l señor Pooter es poco conocido en el mundo en general aunque se ha logrado consagrar en el idioma inglés. Allí, el nombre ofrece la imagen de un trabajador convencional, puritano, que viste de camisa blanca y proviene de una clase social media-baja de la periferia de la ciudad, una casa con cortinas de encaje y gnomos en el jardín. El nombre en sí está inspirado en la viva imagen de un hombre “poteresco.”1
En The Diary of a Nobody (El diario de un cualquiera), el señor Pooter es el protagonista de una historia que nunca se escribio con la intención de ser un libro. Se trataba de una novela semanal por entregas publicada en la revista Punch de mayo a mayo en 1888-89. El libro fue publicado en 1893, en un formato idéntico a la revista pero con siete capítulos adicionales. Los creditos se le atribuyeron a los dos autores, George y Weedon Grossmith, aunque Weedon no contribuyo en la redacción sino hizo las ilustraciones.
George nació en 1847 y empezó su vida laboral cubriendo los reportajes del Juzgado de Primera Instancia de Bow Street (ahora cerrado, pero famoso en sus días por los “Bow Street Runners”, precursores del cuerpo de policía de Sir Robert Peel). Luego, a los once años, fue uno de los principales cantantes del Gilbert y Sullivan. Dejó D’Oyly Carte en 1889 para empezar su propia gira. Tenía un espectáculo personal – canciones, sketches, chistes, imitaciones. Escribía la mayor parte de su material y así fue como en su primera gira por Inglaterra ganó más de diez mil libras. De esta manera continuó con cinco giras por los Estados Unidos que recaudaron más todavía. Era un buen pianista que compuso música para varias operetas. Murió en 1913.
Weedon, siete años más joven, se formó como pintor en el Slade y en la Royal Academy. Durante un tiempo pintó retratos en un estudio en Fitzrovia, el barrio bohemio delineado por Euston Road, Tottenham Court Road y Oxford Street. Pero, al no tratarse de un pintor excepcional, se volvió también hacía los escenarios como actor, productor, escenógrafo y dramaturgo. Fue encargado del Therry’s Theatre hasta 1917, dos años antes de su muerte. En distintas ocasiones, sus ilustraciones captan el carácter esencial de los personajes mejor todavía que las palabras de su hermano.
El libro se rige enteramente por su origen panfletario en una revista de carácter satírico. Es episódico y los personajes son introducidos pero nunca se llegan a desarrollar, de manera que la mayoría de ellos carecen de desarrollo psicológico, con la excepción de Charles Pooter. Se trata de un hombre de mediana edad, jefe de una oficina metropolitana en Londres que, justo en al principio, ha alquilado una casa en una zona periférica y recientemente desarrollada de Holloway. The Laurels, en Bickfield Terrace, da por la parte de atrás a la línea ferroviaria en donde la vibración de los trenes ha quebrado la pared del jardín. El libro relata sus contratiempos, sus chistes, la ordinariez de sus amigos, su diario doméstico, e ironiza además algunas de las modas de aquél entonces: andar en bici, el espiritualismo, el Movimiento Esteticista, la forma de críar a los hijos y hasta la moda de publicar diarios.
Hay también una trama costumbrista. Pooter y su esposa Carrie tienen un hijo llamado Lupin que tiene veinte años, un dato muy importante ya que hay que recordar que la mayoría de edad se alcanzaba a los veinteuno. Lupin, por lo tanto, es menor y se encuentra todavía bajo la responsabilidad legal de su padre. Por otra parte, es travieso, rebelde, imprudente, tacaño, sin escrúpulos ni control, pero resulta tener cabeza para los negocios. Lo conocemos por vez primera en el cuarto mes del Diario donde le han echado (“botado”, en sus palabras) de un banco de Lancashire. Se involucra en una compañía de teatro amateur donde se compromete con una de las actrices, una estridente cantante de veintiocho años que desafina y que tiene a un haragán por hermano (y un padre que prohíbe a Lupin entrar en su casa debido a su insolencia), y que luego le deja plantado. Pooter encuentra un puesto de trabajo para Lupin primero con corredor de bolsa medio-corrupto y luego, cuando éste abandona, en su propia empresa. En este punto termina la serie de Punch cuando Pooter ha logrado sus ambiciones – tener un lugar de trabajo fijo cerca de donde vive y viajar en el mismo autobús todas las mañanas.
