[Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
nmanuel Swedenborg, el místico, filósofo, teólogo y científico suizo, nació el 29 de enero de 1688, hijo de Jesper Swedberg, obispo pietista de Skara. Habiendo vivido la mayor parte de su juventud con su hermana Anna y su marido, ingresó en la Universidad de Uppsala. Tras graduarse en 1709, Swedenborg pasó los siguientes cinco años en Inglaterra, Francia, y los Países Bajos estudiando matemáticas, ciencias modernas, así como dando rienda suelta a su fascinación por la destreza de los artesanos y por sus métodos de trabajo.
Poco después de su regreso a casa, Swendenborg inauguró su primer periódico científico rural, Daedalus Hyperboreus y publicó él mismo gran cantidad de información. El rey Charles XII nombró al jovencito como el ayudante del brillante y cáustico ingeniero Christopher Polhem, y Swedenborg pasó los cinco años siguientes publicando tratados sobre varios temas científicos. Aparentemente la relación de Swedenborg con Polhem fue más que simplemente profesional, dado que Polhem le aprobaba lo suficiente como para permitirle cortejar y comprometerse con su hija (esta relación parece haber concluido cuando Swendenborg descubrió que ella estaba enamorada de otro hombre).
Después del interludio Polhem, Swedenborg continuó estudiando y viajando, y finalmente aceptó un puesto remunerado como asesor para el Comité suizo de minas (a partir de 1924). En 1734, publicó una opera magna de tres volúmenes titulada Opera Philosophica et Mineralia. aunque gran parte de este trabajo trata de la mineralogía y de las minas, el primer volumen (fuertemente influenciado por los escritos de Descartes) exhibe una cosmología amplia que contiene, entre otras cosas, la versión primigenia de la hipótesis nebular, esto es, la hipótesis de que el sistema solar se originó como una masa única de estrellas.
Durante la siguiente década, Swedenborg continuó publicando trabajos sobre fisiología y psicología, pero sus intereses giraron cada vez más hacia el misterio de la interacción entre el cuerpo y el alma, y hacia lo que entonces consideraba como la sede del alma en el cuerpo: el cerebro humano.
Como resultado de su interés por el cerebro y por el cuerpo y el alma o por las interacciones espirituales y naturales, Swedenborg, durante principios de la década de 1740, se embarcó en el intento de crear una simbología universal, o como se le llamó en su día, un lenguaje «jeroglífico». Sus investigaciones en este área le llevaron a lo que se convertiría en su concepto filosófico central, la doctrina de la correspondencia, que proyecta todo el mundo natural como una hipóstasis del mundo espiritual, es decir, una serie compleja de símbolos físicos que plasman niveles más profundos de la realidad espiritual.
En 1743, Swedenborg sufrió una crisis religiosa que le condujo (publicado póstumamente) a su Revista de sueños, en la que registraba relatos de sus sueños y de sus experiencias espirituales. En 1744, tuvo una visión de Cristo (a vision of Christ) y otra en 1745. Después abandonó sus escritos científicos para concentrarse en los escritos y en la investigación teológica. Comenzó en esta empresa con un trabajo breve titulado La adoración y el amor de Dios, un versión nueva e imaginativa de la historia de la creación del Génesis, en cierta manera siguiendo la tradición del hexamerón renacentista. Muy pronto Swendeborg dejó esta línea de trabajo, aunque volcó sus energías de nuevo en el problema de las interacciones espirituales y naturales, específicamente en cómo Dios comunicaba la verdad a los humanos a través de la Biblia.
Aunque la tendencia imperante entre los altos críticos en los días de Swedenborg era la interpretación literal de la Biblia, Swedenborg (en realidad bajo presión de una tendencia muy antigua en la interpretación bíblica) llegó a creer que la Biblia contenía sentidos internos y espirituales. También llegó a creer que estos sentidos podían descubrirse a través de la doctrina de la correspondencia. El primer trabajo teológico importante que Swedenborg publicó, Arcana Caelestia (1749-56), tomó la forma de un tratado exegético que abordaba el Pentateuco, en el que destapaba dos sentidos internos usando los principios de la correspondencia que según él, vinculaban los mundos espirituales y naturales.
Curiosamente, parece que Swedenborg disfrutaba con el hecho de que, dentro de la producción literaria llena de furia (aunque anónima) y de las experiencias y visiones cada vez más frecuentes y variadamente místicas, ninguno de sus conocidos profesionales o sociales notara ningún cambio.
