[Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]

Para Kingsford, el viviseccionismo epitomizaba la práctica moderna de la magia negra dado que insistía en que:

Para el viviseccionista moderno, el paralelismo casi exacto en cuanto al motivo, el método y el carácter procede del retrato que el conjurador de demonios medievales ha preservado para nosotros. En él, reconocemos el engaño, cuya enunciación en el lenguaje médico nos resulta tan desgraciadamente familiar, porque con él se obtienen los secretos de la vida y del poder sobre la naturaleza mediante sacrificios indirectos, adivinaciones en cuerpos vivos, y ritos consistentes en torturas científicamente infligidas y prolongadas. [Vida, II, 48].

Es posible que Kingsford se viera a sí misma como un practicante de magia blanca de un tipo enfrentado a la brujería de los viviseccionistas.

El anti-viviseccionismo constituyó una campaña política para la mayoría de sus defensores, pero fue una cruzada divina para Kingsford. Su negativa a separar la cruzada espiritual de la inquietud humanitaria resultó en un extremismo que causaría conflictos con sus aliados. Aunque Maitland, su compañero y biógrafo, pareció dispuesto a aceptar el papel de Kingsford como salvadora iluminada, otros vieron sin lugar a dudas los problemas implícitos en la confusión de la creencia religiosa con los objetivos políticos.

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Referencias

Maitland, Edward. Anna Kingsford: Her Life, Letters, Diary and Work. 2 Vols. Whitefish: Kessinger Publishing, 2003.


Modificado por última vez el 20 de agosto de 2002; traducido 12 de deciembre de 2010