En los capítulos adicionales, Lupin pierde su trabajo por ayudar de forma traicionera al cliente más importante de la empresa cuando éste decide iniciar su propio negocio. Sin embargo, Lupin consigue un empleo mejor, mientras que la empresa de Pooter atraviesa problemas financieros, que finalmente supera gracias a un americano rico. La noticia se la da Hardfur Huttle, un periodista intelectual americano, el 4 de julio. Pooter ha sido fundamental para el cambio de fortuna de su jefe, Mr Perkupp, quién, para agradecérselo, compra la propiedad absoluta de la casa de Holloway y se la regala. El libro termina con una carta de Lupin: está comprometido con la desparpajada y adinerada hija de treinta y pico años de un sombrerero y está madurando.
Orwell dijo que el final – los siete últimos capítulos – carecen de creatividad, y tiene razón. La explicación, según él, la podemos encontrar en el típico deseo victoriano de un final feliz. Además, nos podríamos preguntar si George Groossmith no tendría ya el ojo puesto en esas giras por los Estados Unidos (Lo que no nos sirve de mucho ya que el libro fue un ‘tren de literas’ que no despegó hasta 1910). No obstante, puede que haya una explicación mejor a la que volveremos más adelante.
Gran parte del humor tiene su origen en contratiempos. Las cosas siempre le salen mal a Pooter. Al regreso de la fiesta del Lord Mayor, el chico de la verdulería le da unos bloques de carbón y repollo. El carbón le estropea la camisa, mientras que Pooter se resbala con el repollo en una fiesta y se le rompe el pantalón; cae (ruidosamente) llevándose a Carrie consigo. Un herrero obeso les saca el regreso a casa sin ofrecerles nada en cambio y, además, enfurece a Carrie por su falta de sensibilidad (le rompe la falda y el borde del abanico de plumas de un ave en extinción que le han prestado). Pooter también contribuye en disgustarla al fumar sin pedir permiso.
Weedon presenta otro incidente en uno de sus dibujos donde podemos observar a Pooter de rodillas sobre una levita, pintando al aguamanil con esmalte rojo en la habitación de Sarah, la sirvienta. En la imagen siguiente le vemos aterrorizado en la bañera, alzando sus manos manchadas y entintando todo a su alrededor: la tinta roja corre: cree que se ha roto una arteria. Recuerda a Marat en el Madame Tussaud (Tenemos que admitir que el humor victoriano puede ser un tanto horripilante).
Otros episodios se suceden con gran velocidad. La enseñanza de los niños se resume con burla en una única entrega. La vieja amiga de colegio de Carrie tiene un hijo llamado Percy que es, quizás, el niño más horroroso de la literatura inglesa. Percy pega a Pooter, abofetea a Carrie, lanza el reloj de un caballero como si fuera una pelota, y acusa a otro de no lavarse. Cuando Pooter se queja a la madre, ésta le recuerda que Lupin tanpoco se queda atrás. Dicen que Weedon dio la vuelta a todas las tiendas fotográficas buscando a un niño lo suficientemente feo al cual retratar. Por cierto, Percy solamente debe de tener unos cuatro o cinco años ya que todavía va de vestido de acuerdo con la moda victoriana.
La moda del ciclismo se introduce en enero, diez meses después del comienzo del libro. El amigo de Pooter, Cummings, ha estado en cama tres semanas, y, aunque su medico haya dado su vida por perdida y su enfermedad haya salido en Bicycle News (Noticias de ciclismo), nadie lo ha ido a visitar. En abril Cummings está otra vez ausente habiéndose caído por las escaleras. Una vez más, nadie lo visita aunque lo ocurrido haya estallado una vez más en Bicycle News. Finalmente en julio, después de otra ausencia, su historia triunfa en Bicycle News. ‘Mr. ‘Long’ Cummings - ese viejo favorito apasionado de los caminos (dice) – se vió arrojado de su bicicleta en Rye Lane por un chico que lanzó un palo entre los rayos de la rueda trasera.’ Se siguen después los juegos de palabras – ‘afortunadamente hubo más rueda que apuro.’['fortunately there was more wheel than woe.']
