Un paso todavía más importante en la misma dirección fue tomado en Londres, el 20 de julio de 1740. Esto fue nada menos que la formación de una Sociedad, bajo su dirección exclusiva, en su capilla en Londres, adquirida por aquel entonces recientemente, y conocida como la Fundación. Seis meses antes había organizado una «Sociedad unida» con conexión con los moravianos (Moravians) en Fetter Lane. Pero debido a los errores en la teoría y a las equivocaciones en la práctica aparecidos entre sus miembros, Wesley pensó que sería conveniente invitar a todos sus partidarios a separarse de los moravianos. Cerca de dieciocho o diecinueve aceptaron su invitación. Él organizó a estas personas en una Sociedad, como se ha constatado más arriba, que, aunque no pretendía ser una separación bien por su parte o por la de ellos, de la Iglesia de Inglaterra (Church of England), debe considerarse históricamente como el germen de la Iglesia de Wesley. Fue el núcleo alrededor del cual las sociedades que reconocieron al señ or Wesley como su cabeza eclesiástica se agruparon posteriormente.

El rápido incremento de sus Sociedades unidas y sus ausencias forzosas de las mismas mientras estaba en sus viajes evangélicos, pronto evidenciaron la necesidad de algunos medios para vigilar su crecimiento espiritual. No se le ocurrió ningún plan hasta febrero de 1742 cuando mientras sus seguidores de Bristol discutían sobre los medios y los modos de sufragar la deuda de la capilla, uno de ellos propuso que la Sociedad fuera dividida en grupos de doce, uno de los cuales debía ser una especie de líder que reuniera de cada uno un penique semanal. Wesley estuvo de acuerdo. El plan funcionó bien. Al informar sobre los recibos, algunos de estos líderes hablaron de la existencia de miembros indisciplinados en su lista. «Inmediatamente me sorprendió», escribió Wesley, «esto es, esto es precisamente lo que siempre hemos querido». Actuando rápidamente y con su energía característica ante esta sugerencia, pidió a todos los recaudadores a investigar particularmente en las vidas de los miembros de sus listas respectivas. Seis semanas después, dividió su Sociedad londinense en clases similares bajo el liderazgo de «hombres serios y sensatos», a los que se instruyó para ganar «un conocimiento seguro y completo de cada miembro de su lista». Al principio cumplieron con este deber mediante visitas personales, pero viendo que este método no era el adecuado, se pidió a los miembros que se reunieran con sus líderes una vez a la semana para rezar y conversar religiosamente. Así, surgió la reunión de clase. Inmediatamente se convirtió en un medio de «utilidad indecible», indispensable, de hecho para la instrucción espiritual y para la disciplina en un sistema itinerante que imposibilitaba a sus ministros la ejecución plena del trabajo pastoral. Wesley ilustró su sagacidad, cuando no su genio, al incorporar en él su plan de trabajo cristiano. Quizá esté teóricamente abierto a objeciones que algunos piensan no completamente ausentes de motivos. Sin embargo, es históricamente cierto que contribuyó grandemente con la pureza y la difusión del Metodismo, y es indiscutiblemente susceptible de tales progresos, tanto en su aspecto intelectual como espiritual, como para justificar su conservación en las iglesias que han surgido a partir de la Sociedad unida de Wesley.








Modificado por última vez 30 de abril de 2010;; traducido 2 de noviembre de 2010