[••• = disponible sólo en Inglés. Traducción de Noelia Malla García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
Influencias de los primeros alimentos — Todo queda en familia
Las cuestiones relacionadas con la comida impregnan la vida y obra de Oscar Wilde. Oscar creció en el hogar de su conocido padre, el Dr. William Wilde, un notable cirujano óptico que abrió y financió su propia clínica óptica. Según David Pritchard, tanto la financiación de la clínica como el estilo de vida adinerado de la familia se debía a la fortuna que obtuvo el doctor Wilde in el comercio lucrativo del azúcar (10). Otro alimento que influyó en la vida temprana de Oscar además del azúcar fueron las patatas o la carencia de éstas. Según Hesketh Pearson en Oscar Wilde: His Life and Wit, “William realizó un studio estadístico de las enfermedades que afectaban a la población irlandesa años después de la Gran Hambruna Irlandesa” (6).
Los debates sobre las patatas no sólo fascinaban a William sino que también era tema de interés para la madre de Oscar, Jane Elgee, cuyo seudónimo de escritora era Speranza. Conoció a William durante un mitin sobre la carencia de alimentos y los efectos de la hambruna particularmente en el campesinado irlandés (Pearson 9). Elgee pensaba que el gobierno ingles debía ser derrocado por una rebelión. Según Pearson, Jane Elgee fue uno de los pocos miembros del movimiento Young Ireland (Joven Irlanda) que no fue expulsado. Los demás miembros del movimiento Young Ireland fueron acusados de traición y deportados a Australia como convictos. Tal vez porque Jane era mujer y por su origen angloirlandés, se salvó de la suerte de sus compatriotas y permaneció en Dublín sin encontrar obstáculos por parte del gobierno. Se casó con William Wilde, el padre de Oscar, en 1851 (Pearson 9).
A diferencia de Oscar, cuyo interés sexual se dividía entre una mujer (su esposa) así como entre varios hombres para satisfacer su tendencia homosexual, la preferencia sexual de su padre se dividía entre su mujer y varias amantes. Una de las tempestuosas ex amantes del padre hizo también mención a la alimentación en la diatriba contra William por la cantidad de hijos ilegítimos que tenía.
Su Descendencia es toda una plaga
Para aquéllos que odian tales ‘bichos’
Un deporte que tendré el honor de realizar,
Será el de freír la raza de Wilde en el Oeste
Para que podáis llamarlos “Buñuelos” [Prichard 18]
Otro rasgo distintivo que diferencia el comportamiento entre el padre y Oscar es que William era bastante desaliñado. Según Keane, la cuidada “actitud escandalosa” y sus “planes inadmisibles” tenían poco que ver con la actitud sucia y despreocupada por parte de William (40). Según Pearson, el comportamiento ofensivo de este último también se filtra en prácticas antihigiénicas como probar la sopa en una cena con el pulgar mugriento (9). Parece ser que el comportamiento horriblemente vulgar de su padre inspiró el diálogo de uno de los personajes de Oscar en la obra, Una mujer sin importancia. El personaje afirma: “Hoy en día, para entrar en sociedad uno tiene que dar de comer a la gente, divertirla o escandalizarla. Un hombre que puede dominar la mesa en una cena de Londres puede dominar el mundo” (Keyes 56).
Los viajes y las comidas de Oscar
Oscar se sentó en muchas mesas a cenar, siendo una de las más importantes la de Walt Whitman. Mientras compartían una botella de “vino de saúco notoriamente asqueroso” (Pritchard 64), Whitman expresó su desacuerdo con la filosofía estética de Oscar diciéndole, “Me parece que el tipo que está en contra de la belleza por sí misma está siempre equivocado. Mi idea es que la belleza es un resultado, no una abstracción” (64). Dejando a Whitman y la costa este, Wilde continuó su gira de conferencias a través de los Estados Unidos compartiendo su filosofía estética en casas repletas de gente. Durante una de las muchas paradas a lo largo de la gira que hizo desde Nueva York a California, Oscar dio una conferencia en Colorado. Mientras estaba en la legendaria e “incomparable” mina de plata, Wilde cenó bajo tierra con los mineros. Según Prichard, a fin de honrar la presencia y buena disposición de Oscar para comer “en las entrañas de la tierra” (64), abrieron un nuevo pozo llamado “El Oscar” en su honor.