Pooter, igual que Carrie, tiene un verdadero sentido de humor, aunque limitado a los juegos de palabras y a la farsa. Los chistes de Pooter – los cuales a la vez sorprenden y encantan a su autor – pueden llegar a hacerle reír incontrolablemente durante horas. Los dos amigos de Pooter, por ejemplo, se llaman Cummings y Gowing (nombre que aparentemente se pronuncia go-ing).2
Se me ocurrió una cosa extraordinaria … No es raro que Gowing siempre venga mientras que Cummings siempre vaya?’ Carrie… se moría de la risa mientras me dobleba de tal manera en mi silla que se rajó. Creo que este ha sido uno de mis mejores chistes.
['A very extraordinary thing has struck me . . . Doesn't it seem odd that Gowing's always coming and Cummings always going?' Carrie . . . went into fits of laughter, and as for myself, I fairly doubled up in my chair till it cracked beneath. I think this was one of the best jokes I have ever made.']3
(No es uno de los mejores, sino el mejor. Los demás –hay infinidad- son peores todavía).
Carrie bajó algunas de mis camisetas y me aconsejó a llevarselas al Trillip a la vuelta de la esquina. Dijo “los delanteros y los puños están muy deshilachados.” Le dije sin dudarlo: “Estoy crispado de que lo estén..”4 Pensé que jamás íbamos a parar de reírnos.
Lupin baja la mañana después de la fiesta.
Hola Jefe!’ dice ‘ ¡Que cara tiene esta mañana!’ Le dije que me dá igual que me hablé en holandés. Añade: ‘Cuando me desperté hoy por la mañana sentí la cabeza del tamaño del aerostato de Baldwin.’ Espontánemanete dije la cosa más ingeniosa que jamás se me había ocurrido; a saber: ‘A lo mejor eso explica al dolor causado por el despliegue de problemas.’ Los tres nos echamos a reír ['Hulloh! Guv,' he says, 'what priced head have you this morning?' I told him he might as well speak to me in Dutch. He added: 'When I woke this morning, my head was as big as Baldwin's balloon.' On the spur of the moment I said the cleverest think I have ever said; viz.: 'Perhaps that accounts for the para-shooting pains.' We all three roared.]5
Pero Carrie no siempre está de buen humor. En cierta ocasión, en la primera primavera de publicación, Pooter se ha puesto a plantar flores al borde de su pequeño jardín. Llama a Carrie a que deje sus taréas para escuchar su último arrebato de ingenio. ‘Acabo de darme cuenta de que tenemos una casa de huéspedes… Miralos! Pero a Carrie le irrita haber sido interrumpida y se niega a reír volviéndose a entrar adentro. [I have just discovered we have got a lodging house. . . . Look at the boarders.' ]sup>6
Se ríen con facilidad y a menudo, y no solo con juegos de palabras. La primera novia (inadecuada) de Lupin es Daisy Mutlar. Su hermano Frank, un haragán en opinión de Pooter, es el humorista principal de los Holloway Comedian, el círculo dramático amateur que Pooter desaprueba. Frank toca melodías dándose golpes en la mejilla con la hoja de un cuchillo, presumiblemente usando su boca como tronavoz. Luego imita a un viejo sin dientes fumando y dejando caer un puro. Carrie se parte de la risa (hay que admitir que el humor victoriano tiene un toque de crueldad).
Sin embargo, algunos de los chistes son privados en tre la pareja. Cierta noche, cuando están solos y se arreglan para su semana de vacaciones anual en Bradstairs, en la costa de Kent:
Carrie ha pedido de Miss Jibbons un garibaldi rosasup>7 y una falda de sarga azul que yo siempre he considerado que queda muy bien junto al mar. Por la noche se hizo un pequeño sombrero de marinero mientras que yo le leía en alto el Exchange and Mart. Nos reímos mucho con la prueba de mi sombrero una vez terminado; Carrie dijo que quedaba tan gracioso con mis barbas que la gente se reiría a carcajadas con solo subirme a un escenario con él puesto. [Como se puede comprobar, el escenario cobra gran importancia en el libro: Grossmith nunca consigió olvidarlo.]
