[Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
F. D. Maurice, basado en el retrato de Lowes Dickinson (1873). Pínchese sobre la imagen para agrandarla.
Hasta la época victoriana, la educación había ido siempre de la mano de la religión — lo cual explica por qué la institución «carente de dios» de Bloomsbury (que posteriormente se convirtió en el University College de Londres (University College, London) constituyó un punto de partida tan atrevido, y provocó tal controversia acalorada. Por otra parte, la creencia en la relación tradicional de las dos fue la propia razón de ser del King«s College de Londres, de tal manera que no sorprende el que Frederick Denison Maurice, uno de los victorianos más influyentes en ambas áreas formara parte de su plantilla.
Nacido en Normanton, cerca de Lowestoft, Maurice pasó gran parte de su infancia en Frenchay en el sur del condado de Gloucester donde su padre era ministro de la Iglesia unitaria (Unitarian) y donde su memoria se honra todavía. Fue educado estrictamente y en una atmósfera de controversia religiosa, dado que su madre y dos de sus hermanas adoptaron diferentes afiliaciones religiosas con respecto a su padre.
En Cambridge, Maurice fue uno de los fundadores de la sociedad muy especial y altamente selectiva de debates llamada Los apóstoles. A pesar de haberse convertido en el primero de la clase con sus exámenes de derecho civil, abandonó la Universidad porque se sentía incapaz por entonces de suscribir los Treinta y nueve artículos de la Iglesia de Inglaterra. Se marchó entonces a vivir a Londres donde contribuyó con la revista radical Westminster Review pero finalmente en 1834 fue recibido en la Iglesia de Inglaterra. Fue nombrado capellán del Hospital Guy en 1836 y en 1840, fue elegido catedrático en King«s College, una elección natural en vista de su fuerte oposición a los Bentamitas (Benthamites) que apoyaban a la rival Universidad College. Al principio, enseñó Literatura inglesa e historia. Posteriormente, fue nombrado catedrático en teología también. El entonces director, el Doctor Jelf, sintió que «Maurice sólo daba tres clases semanales de arte a la semana: no supondría una carga para él impartir un par de clases sobre historia eclesiástica . . . especialmente cuando no distinguía entre las cosas sagradas y las profanas» (Hearnshaw 209).
No es que las clases de Maurice no fueran bien. Aunque impresionó enormemente a sus estudiantes más receptivos, no fue, parece ser, un profesor natural o incluso competente:
El profesor Maurice, a pesar de su apariencia angelical, su carácter piadoso, su noble entusiasmo, y sus enormes capacidades, resultó desde su primer nombramiento en King en 1840 un valor muy incierto para la institución. No podía mantener el orden. Era incapaz de hacerse entender, no tenía afinidades con los jóvenes, estaba desprovisto de humor, era tímido, susceptible, reservado y preternaturalmente solemne. Inspiraba un profundo respeto, por supuesto en los mejores estudiantes — tales como Leslie Stephen, Edwin Arnold. F. W. Farrar, y C. H. Pearson — que salían de sus conferencias de historia con un sentido vago de temor hacia los trabajos misteriosos de la Providencia, aunque con los cuadernos vacíos. Pero sus especulaciones elevadas sobre los modos de Dios con el hombre se perdían en la generalidad . . . (Hearnshaw 208).
La paradoja del educador incapaz de alcanzar a la mayoría de sus estudiantes es quizá mejor explicada a través del análisis del reverendo J. Llewelyn Davies sobre Maurice: «Tenía una mente introspectiva de lo más rara y sutil . . . pero su punto de partida espiritual se encontraba con los principios espirituales, y estaba acostumbrado a dirigirse a lo que creía que se hallaba en las mentes de sus oyentes y lectores» (3). Lo que Maurice creía que había en las mentes de sus estudiantes distaba mucho de lo que tenían realmente. Los estudiantes maduros a los que enseñaba por las noches fueron quienes más se acercaron a satisfacer sus expectativas.