Al otro lado del Atlántico, durante el periodo de tiempo en el que Wilde vivió en Francia, Oscar fue asiduo de cafeterías y restaurantes frecuentados por poetas y artistas, muchos de ellos eran ingleses expatriados. Los conocidos que Oscar hizo mientras tomaban vino, té y bollos le introdujeron en la vida bohemia de Montmartre. Encontró un mercado preparado para sus habilidades literarias como crítico para publicaciones que estaban en boga como The Pall Mall Gazette y The Dramatic Review. Como crítico literario, Oscar, que utilizó un amplio y astuto enfoque teórico, criticó a menudo la superioridad de los franceses sobre la poca audacia de los ingleses.
Críticas y comidas de Oscar
Las reseñas de libros y obras de teatro eran como él mismo, ingeniosas, obstinadas y, en ocasiones, mordaces. Y al igual que los encuentros que hacen mención a sus gustos, el contenido de sus reseñas ocasionalmente trataban sobre comida. En una cita de la obra de Pritchard Oscar Wilde, el placer de Wilde por las bromas literarias haciendo alusiones a la comida es evidente en su reseña para “The Chronicle of the Mites” (“La crónica de los ácaros”), que escribió para The Pall Mall Gazette del 15 de febrero de 1888:
“The Chronicle of the Mites” es un poema satírico que se mofa del estilo heroico que habla de los habitantes de un queso en putrefacción que hacen conjeturas sobre el origen de sue specie y mantienen debates eruditos sobre el sentido de la evolución y el Evangelio según Darwin. Esta épica de un queso es una producción más bien repugnante [sic] cuyo estilo es tan monstruoso y tan realista que tendrían que llamar al autor el Gorgon-Zola de la literatura [80]
Referencias culinarias en otros escritos de Wilde
Las referencias a la comida aparecen en todas sus obras de teatro y novela desde la “extravagancia imprudente” (358) de los sandwiches de pepino en La importancia de llamarse Ernesto hasta la famosa ocurrencia en la obra cuando Jack asegura a Lady Bracknell “Participar en dos almuerzos en un día no sería libertad. Sería licencioso” (408). Wilde también hizo que Jack explicara de forma ingeniosa: “Cuando estoy en apuros, lo único que me consuela es comer. De hecho, cuando estoy realmente en un gran apuro. . . rechazo cualquier cosa excepto comida y bebida” (410). Otra ocurrencia relacionada con la comida que también demuestra su ingenio agudo en El retrato de Dorian Gray: “Ella intentó fundar un salón, pero sólo ha conseguido abrir un restaurante” (22).
Lord Alfred Douglas [Bosie] y la comida
Incluso su malograda relación con Bosie [Lord Alfred Douglas], su amante, se vio salpicada de cuestiones culinarias. Cuando Bosie volvió de Egipto, bombardeó a Oscar con peticiones para retomar la relación anterior, a lo que Oscar se negó en un principio. Sin embargo, cuando Bosie se intentó suicidar, Oscar se ablandó y se fue a París en su busca. Esta relación con Bosie le condujo finalmente al encarcelamiento. “De Profundis” se escribió mientras Oscar estaba en prisión por mantener relaciones homosexuals, entre otros con Bosie. Es a través de los detalles extraordinariamente descriptivos que aparecen en “De Profundis” como nos enteramos de su llegada a París:
Cuando llegué a Paris, tus lágrimas, que brotaban una y otra vez durante toda la velada, que caían sobre tus mejillas como lluvia mientras comíamos primero en Voisin, y cenábamos después en Paillard.
Parece ser que muchos de los problemas financieros de Oscar venían de los agasajos que hacía al “malhumorado Bosie” (Prichard, 120-25). En una carta escrita en la prisión de Reading incluida en la obra de Wilde Complete Letters fechada el 8 de marzo de 1897, Oscar escribió a More Adey sobre los “tres meses de verano desperdiciados ocupándose de Bosie” (679).