El libro también detalla la vida diaria y los pequeños detalles que interesan tanto a historiadores sociales como a lectores profanos en la materia. ¿Se ha preguntado alguna vez cómo las familias de aquél entonces congeniaban con sus sirvientes que residían con ellos en casas tan pequeñas y donde amo y sirviente, socialmente de clases tan diferentes, no se encontraban tan lejos? Una tarde, Pooter llega a casa para encontrarla revuelta. Carrie está fuera de su habitación demasiado asustada para intervenir. Sarah, la sirvienta, ha acusado a la señora de la limpieza de robar grasa de la cocina envolviéndola en las páginas desaparecidas del periódico. La señora de la limpieza está fuera de sí: ‘Nunca quedan sobras. Es una mujer respetuosa y abofetearía a cualquiera que la acusara de mentir’. De hecho, ha bofeteado a Sarah, que está llorando. Lupin empeora las cosas usando un lenguaje inoportuno delante de su madre. Pooter arregla a la situación. En otra ocasión, Pooter regaña a Sarah: no sabe cocer un huevo y echa las migas de la mesa a la alfombra en dónde son pisoteadas. Sarah empieza por protestar y termina llorando. Pooter sale apresurado a coger el autobús.
La manera en que la gente ve a Pooter en la actualidad parece depender de la visión política. En 1996, el Daily Telegraph (un periódico que Pooter también leía) lo considera como ‘Un sujeto decente … que no solo es un arquetipo cómico sino también moral … el tipo de figura virtuosa y poco glamurosa que dio prosperidad a Gran Bretaña. Sus valores son eternos: ahorrador, fiel, trabajador y desconfiado de aquellos que buscan solamente al beneficio propio.’
El Telegraph de tendencia conservadora (a veces se le llama Torygraph) da, lógicamente, importancia a la confianza en si mismo, lo tradicional y la sensatez de las instituciones. Por otro lado, The Guardian es un diarío de izquierdas hasta la médula. Al igual que el término ‘Pooter’, la frase ‘lector del Guardian’ ha pasado a formar parte del vocablo diario y describe un tipo de mentalidad– anti-inglesa, anti-americana, a favor del dominio del sector público y del control estatal. En 1996, The Guardian dijo de Pooter: ‘también es mezquino, presuntuoso y un tostón. No queremos más Pooters, ya hemos sido gobernados por uno (John Major) durante seis años.
Los críticos de izquierdas describen a Pooter como mezquino, vano, pretencioso, presuntuoso e ingenuo. Además, Mr y Mrs Pooter fueron precusores y representantes inmediatos de un nuevo tipo de clase media-baja, creados ambos en el contexto de la Ley de Educación de 1870 (de la cuál Lupin es un producto) y la necesidad de trabajadores que vistan camisa de cuello blanco8 en una ciudad (Londres) en expansión. Vías férreas y nuevas rutas de autobús los llevan a calles con viviendas nuevas ubicadas en pequeñas ciudades transformadas en barrios periféricos a ambos lados del río. Sus condiciones de vida debían de ser precarias; si un trabajador fracasaba, ello suponía bajar un escalón en la escala social. Si algún miembro de esta nueva clase de Pooters se quedaba desempleado, no tenía donde ir, con excepción de la fina pobreza fina y la vida de pretensiones y hambre. La presuntuosidad reinaba, y con ella simplemente se intentaba copiar trataban a las clases superiores – pero a lo mejor existía también la necesidad de impulsar la auto-estima de unas vidas lejanas de lo heroico.
Su cultura, por cierto, era literaria y Pooter tiene una colección de Shakespeare; pinta los dorsos de rojo al esmaltar el lavabo y la bañera de Sarah. Los dorsos están muy desgastados, nos dice. Es presuntuoso pero nunca se sale con la suya. Intenta despreciar a los tenderos pero éstos se niegan a prestarle atención, y lo desdeñan con facilidad y regularidad. Hasta los chicos de las entregas le ganan. Unos jóvenes, en la oficina que dirige, le tiran bolas de papel y se burlan de él a su espalda. Pooter no es un figura impositiva. Weedon lo retrata como alto, delgado y lúgubre, con una boca infeliz y una barba sin bigote. Tiene una apariencia seria pero nunca se le toma en serio.
