[••• = solo en inglés. Traducción de Maya Zalbidea Paniagua. Edición de Asunción López-Varela. El diseño HTML y el formato de >George P. Landow.]

En su artículo “Lo que no se debe decir, Norte y Sury el problema de las mujeres en el trabajo” Catherine Barnes Stevenson señala:

Norte y Sur es con frecuencia elogiado por su realismo al retratar la huelga en el norte de Milton basada en el conflicto en Preston en 1853-1854. Ése “realismo” resulta decepcionante porque en realidad, en Preston, el 55.8% del trabajo de mano de obra lo ejercían niñas menores de trece años.

Según un estudio contemporáneo se estima que “el número de mujeres que estaban en el cierre de Preston eran 11.800, mientras que el número de hombres era 6.200” (Stevenson). En un artículo del •••Illustrated London News del 12 de noviembre de 1853, el número es similar “de 21.000 personas que ejercían la mano de obra casi la mitad eran mujeres y niñas.” A pesar de las estadísticas mencionadas en los artículos de la huelga de Preston y de las que aquí mencionamos a los trabajadores se les seguía denominando “obreros”. En una edición del 12 de Noviembre, en el periódico leemos: “Es probable que si los patronos y obreros se reunieran y hablaran del problema en un ambiente amistoso, llegarían a una satisfacción mutua.” El escritor continúa, observando que la huelga estaba “causando graves dificultades a las mujeres y niñas inocentes”. Este retrato de la fábrica masculina no nos sorprende, se trata de una masculinización de los que se supone que mantenían económicamente a la familia. Sin embargo decir que estos hombres podrían evitar que las “mujeres y las niñas inocentes” dejaran de sufrir es irónico al contrastarse con otro artículo del mismo día titulado “Apuntes de huelgas y disturbios en los distritos del algodón”.

El autor de los “Apuntes” se refiere a 1763 cuando la huelga laboral estaba comenzando. Cuenta la historia de:

Una calle en el centro de Manchester que mantenía el nombre de “Campo de Máquinas de hilar”. En ese campo cientos de mujeres, a veces miles, se sentaban con su rueca y huso… Estas mujeres ganaban más que los hombres en los telares. [“Apuntes de Huelgas y disturbios en los distritos del algodón”. Illustrated London News 12 de Noviembre, 1853. p. 403]

La parte esencial de este párrafo es la explicación de cómo dependían los obreros de las mujeres trabajadoras. Hasta que las mujeres no hubiesen hilado el ovillo ellos no podían ir a los telares y hacer telas o cintas. Además la invención de la máquina de hilar fue atribuida a los trabajadores masculinos para ejercer más poder en su trabajo. Esta invención apareció como resultado de “un mercader de Manchester que se atrevió a tender una relación de familiaridad con la hija de una dama”. “Este mercader le dio un golpe a la rueca de la mujer, mostrando la visión de Hargreaves de una máquina de hilar. Se dice que Hargreaves inventó la máquina de hilar. Sin embargo los grupos de mujeres “se alzaron andando con fuerza y gritando de manera que consiguieron que los corazones de los hombres temblasen”. Las obreras se sublevaron a modo de protesta, hiriendo a los hijos de los obreros y Hargreaves volvió a su casa para proteger a su mujer y sus hijos. El autor sitúa esta historia en el presente, reclamando: “Deberías verle ahora…”. Este artículo se publicó como “La Disputa por los sueldos en Preston” y retrata a las obreras como indignadas, un gran contraste con las mujeres inocentes y niñas mencionadas previamente.

La historia de las mujeres obreras manifestándose recuerda al lector que mientras las “mujeres inocentes y las niñas” eran heridas, otras mujeres (que no pueden incluirse a la masculinización de los obreros) también crearon el conflicto. El autor posiciona a las mujeres como la fuente del conflicto. Cuenta la historia de la máquina de hilar en presente, destacando lo similares que son estos conflictos del pasado a los de la actualidad. Esta idea fue apoyada en un breve artículo escrito el 8 de Octubre de 1853, titulado “El valor de la industria femenina”. El artículo cita al señor Dargan de Limerick, Irlanda, diciendo:

Creo que la industria femenina es una fuente de valor más que otra rama de la industria practicada en Irlanda…Me quedé asombrado al oír que dos millones de libras fueron el fruto del trabajo de estas niñas. No hay educación que valga para las mujeres excepto adquirir los hábitos de la industria…Encontraríamos el valor en la respuesta de Madame de Stail, cuando Napoleón Bonaparte la preguntó si quería que hiciese de Francia una gran nación. Su respuesta fue “educa a las madres.” [“El valor de la industria femenina”, The Illustrated London News8 de Octubre, 1853]

Las mujeres obreras fuertes y útiles de Irlanda fueron radicalizadas por los ingleses. Sólo en Irlanda, parece sugerir el autor, las mujeres obreras eran valoradas. En Inglaterra las mujeres fuertes eran consideradas una fuente de conflicto.

Entonces, ¿por qué cuando Elizabeth Gaskell escribe su historia y crea un personaje femenino fuerte “reduce a la mayoría de las mujeres a incapaces trabajadoras?” (Stevenson). Stevenson propone que “desde 1830 hasta hoy, la mujer trabajadora ha sido el centro de la batalla ideológica en la cultura victoriana”, con la noción de Dorothy Thompson de que “en 1850 las mujeres de la clase obrera empezaron a redefinir su ‘lugar en la sociedad’ aceptando una imagen de sí mismas basada en la inferioridad y centrada en el hogar”. Esta batalla fue evaluada en los artículos arriba mencionados. Al creando una imagen de la obrera indignada, el autor sugiere que el lugar de la mujer no es la fábrica, sino la casa. Estos autores sitúan a las mujeres en el papel de esposas “inocentes” dañadas en la huelga. Por lo que se ve Gaskell vendió esta idea. Aunque Margaret, la protagonista de Norte y Sur, no acepta simplemente una imagen de sí misma como inferior (de hecho, ella, es la única que tiene control de sus finanzas al final del libro), pero de algún modo está confinada en su casa. Aunque no logra la independencia económica total, ha heredado dinero. Aún puede disfrutar de ocio en su vida. De modo que mientras que Gaskell no admite la idea de la inferioridad de la mujer, tampoco admite la idea de que el lugar de la mujer sea la casa. El retrato de Bessie que hace Gaskell sirve para mostrar el estereotipo de las mujeres indignadas de las fábricas, y confirma la imagen de la mujer “inocente” herida y contraria a la huelga laboral.


Last modified 27 de marzo de 2000; traducido el 234 de decembre de 2013