[••• = disponible sólo en Inglés. El autor ha compartido amablemente con los lectores de la Victorian Web el siguiente ensayo, que apareció por primera vez en The Explicator 60 (Spring 2002: 142-45). Traducción de Noelia Malla García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
n una célebre afirmación dirigida a W. B. Yeats, Wilde llamó a The Renaissance “mi libro de cabecera, nunca viajo a lugar alguno sin él” (p. 80). En otra referencia citada con frecuencia, habla de este libro en De Profundis como “ese libro que ha tenido una influencia tan profunda en mi vida” (Letters 471). No obstante, la influencia en Wilde no se limita a un único libro. Marius el epicúreo causó un fuerte impacto en Wilde, los estudios de la cultura clásica de Pater, Appreciations and Imaginary Portraits estaban entre los pocos libros que pidió y recibió durante su encarcelamiento (Letters 399). En el presente ensayo propongo estudiar la fuerte influencia de Pater en los cuentos de Wilde a la que los críticos no han prestado demasiada atención.
La carrera literaria de Wilde se inició en 1886 cuando escribió El crimen de Lord Arthur Savile, entonces siguió con El fantasma de Canterville y los cuentos de El príncipe feliz y otros relatos y Una casa de granadas. Estos relatos revelan muchas influencias de Hans Christian Andersen, William Blake o Thomas Carlyle, pero Pater supone una influencia principal en muchos de estos cuentos. En De Profundis, Wilde escribe sobre Marius el epicúreo que “Pater busca reconciliar la vida artística con la vida religiosa en el sentido profundo, dulce y austero del mundo. Pero Marius es poco más que un espectador: un espectador ideal, de hecho... pero un mero espectador y, quizás, demasiado ocupado con el encanto de los jarrones del Santuario para percibir que lo que está contemplando es el Santuario del Dolor”(Letters 476). En muchos de los cuentos, la preocupación de Wilde es la misma que la de Pater en Marius — armonizar el cristianismo con la vida artística o el esteticismo— con la diferencia de que el contenido emocional es mayor y nos impresiona más que estemos en “el Santuario del Dolor”. En otros cuentos está más preocupado con la conclusión [•••texto] de The Renaissance, con su insistencia en que deberíamos dedicar nuestras vidas al disfrute individual de los mejores objetos de arte; consejo que rechaza totalmente.
El relato de “El príncipe feliz”, por ejemplo, pertenece a este último grupo. Cuando conocemos al príncipe feliz, éste es una bella estatua “revestido de finas capas de oro”, sus ojos son “dos zafiros brillantes” y “un gran rubí rojo” está incrustado en la empuñadura de su espada (271). Su posición como objeto estético elevado sobre la ciudad, simboliza la vida en soledad, despreocupada que busca el placer que le condujo a la muerte, cuando vivió en un bonito palacio que constituía, en sí mismo, una obra de arte. Cada tarde, nos dice “I led the dance in the Great Hall” (272). “El príncipe feliz”, entonces, comienza su existencia como un esteta, un seguidor del consejo de Pater en The Renaissance que “quemar siempre con esta llama fuerte, parecida a una gena, mantener este éxtasis, supone éxito en la vida.... Tenemos un intervalo, y después nuestro lugar no nos conoce más. Algunos pasan este intervalo con languidez, otros con pasión, los más sabios, al menos entre “los niños de este mundo”, en el arte y la canción... De tal sabiduría, la pasión poética, el deseo de la belleza, el amor del arte por el arte prevalece. El arte se acerca a tí proponiendo con franqueza darte los mejores momentos de tu vida por el mero hecho del momento en sí” (123). Incluso siendo un niño, el príncipe feliz se dedica a llevar instintivamente una vida artística similar a la de Pater de música y belleza, no obstante, al llevar esta vida bloquea la dulzura y pureza cristiana.
Cuando se convierte e n una estatua, el príncipe feliz reconoce poco a poco todo el dolor y pesar que existe en la ciudad bajo él y se convierte en un cristiano, un hijo de la luz. Su corazón desborda de amor y piedad y sacrifica su gloria estética para ayudar a otros. Para realizar esta tarea, cuenta con la ayuda de un gorrión que experimenta un patrón de desarrollo similar al de la estatua. Finalmente, el príncipe se deshace de toda belleza estética y su corazón plomizo se rompe cuando el gorrión muere, pero ambos están ahora preparados para entrar en el Cielo, y así es como termina el cuento. El cristianismo y el esteticismo no se combinan en “El príncipe feliz” (“The Happy Prince”) el Renacimiento de Pater se ve como una etapa inicial egoísta que los seres humanos deberían desarrollar más, como hacen el gigante egoísta y la estrella infantil, por ejemplo, al contrario del cohete notable. El Alma en “El palacio del arte” (“The Palace of Art“) de Tennyson — otra influencia obvia en los cuentos de Wilde— experimenta unos cambios muy similares. El gran problema de la infanta en “El cumpleaños de la infanta” es que ella no va más allá del esteticismo privado que Pater recomienda en su conclusión, pero se queda siendo monstruosa con su belleza gélida y frío palacio con múltiples obras de arte.
