Tras muchas dudas, provocadas por graves incertidumbres respecto a si el ministerio del Evangelio era su verdadera vocación, Wesley buscó y obtuvo la ordenación como deán mediante el obispo Potter en septiembre de 1725. El mismo prelado le ordenó sacerdote en 1728. Desde 1725 hasta 1729 empleó su tiempo parcialmente en Epworth, como cura de su padre y en parte en Oxford, pero en el último añ o, las autoridades de su universidad insistieron en que su residencia debía estar en Oxford y volvió allí y se entregó a los deberes como miembro. En 1735, ante la muerte de su padre, sus parientes le rogaron encarecidamente que siguiera los pasos necesarios para asegurarse en la rectoría vacante de Epworth. Creyendo que podría ser más útil en Oxford que en Epworth, sólo se sometió a «los deseos de sus amigos para aplicarse indirectamente a los vivos» (Tyerman, Wesley, i, 102,103). Probablemente estuvo encantado de enterarse de que se le concedió a otro. Pero en octubre del mismo añ o, sus convicciones relativas a su permanencia en Oxford cambiaron tanto que le persuadieron para que se marchara con el general Oglethorpe como misionero a Georgia.

John Wesley de Samuel Manning the Younger.

Wesley pasó dos añ os y casi cuatro meses en Georgia, predicando fielmente a los colonos. Pero como no encontró ninguna oportunidad para alcanzar a los indios, como esperaba, y vio que sus trabajos en la Savannah habían dado escasos frutos, ni asentamientos inmediatos, regresó a Inglaterra en 1738. Sus hábitos ascetas, sus prácticas extremadamente ritualistas, su rígida administración de la disciplina de Cristo, su método vigoroso de tratar con los vicios imperantes en el púlpito y su naturaleza altamente cultivada y refinada no eran idóneos para ganarse la simpatía de los rudos y egoístas colonos. Si su carácter y su predicación se hubieran dulcificado por la experiencia evangélica que obtuvo posteriormente, su trabajo misionero en América habría sido probablemente más productivo. Sin embargo, le benefició sumamente: y después de su partida, la población de Savannah, reflexionando acerca de lo que había dicho y hecho entre ellos, admitió en general su gran mérito y lamentó su ausencia como una pérdida seria para la colonia.

Por aquel entonces, Wesley alcanzó los casi treinta y cinco añ os y a excepción de los círculos académicos de Oxford, era un hombre prácticamente desconocido. Todavía no había aparecido ningún signo de la gran celebridad para la que estaba destinado, pero su hora estaba en camino. Estaba a punto de recibir ese bautismo espiritual que fue el hecho central de su carrera, pero para el que es bastante probable que hubiera gastado su vida en la gratificación de sus gustos escolásticos, ejecutando calladamente los deberes de su pertenencia dentro de las paredes de la Universidad Lincoln, en Oxford. El trabajo especial de Wesley fue el fruto de su experiencia religiosa, hacia la que ahora dirigiremos la atención del lector.










Modificado por última vez 30 de abril de 2010;; traducido 2 de noviembre de 2010