La gente también se aprovecha mucho de él. Está acostumbrando, nos dice, a ser despreciado por su hijo; su mujer tiene derecho a ello, pero es demasiado cuando se trata del hijo, la esposa y dos invitados en una misma noche. Ha relatado un sueño en el que unos bloques de hielo arden al resplandor de una llama. ‘Qué tontería!’ dice Lupin despreciativamente. Gowing dice que los sueños son aburridos. Cummings está de acuerdo. Carrie añade que su marido le cuenta sus estúpidos sueños todas las mañanas. Cummings les lee una historia más interesante que trata de las ventajas de las bicicletas frente a los caballos.
En otra ocasión, Gowing entra en la sala de estar sin llamar a la puerta. Ha venido a recoger el bastón que se le ha olvidado. Pooter, en uno de sus arrebatos de creatividad, lo ha pintado con esmalte negro. Gowing está furioso: ‘Todo lo que puedo decir es que eres un maldito caradura, y, añadiría, que eres un idiota todavía mayor de lo que aparentas ser, sin embargo todo ello junto sería absolutamente imposible.’ La magnitud del insulto es comprensible solamente cuando uno toma en cuenta el cariño victoriano a la casa y al hogar; para un victoriano la casa era de veras el castillo de un inglés, hogar sacrosanto (casi literalmente), y el único lugar donde su dignidad debería ser respetada. (A pesar de ello, Pooter le compra a Gowing un bastón plateado por 7/6 d, casi su sueldo semanal).
¿Que impresión queda cuando la comedia y la farsa se dejan a un lado? En primer lugar, hay auténtico amor y respeto entre él y su mujer: cada cual se enorgullece del otro y reconoce la bondad del otro. Aparentan estar hechos uno para el otro. Cuando reciben la invitación para la fiesta del alcalde se ponen a bailar una polka desenfrenada en el salón. Más tarde, en el mismo año, él escribe: ‘Pasé una tarde tranquila con Carrie, de cuya compañía nunca me canso. Tuvimos una conversación muy interesante respeto a las cartas de “¿Es un fracaso el matrimonio?” No ha sido un fracaso en nuestro caso. Hablando de nuestros momentos felices, ni nos dimos cuenta que ya pasaba la media noche.’ Ambos han logrado alcanzar al amor, algo que puede llegar a ser más escaso de lo que se suele pensar.
También hay algunos bonitos toques domésticos que puede que Grossmith nunca pretendiese que conmoviesen. Pooter está preocupado de que una antigua compañera de colegio de Carrie sea una mala influencia, en especial en lo que respeta al vestuario. Invita a Gowing a cenar, presumiblemente para servir de distracción y alejarles del tema del vestuario. Carrie prepara una cena ligera: hojaladres rellenos de mermelada (y una licoreza de oporto), remolacha blanca, natillas, carne fria y un poco de salmón. (Le dice a Pooter que cuando le ofrezca, rehuse gentilmente porque no hay suficiente para todos). La artimaña no resulta y dos días más tarde la amiga de Carrie la ha vestido con un blusón estilo smocking (juego de palabras con smoking = fumar) que estaba haciendo furor (rage). Le respondí que me sacaba de quicio (rage)’) y un sombrero con el tamaño y la forma de un cajón de carbón.
Pero Pooter no es un Prufrock9 de clase media-baja. A manera, es dinámico, abraza a la vida y nunca se rinde. No es inteligente, ni educado, ni tiene privilegios de nacimiento. Su temperamento no es de constructor de imperios, ni aventurero, ni industrial, ni político, ni pionero. Pero aprovecha al máximo lo que tiene y, a pesar de su presuntuosidad, no pretende ser lo que no es; forma parte de una jerarquía que garantiza un orden y una estabilidad que protege a la gente como él.
También tiene rasgos que Grossmith habiera querido gracioso, pero que pueden parecer, a los ojos de algunos, dignos de admiración. Los pubs victorianos no tenían permiso para vender alcohol los domingos antes de las seis, excepto a los turistas que hubieran recorrido más de tres millas. Un domingo, Pooter y tres amigos entran en Hampstead Heath y a su regreso pasan por el bar Cow & Hedge. El encargado le pregunta a Pooter qué distacia ha recorrido. Pooter le dice la verdad y lo echan. Sus amigos mienten y se les permite entrar. Pooter espera fuera furioso. ¿Es tonto o honesto? Le ocurren cosas de las que pocas veces tenga que avergonzarse.