Por otra parte, en “El joven rey” (“The Young King”), el cristianismo y el esteticismo armonizan en su totalidad. El joven rey, hijo de una artista, es desheredado en un principio por su abuelo, el viejo rey, pero es reconocido más tarde como heredero al trono y llevado a palacio. “Desde el mismo instante de su reconocimiento había dado muestras de esa extraña pasión por la belleza que estaba destinada a tener una gran influencia en su vida. El palacio maravilloso — Alegre, lo llamaban— del cual era ahora lord, le parecía un nuevo mundo para su deleite... bajaría la gran escalinata, con leones de bronce y escalones de pórfido brillante, pasearía de habitación a habitación y de pasillo a pasillo” (213-14).
El pasaje crucial muestra al joven rey como un discípulo vehemente del Renacimiento de Pater, en un estado continuo de “éxtasis”, consumiéndose con una “llama semejante a una gema” mientras disfruta en privado de las múltiples bellezas de las obras de arte de su palacio. No obstante, su alegría es efímera. Mientras su naturaleza se desarrolla, se da cuenta en tres sueños sucesivos del dolor y el mal que acompaña la adquisición de tales magníficos objetos de arte. El resultado es que se convierte en cristiano, abraza la pobreza y acude a su coronación harapiento. El reino, desde nobles hasta obispos, se burla y se opone a su coronación, pero él sigue presionando y entra en la Iglesia. Los nobles le siguen con con las espadas desenfundadas e intentan asesinarle, no obstante Dios interviene y le corona:
And lo! through the painted windows came the sunlight streaming upon him, and the sunbeams wove round him a tissued robe that was fairer than the robe that was fashioned for his pleasure. The dead staff blossomed, and bare lilies that were whiter than pearls. The dry thorn blossomed, and bare roses that were redder than rubies. [221]
¡He aquí que los paneles pintados se iluminaron y la luz le siguió, los rayos de sol le envolvieron como con un manto más preciado que lo que pudiera imaginar. Los brotes marchitos florecieron, las lilas más blancas que perlas. El espino seco floreció de rosas más rojas que rubíes. [221]
Tras abandonar el mundo del arte privado del viejo rey satánico, que había asesinado en secreto a sus padres, el joven rey entra en una nueva esfera estética, pura e indescriptiblemente bella. El cristianismo en este relato es la forma más superior de esteticismo: el joven rey abandona el Renacimiento de Pater y descubre un epicureismo religioso superior tanto como Mario ha hecho cuando comienza en él el capítuo del “Divino Servicio” de la novela que el cristianismo es “lo más bello del mundo” (303). Como Marius, en su última escena de desarrollo personal, combina el cristianismo y el esteticismo. [En este ensayo, seguiré la lectura de Monsman sobre Marius: aunque Marius nunca da el paso definitivo de convertirse oficialmente al cristianismo, su muerte es un preludio de un despertar final a una experiencia total de Dios].
El protagonista de “El pescador y su alma” (“The Fisherman and His Soul”) hace lo mismo. Al principio, el pescador queda fascinado por la bella sirena que canta canciones maravillosas y vive en un mundo maravilloso bajo el mar, abandona su alma y se une a ella. No obstante, al final del relato, su corazón es capaz de amar tanto a la sirena como a su alma: sin abandonar el esteticismo, se convierte en cristiano y su tumba florece provocando un cambio en el sacerdote iracundo, quien habla del amor global y bendice a todas las criaturas de Dios. De manera similar, en “El niño estrella” (“The Star-Child”), la belleza física del “niño-estrella” vuelve sólo cuando se hace bello espiritualmente según las pautas cristianas: ambos aspectos van de la mano. Y al principio de “El fantasma de Canterville”, la recompensa de Virginia por poner en peligro su vida de manera poco interesante para terminar con los sufrimientos del fantasma es estético, el espíritu en agradecimiento da a Virginia una caja llena de joyas preciosas.
Una y otra vez en los cuentos, pero especialmente en “El joven rey”, Wilde une el cristianismo y el esteticismo a la manera de Marius el epicúreo, y una y otra vez rechaza el consejo de la conclusión de The Renaissance, presentándolo como una escena inicial inadecuada en el desarrollo espiritual del alma.
Obras citadas
Monsman, Gerald Cornelius. Pater's Portraits: Mythic Pattern in Fiction of Walter Pater. Baltimore: The Johns Hopkins Press, 1967.
Hart-Davis, Rupert, ed. Letters of Oscar Wilde. New York: Harcourt, Brace and World, 1962.
Pater, Walter. Marius The Epicurean. London: Macmillan, 1910.
Pater, Walter. The Renaissance: Studies in Art and Poetry. Ed. Adam Phillips. Oxford and New York: Oxford University Press, 1986. — An Oxford World's Classics paperback.
Wilde, Oscar. Complete Works of Oscar Wilde. Third Edition. Glasgow: HarperCollins, 1994.
Yeats, W.B. The Autobiography of William Butler Yeats. New York: Macmillan, 1953.
Modificado por última vez el 22 septiembre de 2009; traducido el 9 de febrero de 2012