 2012