También es indulgente. En el segundo día del Diario conocemos a Borset, el hombre de la mantequilla tratando de vender. Carrie compra de huevos por un chelín que resultan estar podridos. Pooter los devuelve con una nota a Borset diciéndole que no espere más negocios. En tarde Borset aparece en la puerta de la casa gritando improperios de borracho y afirmando que jamás volverá a abastecer a un oficinista y que duda, además, de que alguna vez llegue a ser un caballero, un insulto mortal para Pooter. No obstante, en la tarde siguiente Borset vuelve para disculparse. ‘Parece, al final, un tipo decente; por eso le hice un pedido de huevos frescos.’
Hay gente que ve a Carrie como un personaje insignificante dentro de la acción, y que sirve simplemente de contrapunto a Pooter. Sin embargo, es más que eso. La vemos en una gran variedad de estados de humor que van desde el amor y el afecto a la irritabilidad y la ira. Lupin es el segundo personaje más desarrollado. Se llamaba William, conocido por Willie, hasta su regreso de Lancashire a Londres cuando empieza a insistir que se le llame Lupin, el nombre de soltera de su madre. Para ser exactos, debería llamarse William Lupin-Pooter (nombre probablemento originado en el mundo del teatro – la familia de actores Lupino del siglo XVIII).
Los dibujos de Weedon nos llegan a ofrecer una visión más profunda del personaje de Lupin que las palabras de su hermano. No es muy distinto de un Stan Laurel10 inmaduro, pero con una arrogancia inhumana de la cual es probable que nunca se llegue a curar. Le atraen las mujeres mayores que no han heredado la decencia de su madre. Las dos con las que tiene relaciones son particularmente vacías y escandalosas. Para muchos, Lupin es el personaje más llamativo. Keith Waterhouse – autor de Mrs Pooter’s Diary (El diario de Mrs Pooter) en los años ochenta – lo describe como ‘caprichoso, despilfarrador, seguro de si mismo, alegre y que no se conforma con la vida convencional,’ ciertamente, descontento con su familia. La ley educativa de 1870 fue diseñada con el fin de alfabetizar y proporcionarconocimiento básico de aritmética entre las clases trabajadoras con un bajo nivel de educación. De niño, su padre carecía de imaginación suficiente y de grandes ambiciones para él. De las posibles bálbulas de escape (el duro trabajo en las colonias nunca fue una opción) eligió casarse con el dinero. Sin embargo, todos están de acuerdo en que tiene cabeza para el negocio. Nunca sabremos qué mensaje intentaban transmitir los hermanos (el libro no les interesó trás su publicación y ni siquiera lo mencionan en su autobiografía). ¿Es Lupin un símbolo del futuro? ¿y Pooter del pasado? (El futuro, claro, sería mucho más espantoso de lo que ellos jamás pudieran imaginarse).
Daisy Mutlar, la primera prometida de Lupin, es una mala opción. No tiene ni buena apariencia, ni dinero, ni talento. Carrie está descontenta con su trato, pero la recibe con brazos abiertos ya que se trata de la decisión de su hijo. Pooter tiene sus dudas. Desafina al cantar, algo terrible en una cantante. No sabe comportarse, y sus dudas se confirman cuando empieza a tirar trozos de pan a los demás invitados en la mesa, un incumplimiento de buenas maneras que él apenas comprende. Al final deja plantado a Lupin para casarse con Murray Posh, un hombre rico que se dedica a la producción de sombreros.
Lupin pronto se compromete con la hermana de Murray, a quien llama Lillie Girl aunque ronde ya los treinta años. Además de vulgar (lleva el pelo probablemente muy teñido, sospecha Pooter) lleva un vestido demasiado escotado, fuma y se ríe y su risa, comenta Pooter, ‘era una especie de grito que atravesaba mis oídos, y se volvía más irritante todavía porque no había nada gracioso.’ ¿Qué va a ser de la pareja? En 1915 nos podemos imaginar a Lupin como un especulador de cuarenta y siete años, vendiendo al Estado Mayor calzado defectuoso a hombres que están al frente oriental. Lillie Girl se convertirá en una deprimida anciana de sesenta años con tos de fumadora.