A medida que su carrera como teólogo progresó, llegó a ser bien conocido que Swedenborg era el autor de los trabajos teológicos anónimos que habían comenzado a irritar al severo clero suizo. En 1768, él mismo eliminó todas las dudas sobre su autoría, firmando el que fue quizá su trabajo más interesante, Amor Conjugialis, un trabajo que articulaba sus opiniones sobre el origen y el propósito del matrimonio. Afortunadamente, sus elevados contactos políticos y sociales le inmunizaron enormemente frente a la persecución directa del clero. Ciertos amigos (no tan inmunes), sin embargo, sufrieron en gran medida en sus manos.
El principio teológico básico de Swedenborg fue que Dios era el origen de los dos principios elementales de la vida, el amor y la sabiduría. Estos dos principios vitales inefables se manifestaban como niveles jerarquizados de la realidad, desde el nivel celestial más profundo, hasta el nivel más extremo de la existencia física. Cada nivel en esta serie se correspondía con el siguiente, en cierto modo como referente de su símbolo o como cuerpo relacionado con la sombra que arroja, velando su fuente última, que era Dios.
A pesar de sus opiniones teocéntricas, Swedenborg reconocía la voluntad humana como un principio central de la fe cristiana. Sentía que el orden original divino había sido pervertido por los seres humanos, quienes utilizando su libre albedrío, habían separado progresivamente su conexión intuitiva interna de la divina. Esta interrupción (la «caída» de la humanidad) progresó a través de varios estadios hasta que alcanzó un clímax justo antes del nacimiento de Cristo, por medio del cual la humanidad casi había cortado todas las conexiones internas con la divinidad. El nacimiento de Cristo había restaurado el orden del universo creando un nuevo camino exterior a través del cual los humanos podían aproximarse a Dios. Para Swedenborg, Cristo era una especie de cuerpo por medio del cual se podía ver el espíritu inefable de Dios, pero en unos términos que incluso los humanos «caídos» podían captar. En este sentido, negaba la trinidad tradicional (que representaba a Cristo como la plasmación del segundo miembro de la triple divinidad).
Según Swedenborg, la segunda venida de Cristo (prometida en el nuevo Testamento cristiano) la había precipitado el rechazo de Cristo por parte de los cristianos y la perversión de sus enseñanzas originales. Esta segunda venida se había consumado, no en carne, sino más bien a través de una revolución intelectual y espiritual que Swedenborg veía que se había logrado con sus escritos y con su revelación del sentido interno de la Biblia. Swedenborg nunca se vio a sí mismo como el Cristo retornado, sino más bien como un médium a través del cual la verdadera doctrina y fe cristiana se había promulgado.
Swedenborg falleció a causa de una embolia el 29 de marzo de 1772 en Londres, su ciudad favorita. Su cuerpo fue trasladado a la catedral de Uppsala en 1908.
Swedenborg nunca fundó una iglesia, pero las sociedades swedenborgianas comenzaron a surgir poco después de su muerte, primeramente en Inglaterra. Inicialmente, aparecieron dos sectas, una que defendía la reforma de la orden cristiana actual desde dentro, la otra que era partidaria de la creación de una organización eclesiástica swedenborgiana distinta. Los swedenborgianos ingleses eran un grupo enérgico, que publicó numerosas traducciones de sus obras (casi todas originalmente escritas en latín) y mostró un interés activo por las causas sociales tales como el movimiento anti-esclavitud liderado por los evangélicos. Incluso hoy, existen organizaciones swedenborgianas (como mínimo tres sólo en América) y muchas ideas swedenborgianas se han abierto camino silenciosamente en el pensamiento social dominante.
El Swedenborgianismo ejerció una influencia considerable sobre un número importante de autores. Kant dedicó una obra entera a negar a Swedenborg (Sueños de un visionario/Trume des Geistersehers). Ernesti, uno de los más grandes críticos bíblicos del siglo XVIII, gastó parte de su energía específicamente en refutar sus métodos exegéticos. Su influencia sobre el pensamiento de Blake quien fue swedenborgiano durante un breve espacio de tiempo fue enorme y sus escritos intrigaron igualmente a Balzac, a Baudelaire, a Emerson, a Yeats, y a Strindberg. También ejerció cierta influencia, aunque menor, sobre la psicología moderna, principalmente a través de William James, que se educó como swendenborgiano.
Bibliografía de textos electrónicos disponibles
El cielo y sus maravillas y el infierno a partir de lo visto y oído /Heaven and its Wonders and Hell From Things Seen and Heard (HTML en primenet.com)
La ciudad celestial: una guía espiritual (The Heavenly City: A Spiritual Guidebook (HTML en netaxs.com)
Modificado por última vez el 16 de septiembre de 1996; traducido 12 de deciembre de 2010