[Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
«Lo que no puedo aceptar sobre el Espiritualismo es la idea de millones de fallecidos (debe haber una sala de espera sólo en el Más allá) merodeando y simplemente esperando a que alguna chica con una tabla de la Ouija en un internado en Brighton o una pareja de ellas dando ligeramente con los nudillos en la mesa en Tring les envíe como fruto de alguna conversación absurda sobre el azul del infinito. Lo que quiero decir es que por lo menos cuando estás muerto estoy seguro de que te ahorrarán estas veladas sociales tan aburridas». — El abogado de John Mortimer en «Rumpole y los seres queridos fallecidos» (1981).
l Espiritualismo, la creencia de que los muertos se comunican con los vivos, se puso de moda por toda América y Europa durante la década de 1850. El Espiritualismo, que debe sus comienzos a los escritos de Emmanuel Swedenborg sobre el mundo del espíritu, recibió un estímulo adicional por los experimentos de Anton Mesmer en lo que denominó «el magnetismo animal» (hipnotismo) que creía que implicaba la influencia de los cuerpos celestes sobre los terrestres. Muchos victorianos, particularmente aquellos que habían empezado a abandonar la religión convencional, creyeron fervientemente en el Espiritualismo, entre ellos Elizabeth Barrett Browning (para gran consternación de su marido).
Gente reputada relató experiencias sorprendentes. Sir William Crookes, un físico famoso, dijo que había visto al médium Daniel Dunglas Home (véase «El señor Sludge, el médium» de Robert Browning) «salir flotando por la ventana del dormitorio del piso superior, atravesar una calle que se encontraba setenta pies por debajo, y volver a entrar a la casa por la ventana del cuarto de estar, situado en la misma planta» (Irvine y Honan, El libro, el anillo y el poeta: una biografía de Robert Browning, New York: McGraw-Hill, 1974, 305). Algunos de los seguidores vieron mucho más que golpecitos en la mesa o manos fantasmales puestas sobre hombros pero el movimiento gradualmente perdió influencia cuando quedó claro que no podía duplicar los resultados sometidos a escrutinio científico. El desafío más famoso provino del mago americano Harry Houdini, quien ofreció una recompensa sustanciosa a cualquier médium al que no pudiera desacreditar.
La razón más común dada para la emergencia del Espiritualismo, que realmente es poco más que superstición sofisticada, es la desesperación de los escépticos victorianos por algunos motivos incontrovertibles para creer. El Espiritualismo trasciende la razón. Como dijo Mrs. Browning, «Los escépticos han dicho «Dejadme que vea una mesa moverse y creeré cualquier cosa«. Ahora que la mesa se mueve, toda Europa es testigo» (Irvine y Honan, 306).
[La novelista contemporánea A. S. Byatt creó un dibujo particularmente interesante del Espiritualismo victoriano en su novela «El ángel conyugal» en çngeles e insectos. Si quiere también puede echar un vistazo a Alex Owen, La habitación oscura: mujeres, poder y Espiritualismo en la Inglaterra tardía victoriana (U. de Pennsylvania Press, 1990) y su más reciente El lugar encantado: el ocultismo británico y la cultura de lo moderno (U. de Chicago Press, 2003)-- GPL].
Modificado por última vez el 16 de julio de 2007; traducido 10 de deciembre de 2010