[Tom Hart ha compartido generosamente con los lectores de la Web victoriana los materiales de su proyecto permanente, «Anti-Darwin: la oposición literaria y filosófica al Darwinismo» (Anti-Darwin: The Literary and Philosophical Opposition to Darwininism). Da la bienvenida a comentarios que se le pueden dirigir a tehart@aol.com. Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
William Paley es quizá el profeta mejor conocido de finales del siglo XVIII y de principios del siglo XIX que se comprometió con la búsqueda y el desarrollo de la «teología natural». El proyecto de los teólogos naturales, como se ha destacado, abarcaba el movimiento desde lo observable y lo creado hasta lo no observable y no creado, esto es, Dios. Ahora bien debería considerarse desde el principio que incluso asumiendo que la existencia de Dios pudiera probarse y por lo tanto sus atributos pudieran describirse, el proyecto no hace nada por fomentar la creencia en el Cristianismo, que todavía sigue siendo el tema de la revelación. En vez de examinar la teología de Paley en detalle, sólo sería necesario examinar su prueba de la existencia de Dios así como algunos de sus argumentos sobre los atributos de Dios.
Paley comienza su teología postulando que si va caminando por el campo y se tropieza con una piedra, entonces no existe ninguna objeción para suponer que la piedra ha estado siempre allí desde el principio de los tiempos. Paley después cambia el objeto por un reloj:
Pero supongamos que he encontrado un reloj en el suelo y me pregunto cómo ha llegado el reloj a ese lugar. En ese caso, difícilmente pensaría en la respuesta que he dado anteriormente, que, por lo que sé, el reloj siempre haya estado probablemente allí. Sin embargo, ¿por qué esta respuesta no serviría tanto para el reloj como para la piedra? Por esta razón, y por ninguna otra, cuando nos ponemos a inspeccionar el reloj, percibimos (lo cual no descubrimos en la piedra) que sus diferentes partes se han unificado con un propósito . . . [Descripción del reloj omitida]. Una vez visto este mecanismo . . . pensamos que es inevitable no inferir que el reloj debe tener un creador . . . que comprenda su construcción y que haya diseñado su uso.
Paley da multitud de ejemplos del diseño de las diversas especies animales, que nos saltaremos, pero continúa con una discusión de los atributos de la deidad. Afirma que «Ningún animal, por ejemplo, puede haber inventado sus propios miembros y sentidos, ni puede haber sido el autor del propio diseño con el cual fueron construidos». Esto lo explicaría de modo controvertido la doctrina de Darwin que muestra cómo un animal o con mayor precisión, una especie, puede ser «su propio autor». La aserción básica de Paley es que la invención muestra la presencia de una inteligencia diseñadora. Los atributos de la deidad, una vez que su existencia se ha probado, «deben ser adecuados a la magnitud, grado y multiplicidad de sus operaciones». Encuentra una prueba de la unidad de la deidad en «la uniformidad del plan observado en el universo». Señala también el parecido de «todos los grandes animales terrestres» en su estructura.
Dos cosas prueban la bondad de la deidad. La primera de ellas es la naturaleza beneficiosa del invento que Él diseñó. La segunda es el hecho de que el placer se haya añadido a las sensaciones animales. Paley no aporta pruebas extendidas de otros atributos de Dios, tales como la belleza, la omnipresencia y así sucesivamente.
¿Qué falla (What is wrong) en el argumento de Paley?
Recursos en línea
William Paley. Natural Theology; or, Evidences of the Existence and Attributes of the Deity (1802) [E-text online]
Modificado por última vez el 27 de febrero de 2002; traducido el 30 de noviembre de 2010