[La siguiente discusión apareció en la edición de 1894 de Enciclopedia de la literatura bíblica, teológica y eclesiástica, IX, 844-45. George P. Landow ha escaneado, añadido párrafos y caracteres en negrita, formateado en lenguaje html, e hipervinculado el texto. Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]


I. El sistema de la teología

El Socinianismo, una extensión de la herejía arriana, conserva como rasgo principal la negación de la naturaleza divina de nuestro Señor con la creencia de que fue un hombre típico y único, que mostró sin precedentes esas características elevadas de la naturaleza humana que la convierten en una sombra de la naturaleza divina y que hicieron que fuera llamado el Hijo de Dios.

El Socinianismo representa a Jesús como nacido de la Virgen María gracias a la intervención sobrenatural del Espíritu Santo; como consecuencia, fue un hombre libre del pecado original y de sus inclinaciones perversas, pero sólo un hombre. Fue externamente ungido como profeta, sacerdote y rey en su bautismo mediante el descenso material de una fuerza divina y de una influencia con forma de paloma, pero su cometido pleno le fue otorgado durante una o más conversaciones con Dios cuando fue arrebatado al cielo, probablemente durante los cuarenta días en el desierto. Fue (excluyendo cualquier idea de la deidad) el Hijo ungido de Dios, y fue Dios quien le concedió el establecimiento absoluto de su dominio, quien le levantó (y no mediante cooperación) de entre los muertos y delegó sobre Él una autoridad suprema sobre los hombres y los ángeles. Pero en todo esto, sólo es un ser creado, y la adoración ante Él sólo se le debe rendir como representante de Dios y no por su propio mérito. El sistema sociniano descarta por completo la idea de la unión entre la naturaleza divina y la humana, alegando que las dos se encuentran tan infinitamente apartadas la una de la otra que la unión entre ellas es una imposibilidad. Su desarrollo posterior no reconoce a Cristo en ningún sentido como objeto de adoración, niega el origen sobrenatural atribuido por la forma anterior de la herejía y le considera sólo como un santo exaltado y un profesor moral.

El Socinianismo no es sin embargo simplemente un sistema de negaciones sino que incluye proposiciones positivas. No sólo niega la doctrina de la Trinidad sino que afirma positivamente que la divinidad es una en persona así como en esencia. No sólo niega la divinidad peculiar de Jesucristo sino que afirma positivamente que fue un simple hombre, es decir, un hombre y nada menos o más que un hombre. No sólo niega la expiación indirecta de Cristo, sino que afirma que los hombres mediante su propio arrepentimiento y buenas obras se procuran el perdón de los pecados y el placer del favor de Dios, y así, mientras niega que, en un sentido apropiado, Cristo es su Salvador, enseña que los hombres se salvan a sí mismos, es decir, en la medida en la que necesitan la salvación. Niega que el Espíritu sea una persona que posea la naturaleza divina y enseña que el Espíritu Santo en la Escritura describe o expresa sólo una cualidad o atributo de Dios.

En su teología el Socinianismo representa a Dios como un ser cuyo carácter moral está compuesto exclusivamente por la bondad y la misericordia, que desea sólo la felicidad de sus criaturas. Excluye así prácticamente de su carácter esa santidad inmaculada que le conduce a odiar el pecado, y esa justicia inflexible que le obliga a infligir sobre el impenitente el castigo que merece. Niega también que Dios prevea las acciones de sus criaturas o que sepa algo sobre ellas hasta que ocurren, excepto en algunos casos especiales en los que ha predestinado el acontecimiento y lo prevé porque lo ha predeterminado. No parece que desvirtúen la omnisciencia de Dios ya que admiten que Dios conoce todas las cosas que se pueden conocer, pero sostienen que los acontecimientos contingentes se pueden comprender, y que incluso los puede percibir un ser infinito.

En su antropología el Socinianismo niega en sustancia la Caída del hombre y toda la depravación original y afirma que los hombres ahora se encuentran, en lo concerniente a todas sus cualidades, tendencias y capacidades morales, en la misma condición que cuando se creó la raza. Puesto que cuando Adán pecó no tenía ninguna honradez original, no perdió ninguna cualidad de ese tipo. Simplemente incurrió en el enfado divino pero retuvo la misma naturaleza moral con la que fue creado. Habría fallecido aunque hubiera pecado o no puesto que fue creado con una naturaleza mortal. Los hombres se encuentran ahora en sus tendencias y naturaleza moral con que son justamente tan puros y sagrados como Adán cuando fue creado, y sin ninguna tendencia positiva, sin embargo, hacia Dios o hacia el pecado. Los hombres están ahora en circunstancias menos favorables que Adán debido a los numerosos ejemplos de pecado que incrementan las probabilidades de caer realmente en el mismo. Algunos evitan el pecado por completo, y obtienen una bendición eterna como recompensa, otros pecan pero no les cuesta obtener el perdón de Dios y así escapan a las consecuencias de la transgresión.