Independientemente de sus limitaciones como profesor, Maurice contribuyó enormemente a la educación, y especialmente a la educación de aquellos a los que previamente se les había negado. Esto lo consiguió fundando el Queen College para mujeres en la calle Harley en 1848 con algunos de sus colegas del King y el College para trabajadores (Working Men's College: fotografía) en el Red Lion Square, Bloomsbury en 1854 con Charles Kingsley (que había también estudiado en el King antes de ir a Cambridge), Thomas Hughes y otros miembros del movimiento socialista cristiano. El anterior College fue «el pionero del gran movimiento de la última mitad de siglo para la educación superior de las mujeres», tal y como Llewelyn Davies había ya reconocido en 1904 (4-5). El último instituto fue fundado después de que se le pidiera a Maurice que abandonara el King«s College en 1853 debido a la postura controvertida que tomó sobre el castigo eterno en sus Ensayos teológicos de ese año (no pudo aceptar que los pecadores impenitentes fueran condenados al sufrimiento eterno). Aunque en esta ocasión otras figuras demasiado notables se vieron envueltas en el nuevo proyecto educacional, no hubo nunca ninguna duda de que «la fuerza y la guía que facilitó que estas creaciones llegaran a ser lo que fueron procedió de Maurice» (Llewelyn Davies 1). Maurice se convirtió en el primer director del College para trabajadores, siendo únicamente remplazado a su muerte por Hughes quien también enseñó en el instituto Queen.
Maurice es por supuesto igualmente importante en el área de su disciplina principal. Como consecuencia de haber crecido en una familia escindida por las disensiones religiosas, su objetivo prioritario como teólogo fue promover la unidad, y se aferró a su creencia en el amor infinito de Dios, un amor, sentía él, que todos podían compartir. Afortunadamente, y a pesar de que su postura liberal preocupó bastante a su director y a sus colegas del King, no le perjudicó a la larga. Regresó a Cambridge triunfante en 1866 como profesor de filosofía moral y en un sentido, regresó igualmente al instituto King donde existe actualmente una cátedra F. D. Maurice en filosofía moral y social. Pero sobre todo, sus opiniones permearon completamente su antiguo departamento de King en el que la necesidad por comprender todas las creencias practicadas en nuestra sociedad multicultural hace mucho que han sido plenamente reconocidas, y donde se anima a todos los estudiantes del instituto a tener la oportunidad de comprenderlas mejor. Maurice, cuyo libro pionero sobre Las religiones del mundo se publicó en 1847 mientras estaba en el King, fue sin duda reconocido. Pero la influencia de Maurice sobrepasa su academia: como el historiador anglicano y el obispo ecumenista John Moorman dijo, «La mayor parte de la teología moderna está hasta cierto punto en deuda con el pensamiento claro y valiente de Maurice» (citado en Ellis 232).
Material relacionado
- El sermón de Maurice, «La prosperidad y la adversidad» (texto íntegro)
- El partido de la Iglesia extensa de Inglaterra
- El Cristianismo muscular
- El Doctor Arnold y el significado del liberalismo anglicano
Referencias
Davies, Reverend J. Llewelyn, ed. The Working Men's College 1854-1904: Records of Its History and Its Work for Fifty Years, By Members of the College. . London: Macmillan, 1904.
Ellis, Roger. "Frederick Denison Maurice." . Who's Who in Victorian Britain. London: Shepheard-Walwyn, 1997. 231-32.
Hearnshaw, F. J. C. . The Centenary History of King's College, London, 1828-1928. London: Harrap, 1929.
Reardon, Bernard M. G. "Maurice, (John) Frederick Denison (1805-1872)." . Oxford Dictionary of National Biography. Online ed. Viewed 30 January 2007.
Modificado por última vez el 12 de agosto de 2002; traducido 2 de noviembre de 2010