[Traducción de Sandra del Peso, revisada por Montserrat Martínez García y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow. En los títulos de las obras no traducidas al castellano, la traductora indica entre paréntesis que la traducción de los mismos es obra suya. En caso contrario, la traductora se basa en las traducciones ya disponibles que figuran en el registro ISBN. Del mismo modo, en lo referente a las citas literarias, la traductora indica las traducciones disponibles en castellano. Aquellos casos en los que no se hace referencia a ninguna traducción previa, aluden a la labor traductora de Sandra del Peso. Se incluye una lista de obras traducidas al castellano.
as influencias del moderno renacer de la arquitectura gótica han sido muchas y muy variadas. Éstas, vistas por encima, se pueden clasificar en tres grupos: literarias, religiosas e históricas. A las primeras debemos el gusto por lo medieval, que, en Inglaterra, vino impulsado por las obras de Sir Walter Scott, del obispo Percy, y del doctor Lingard; en Francia por las de Chateaubriand; y en Alemania por las de Friedrich von Schlegel. Es imposible leer los poemas o las novelas de Scott sin percibir, cuan enormemente, el interés de dichas obras provenía de aquel tipo de sentimiento, mitad caballeresco y mitad romántico, que nos hablaba de la vida social, la historia, la fe, las artes, y la guerra, durante la Edad Media. Ivanhoe, El abad, Woodstock, La hermosa joven de Perth y El monasterio , están llenas de alusiones a la arquitectura, tanto militar como eclesiástica, de una época anterior. Esto crea el transfondo para alguna de las más conmovedoras escenas descritas por el autor y, además, reviste a sus romances de un mayor realismo. Esta estética medieval solía estar íntimamente relacionada con lo ocurrido en la trama.
No debemos necesariamente pensar que Scott poseyera algo más que un vago conocimiento del arte que tan entusiastamente admiró. Al contrario, las descripciones que da de los edificios medievales, con bastante frecuencia, revelan una ignorancia a cerca de lo que se conoce como los verdaderos principios del diseño gótico. La noción poética, pero errónea, de que la bóveda de crucería de una catedral estaba inspirada en las ramas extendidas de un árbol Ñ la comparación de los grupos de pilares con un haz de lanzas atadas con guirnaldas Ñ puede dibujar una sonrisa en todos aquellos que hayan estudiado con cierta atención las verdaderas bellezas estructurales que posee la antigua arquitectura inglesa. El verdadero papel que jugó Scott en el resurgimiento de la arquitectura Gótica fue el de despertar, entre el pueblo, el interés por un estilo que, hasta el momento, había sido solamente asociado, excepto por unos pocos entendidos, con una austera oscuridad y con las supersticiones populares. Con la ayuda de su mágica pluma el Castillo de Coningsburgh vuelve a estar, como en tiempos pasados, lleno de valientes guerreros; Branksome Hall recupera su esplendor feudal; Kenilworth se convierte una vez más en el escenario de romances, luchas y tragedias; y en los pasillos de Melrose resuena de nuevo un réquiem solemne.
Tanto las Waverley novels como los poemas que vinieron después fueron leídos con un ferviente interés inusual en aquella generación hastiada, fenómeno que únicamente podemos comprender si recordamos la clase de ficción, ya sea en prosa ya en verso, que había estado a su alcance hasta entonces. A excepción de Horace Walpole y Mrs. Radcliffe, ningún otro autor de cualquier género había tomado como fuente de inspiración las antiguas tradiciones populares.... Sir Walter Scott fue el primer escritor de novela histórica que dio Inglaterra. Podemos poner en duda el si ofreció o no una imagen verídica de la vida social en la Edad Media. Como ocurre con el resto de artista, es competencia del escritor tratar su material como más desee. El escritor debe reservar las virtudes para su héroe y los defectos para aquellos que se cruzan en el camino de éste. Debe rellenar las luces y sombras de la su historia como mejor convenga al clímax de ésta. Debe mantener al azar subordinado a la acción. Sir Walter hizo todo esto y más a la perfección. Él despertó el interés del público por el lado romántico de la arqueología. Ésta había sido considerada hasta el momento como una ciencia demasiado formal. Él, mágicamente, la dotó de un atractivo artístico. Scott llevó a cabo todo esto sin alardear en ningún momento del especial conocimiento que había adquirido al estudiar la vida de la antigua Inglaterra y sus pintorescas costumbres. No encontramos en sus romances nada de ese minucioso detallismo que ha caracterizado las obras de quienes, en campos similares, se han esforzado por unir el gusto del debutante con la imaginación del novelista. Al leer una obra como Last Days of Pompeii uno se encuentra con el palpable esfuerzo del autor por describir y dar vida a las últimas noticias y descubrimientos acerca de la ciudad desenterrada. No hay apenas un incidente grabado, apenas un escenario descrito, que no revele la precisión del narrador en el estudio de lo que un pintor llamaría "la naturaleza muerta" Es como si el escritor hubiera invocado al fantasma de Sir William Hamilton, en lugar de a la musa de las letras, para ayudarle en su tarea, como si hubiera creado su historia después de pasar una semana dentro del museo Bourbonico.
