[Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
Esta palabra, que durante el siglo XX ha llegado a significar poco más que una descreencia pasiva, fue inventada por Thomas Henry Huxley en Cambridge durante la década de 1860. Según Charles Blinderman, profesor emérito de la Universidad de Clark, «Parece ser que él inventó la palabra hacia finales de la década de los 60 durante uno de las primeras reuniones de la Sociedad metafísica. No utilizó el término hasta pasado el año 1870». Huxley, el gran partidario de Darwin, acuñó el término, dice, porque todo el mundo era un «-ista» de un tipo o de otro, mientras él carecía de una etiqueta para aplicarla a sus propias creencias. Buscaba distinguirse de aquellos cuya fe proporcionaba respuestas a las preguntas más profundas:
¿Existe Dios? ¿Cómo podemos conocerlo? (¿Por qué no se reveló de un modo menos ambiguo en las Escrituras?) ¿Por qué creó el mal y por qué permitió sufrir a los buenos y a los malos prosperar? ¿Interviene milagrosamente en este mundo?
Thomas Henry Huxley. Busto retrato en el Museo de historia natural de Londres. Fotografía tomada por GPL.
Se encontró con que no podía responder esas preguntas. Además, llegó a creer que nadie podía hacerlo sin recurrir a un conocimiento (o gnosis) que trascendiera la razón. Debemos recordar que Huxley fue uno de los primeros científicos que pensó en la ciencia como una profesión. Antes del periodo victoriano, la mayor parte de los datos científicos eran recogidos por sacerdotes que disponían de tiempo. Como científico profesional, Huxley insistió en la razón y en el método empírico como los únicos modos propiamente científicos para conocer este mundo. Para él, la fe significaba creer lo que era literalmente increíble (esto es, ilógico) y por tanto, imposible para un científico. Al tratar lógicamente con lo desconocido, sólo se pueden inferir fenómenos como aquellos que ya se entienden. Al principio, creyó que cualquier fe implicaba una lógica negativa (véase sobre «La mala fe» de Jean-Paul Sartre) pero posteriormente abandonó esta postura. Otros agnósticos (como Leslie Stephen, George Eliot, y W.K. Clifford) se han mostrado muy receptivos a asumir esta postura, sin embargo, Huxley siempre insistió en que no existía nada parecido al Agnosticismo y que por lo que a él respectaba, el término sólo describía sus propias creencias. Pero hasta un grado considerable, este vástago creció más que su padre.
La característica distintiva de la descreencia victoriana fue el grado hasta el cual se convirtió en una alternativa a la religión tradicional, y cuando individuos como Leslie Stephen y W.K. Clifford empezaron a autodenominarse agnósticos, el Agnosticismo logró el tipo de éxito que Comte intentó crear para el Positivismo (que Huxley descartó como «Catolicismo menos Cristianismo»). Por primera vez, los hombres y mujeres que no podían aceptar los dogmas que las religiones requerían se podían aprovechar de un conjunto de argumentos lógicos. Hacia 1884, tenían incluso su propio periódico, el Anual agnóstico.
Aquellos que atacaron a Huxley y al Agnosticismo tendieron a ignorar las distinciones sutiles que hizo, equiparando a los agnósticos con los ateos, materialistas, y otros «infieles». Consideradas junto a la moral extremadamente tradicional y conservadora de los primeros agnósticos que tenían cuidado de comportarse de acuerdo al modelo victoriano de la clase media, las distinciones son importantes para explicar la influencia del movimiento. Donde los ateos dicen que Dios no existe, el agnóstico dice que la razón no se puede nunca utilizar para probar la existencia de un ser que trasciende la razón, e independientemente de su existencia, no interviene en los asuntos humanos ni especula sobre su existencia dudosa. Somos independientes.
Los pensadores del siglo XX, especialmente los existencialistas, han utilizado el Agnosticismo como un argumento de partida para sus propias filosofías, y la imprecisión con la que se usa el término actualmente mide su éxito. Gran parte de ese éxito se debe a la creación por parte de Huxley del nombre. El «Agnosticismo» tiene un caché al que no se puede aproximar ni la «descreencia racional» ni cualquier otra denominación.
Referencias
Charles Blinderman, correspondencia privada, 1 de Julio de 2001. [En su carta el doctor Blinderman señala también que algunos «historiadores afirman que Lady Burton utilizó el «Agnosticismo» antes que Huxley». Tanto si Huxley le tomó prestado el término o si lo acuñó probablemente de modo independiente, su influencia popularizó el término].
Creado en 1987; modificado por última vez el 1 de julio de 2001; traducido 12 de deciembre de 2010