En su Cristología este sistema niega naturalmente la necesidad de la expiación y declara que Cristo no tiene nada que ver en el mundo con el cumplimiento de su misión sino con la transmisión íntegra y certera de la información sobre el carácter y el gobierno divino, el camino del deber y de la bendición futura y la exhibición ante los hombres del ejemplo de la obediencia de la ley o la voluntad de Dios. Los antiguos socinianos rechazan por lo tanto la labor sacerdotal de Cristo por completo o la asocian y la confunden con la de los reyes, mientras que los socinianos modernos abolen la labor de los reyes y la resuelven por completo en la profética. El sufrimiento de Cristo ante la muerte, por supuesto, no pertenece a la ejecución de lo sacerdotal sino a la labor profética. En otras palabras, su único objeto y diseño fue reducido al marco general del servicio para enseñar y confirmar ante los hombres la voluntad de Dios. Así, se reveló una inmortalidad más allá de la muerte acerca de la cual no se había dado a los hombres ninguna certeza antes del fallecimiento de Cristo.

Con respecto a la Escatología, el Socinianismo niega la resurrección del cuerpo como algo absurdo e imposible. Se aferra a lo que se denomina una resurrección que no es la resurrección de un mismo cuerpo sino la formación y unión de un cuerpo diferente al alma. Repudia la doctrina del castigo eterno pero los socinianos están divididos entre las dos teorías de la aniquilación de los malvados (sostenida por los antiguos socinianos) y la restauración final de todos los hombres (adoptada por los socinianos modernos).

En lo concerniente a la Iglesia y a sus sacramentos, el Socinianismo enseña que la Iglesia no es, en ningún sentido, una institución divina sino una simple asociación voluntaria de hombres, atraídos por la similitud de opiniones y por el deseo de promover el bien de unos y de otros. El objeto de los sacramentos es enseñar a los hombres e implantar la verdad divina sobre sus mentes y no se hallan para nada conectados con ningún acto de parte de Dios en la comunicación de las bendiciones espirituales.

II. La secta

Generalmente se considera a Laelius Socinus como el verdadero fundador del sistema sociniano, aunque fue Faustus, su sobrino, el principal defensor y promulgador. El origen de la secta ha sido localizado normalmente por los propios autores en el año 1546 cuando colegios o conferencias de aproximadamente cuarenta individuos se reunían habitualmente, principalmente en Vicenza, en el territorio veneciano, con la intención de introducir una fe más pura descartando un número de opiniones sostenidas por los protestantes y papistas, a pesar de que Mosheim y otros han desacreditado este relato. El primer catecismo y confesión de los socinianos se imprimió en Cracovia, Polonia, en 1574, momento en el que la secta recibió el nombre de anabaptistas. Se cree que George Schomann fue el autor de este primer credo sociniano. Este catecismo fue, sin embargo, suplantado durante el siglo XVII por el catecismo racoviano, compuesto por Schmalz, un erudito alemán sociniano, que se había establecido en Polonia. Desde Polonia, las doctrinas socinianas se llevaron en 1563 hasta Transilvania, principalmente a través de la influencia y de los esfuerzos de George Blandrata, un médico polaco. Durante más de cien años, Polonia fue la plaza fuerte de esta secta, pero en 1653, mediante un decreto de la dieta de Varsovia, fueron expulsados de su reino y la severidad de este edicto se repitió en 1661 cuando fueron completamente arrancados del país.

El padre del Socinianismo en Inglaterra fue John Biddle, quien, hacia mediados del siglo XVII fue el primero que enseñó abiertamente los principios subversivos de la doctrina recibida de la Trinidad. La publicación de El catecismo doble de Biddle causó un gran revuelo tanto en Inglaterra como en el continente. Varias respuestas aparecieron ante este panfleto sociniano pero la más acertada fue la del célebre doctor John Owen, en su Vindicite Evangelic&aelog;. Los biddelianos nunca fueron numerosos y rápidamente desaparecieron. Los socinianos modernos, que adoptaron el nombre de unitarianos (Unitarians), no fueron un partido destacado en Inglaterra hasta el final del siglo XVIII cuando Priestley y otros reconocieron públicamente y propagaron los sentimientos antitrinitarios. Una diferencia considerable, sin embargo, existe entre las opiniones de los socinianos antiguos y modernos. Los dos Socinios, tío y sobrino así como sus seguidores inmediatos, admitieron la concepción milagrosa de Cristo por la Virgen María y el derecho a que fuera adorado, dado que Dios le adelantó en el gobierno de todo el universo creado, doctrinas a menudo rechazadas por los socinianos modernos. Estos últimos están ahora, por lo menos en los Estados Unidos, sustituyendo de modo general la infidelidad atea de Alemania por el Socinianismo propiamente dicho, aunque bajo una cierta profesión del Cristianismo.

Bibliografía

M«Clintock, John, y James Strong. Encyclop¾dia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature. 10 vols. New York: Harper & Brothers, 1894.


Modificado por última vez 14 de mayo de 2010; traducido 12 de deciembre de 2010