Scott escribía sus obras con un mayor encanto y sutileza. La Edad Media que él dibuja para nosotros no está sobrecargada con detalles innecesarios sobre los hechos. Scott no olvida mencionar el aspecto de las viviendas, la manera de vestir o los dioses domésticos, pero estas descripciones no acaparan la atención del lector, y están siempre subordinados al interés suscitado por los personajes y los diálogos. Es en cierto modo curioso ver como El anticuario , una novela en la cual Scott podría haber mostrado fácilmente su conocimiento sobre las reliquias del arte antiguo, contenga tan poca evidencia del gusto del autor por este campo. El personaje del Sr. Oldbuck, que estaba familiarizado con la atípica encuadernación de la Confesión de Augsburgo en formato quarto, que era considerado una autoridad en asuntos heráldicos, que se acaloraba al ver falsos poemas de Ossian, y que era capaz de citar todo lo que había leído desde una obra de Virgilio hasta una balada escocesa, habría desempeñado un pequeño papel dentro de la Sociedad Camden. En realidad, Oldbuck colecciona lámparas romanas y empulgueras escocesas, pero por más que podamos esperar de él por su manera de hablar, no conoce más de la abadía Jedburgh que del Palacio del César.
El gusto por lo medieval potenciado por estas novelas no se debió tanto a los restos de arquitectura apuntalada que aún persistían, como al halo de romanticismo que Scott arrojó en torno a ellos. Las aventuras del caballero desheredado, el amor no correspondido de la pobre Rebecca, las bromas de Wamba y las cancioncillas del fraile ermitaño, hicieron más por el renacimiento gótico que todas las obras de Carter y Rickman. La descripción de la iglesia profanada en El abad suscita nuestro interés no simplemente porque sus nichos habían sido vaciados y su altar saqueado, sino porque esto crea una atmósfera para los personajes de Magdalen y Roland. Los castillos del Rin les parecen antigŸedades pintorescas a todos los turistas modernos, sin embargo, estos adquieren el doble de encanto cuando los relacionamos con la historia "de Anne de Geierstein."
Sería difícil sobrevalorar la influencia que la poesía de Scott ha tenido a ambos lados del Tweed, despertando el gusto nacional por la arquitectura medieval. Cada línea de El canto del último juglar cada hecho en Marmion , está impregnado de aquel espíritu romántico que es la esencia del arte tradicional. Ahora, puede haber llegado el momento en que la gente pueda aprender a admirar el gótico por su belleza intrínseca, sin necesidad de ningún tipo de asociación. Sin embargo, a principios de siglo, Inglaterra no podría presumir de contar con un escritor como Sr. Ruskin para que enseñara a discernir, y criticar en cuestión de gustos. Guiados por su asesoramiento e influencia, podríamos haber logrado encender las Lámparas de la Vida y el Poder. Pero cincuenta años atrás, en el período más oscuro que el arte británico ha vivido, nosotros estábamos iluminados por la única llama solitaria y parpadeante, la cual Scott se esforzó por mantener encendida. Hablamos de la Lámpara de Memoria....
Los primeros ejemplos de la utilización del gótico como un estilo arquitectónico ya definido los encontramos, no en las iglesias, sino en las mansiones de la Inglaterra moderna. Hoy en día, vemos que aquellas personas que se oponen más radicalmente al estilo gótico admiten, no obstante, que, aunque sea inadecuado para una vivienda, dicho estilo podría emplearse perfectamente Ñ usando sus propias palabras Ñ para un "lugar de culto". Pero cuando Scott estaba en la cúspide de su popularidad, lo contrario a esta opinión se presentaba con miras a prevalecer. Mientras muchas de las casas de campo de la nobleza y de la pequeña burguesía eran diseñadas, o reconstruidas, empleando lo que se conocía entonces como el estilo Castellated (almenado), casi todas las iglesias modernas que se erigieron imitaban o la disposición estándar de un templo griego, o el modelo pseudoclásico del Renacimiento.
La explicación de esta aparente anomalía se vuelve obvia si recordamos las condiciones bajo las que esto ocurrió. En primer lugar, el retomado gusto por la arquitectura medieval era todavía algo demasiado elitista para el vulgo. Era de esperar que los propietarios de tierras Ñ los líderes de las antiguas familias, cuyo linaje estaba estrechamente vinculado con el antiguo esplendor del país Ñ se interesaran por un estilo que reavivaba los recuerdos del pasado, y simbolizaba, a la vez, el romanticismo de la historia y el orgullo por su nombre. Pero no apenas cabía esperar el mismo comportamiento por parte de los clérigos, los coadjutores, los hombres del comité o los sacristanes de las ciudades parroquiales. Su concepto de grandiosa arquitectura estaba o ligado a las Cinco îrdenes, o se basaba en un recuerdo de la Atenas de Stuart; sus ideas de devoción se centraban en los bancos familiares de la iglesia. Mas fue únicamente en estas ciudades parroquiales donde los arquitectos de iglesias encontraron un lugar donde poder desplegar su habilidad. La necesidad de construir nuevas iglesias para la creciente población de los núcleos rurales era un problema con el que las parroquias no se habían tenido que enfrentar hasta el momento. Y si lo hubieran hecho, hemos de admitir, que éstas hubieran dudado entre si actuar o no. Porque la verdad, una gran parroquia no siempre significa, y ciertamente tampoco lo hacía en aquel tiempo, una gran congregación. Hablando claro, habría sido absurdo construir nuevas iglesias mientras las viejas permanecían medio vacías. [112-16]
Bibliografí a
Eastlake, Charles L. A History of the Gothic Revival. London: Longmans, Green; N.Y. Scribner, Welford, 1872. [Copy en el Rockefeller Library de Universidad de Brown]