Es poco probable que los hermanos, procedentes de teatro de Hampstead, hubiesen conocido gente como los Pooters, no obstante los traen a la realidad de una forma brillante. Sin embargo, los personajes que habrán conocido deben de haber sido igual de aburridos. Mr Burwin-Fosselton, por ejemplo, es un actor amateur, desesperado por el éxito, que llega sin invitación al The Laurels a imitar Henry Irving11 y se queda tres noches. Una hora en su compañía sería demasiado; dedicarle un párrafo ya lo es.
Mr Huttle tampoco llega a tener demasiado éxito, pero solo porque es poco convincente como americano (al igual que los escritores americanos no consiguen reproducir la habla inglesa con exactitud). No obstante, la filosofía de Huttle podría coincidir con la de George Grossmith y ciertamente es la de Lupin. Comportamientos extremos: Mary, duquesa, o cocinera de esta última. La mediocridad nunca construyó al puente de Brooklyn. Grossmith tuvo que reconstruir al puente de Brooklyn todas las noches de su vida en el escenario. ¿Fallaría? ¿Se le olvidarían sus líneas? ¿Se arruinaría? La cocaína o la morfina eran lo que probablemente le hacían seguir adelante (al menos es lo que pensaba el juez).
¿Es bueno el libro? Para empezar, ha pasado la prueba del tiempo. No se ha dejado de imprimir en ciento veinte años, y vendió bien durante un siglo. Está escrito en prosa simple, otra característica de su origen como publicación periódica de masas. Esta también puede ser una de las varias razones por las que atrae al lector moderno; los victorianos estaban casi siempre limitados por el tiempo. Tal y como ocurre en Alicia en el País de las Maravillas, donde el tiempo es rápido y breve, muy cortante. Como narración es diestramente artesanal.
Evelyn Waugh lo consideró el libro más gracioso del mundo. Procedía de un entorno semejante al de los Grossmith – Hampstead Arty. También era presuntuoso y, en cuento tuvo dinero, se compró una pequeña casa solariega y se asentó como si formase parte de la aristocracia terrateniente. Escribía mejor y de forma más divertida que Grossmith – sus libros son más graciosos – pero mientras que hay una frialdad y un vacío; no tienen el calor de Pooter. Otros dicen que Pooter está al mismo nivel comico que la comadre de Bath, Falstaff, Mr Pickwick o Bertie Wooster. No obstante, Wodehouse disfruta con su excepcionalmente inventivo uso del lenguaje: Pooter es un libro ameno, más que magníficamente bien escrito y revela, como ya se ha dicho, sus orígenes en el periodismo. Pooter es más cercano a la realidad que el casi por completo mundo imaginario de condes que cuidan cerdos y jóvenes chiflados de Wooster. Cuanto a Falstaff – bueno, la reina Victoria nunca hubiese pedido una nueva Merry Window de Windsor al estilo Pooter. Una era suficiente.
Al final, hay algo esquivo en preguntarse si Pooter es un libro tan bueno. Por alguna razón, es mejor de lo que debería ser, teniendo en cuenta su tema y personajes, y es, claramente, mucho mayor que la suma de sus partes. A lo mejor, el final nos da la pista. El grueso del libro fue escrito de forma descuidada y deprisa, en breves arrebatos semanales de creatividad. En otras palabras, lo que se escribía venía por entero del inconsciente. El final lo tuvieron que pensar conscientemente, y lo estropearon. En otras páginas de la Victorian Web (Hopkins and Lo espiritual) sugiero que a veces las cosas grandes pueden ocurrir cuando la mente consciente está cerrada; ¿a lo mejor Pooter es, en menor medida, un ejemplo? Si es, de alguna manera, verdad, Pooter apela a algo profundo y probablemente no analizable.
Referencias
Grossmith, George and Weedon. The Diary of a Nobody. London: Pinguin, 1999.
Waterhouse, Keith. Mrs Pooter’s Diary. London: Michael Joseph, 1983.
Waterhouse, Keith. The Collected Letters of a Nobody. London: Michael Joseph, 1986.
Modificado por última vez el 28 de junio 2008; traducido 30 de octobre de 2011