La filosofía estética de Oscar, la cual le dotó de sensibilidad y capacidad de apreciar el arte y la belleza (incluyendo las comidas bien presentadas), junto con su necesidad de ser socialmente correcto y su deseo de agradar, le situó en una posición precaria en su relación con Lord Alfred Douglas. Oscar escribió:
Mis gastos ordinarios con usted [Bosie] para un día normal en Londres – para el almuerzo, comida, cena, cabrioles… las demás diversiones oscilaban de £12 a £20; durante nuestros tres meses en Goring mis gastos (por supuesto, con el alquiler incluido) fueron de £1,340. [128]
De hecho, la predilección por comer juntos a costa de Oscar dio comienzo tras la ruina de Wilde. Cuando Bosie y Oscar volvieron juntos de París, desafiando al padre de Douglas, el marqués de Queensberry, que había ordenado a su hijo no acercarse a Wilde, les sorprendió comiendo en el Café Royal. A pesar de que Oscar, al parecer, había cautivado al marqués, éste escribió una de sus celebérrimas cartas intimidatorias. Prichard incluye la parte de la carta en la que se refiere al episodio del almuerzo de su hijo y Oscar juntos: “Os ví con mis propios ojos en la más odiosa y repugnante actitud reflejada en vuestro comportamiento y expresión” (126). Queensbury no paró de acosar a Oscar hasta que se produjo un escándalo público. En un incidente, el marqués, indignado, apareció en el estreno de La importancia de llamarse Ernesto para interrumpir la actuación, pero George Alexander, director del teatro, había recibido noticias de sus planes y le impidió entrar en el teatro. Aquí también, encontramos una ofensa a Oscar relacionada con la comida. “¡Dejó un grotesco ramo de hortalizas para mí!” Wilde escribió a Bosie: “Desde luego, este episodio hace que su conducta sea ridícula, le priva de dignidad” (143). También hubo lugar para hacer mención a la comida en su juicio; el fiscal reveló que Oscar había tomado vino, almorzado y que había dado dinero a varios hombres de clase obrera. Según Pritchard, esto dio lugar a más cuestionamientos acerca de su comportamiento con los hombres y en última instancia a su condena (143).
Tras su ingreso en prisión, Oscar se quejó a Bosie de que sus “intereses residían meramente en sus almuerzos y modos” (687) y no en los de la dramaturgia de Wilde, que con frecuencia y sistemáticamente interrumpía. Oscar le recordó que se acercaría a la plaza St. James Place donde intentaba escribir Un marido ideal. En otra carta, Oscar relata lo ocurrido cada día durante un periodo de tres meses:
Te acercaste a las doce en punto, fumando y cotorreando hasta la 1:30, cuando te tuve que llevar a almorzar al Café Royal o al Berkley. La comida acompañada de los licores de rigor duraba normalmente hasta las 3:30. Durante una hora estuviste en el White. A la hora del té aparecista de nuevo y te quedaste hasta que ya era hora de vestirse de ocasión para la cena. Cenaste conmigo tanto en el Savoy como en Tite Street. No nos sepárabamos por norma general hasta media noche, ya que la cena en el restaurante Willi daba por terminado el fascinante día. [686]
En otra carta, se queja de su bancarrota ante las peticiones de Bosie, que en su mayor parte incluían “los caprichos de comer, beber y actividades del mismo estilo” por los que se gastó “más de £5000 en dinero efectivo” (688). En una carta dirigida a Bosie desde la prisión de Reading, Oscar recuerda
Una de las cenas más deliciosas que recuerdo es una con Robbie en un café del Soho, que costó tantos chelines como las libras que me costaron las cenas contigo. Tras la cena con Robbie tuve el primer diálogo y el mejor de todos los que he tenido. La idea, el título, el tratamiento, la manera, todo esto giraba en torno a un menú de 3.50 francos. Aparte de las temerarias cenas contigo no me queda nada más que el recuerdo de lo mucho que se comió y bebió. [688]
Es preciso mencionar que Wilde cuenta más detalles de su relación con otros hombres, especialmente con Robbie, en “La decadencia de la mentira” (“The Decay of Lying”).
Cuestiones alimentarias en los cuentos para niños de Wilde
Nueve años antes de que Oscar fuera encarcelado en las prisiones de Su Majestad, escribió cuentos de hadas para niños que también tenían cuestiones relacionadas con la comida. El título de su segundo volumen de cuentos de hadas, Una casa de granadas (1888) obviamente hace referencia a comida. La idea de publicar •••cuentos infantiles, populares en el género victoriano respondía a sus gustos estéticos porque los volúmenes para niños a menudo eran encuadernados maravillosamente y estaban muy de moda. Según la introducción de Wilde a su libro de Una casa de granadas, él pretendía que muchas de sus cuentos para niños apelaran a la igualdad con los adultos (vii). Los cuentos son alegóricos o satíricos y reflejan la obsession estética de Oscar por la importancia de la Belleza; no obstante, me parece que la mayor calidad está en la tristeza que recorre muchos de éstos cuentos.
Uno de los cuentos que trata sobre el sufrimiento y la redención es “El príncipe feliz”, que al igual que otros de sus cuentos, termina con dolor y muerte en lugar de “Y vivieron felices para siempre”. “El príncipe feliz” es una estatua del palacio St. Souci, y el príncipe mira fijamente la ciudad, observando el sufrimiento de los pobres. Éste le pide a una golondrina que tome el pomo de su espada de rubí, sus ojos de zafiro y el pan de oro que le recubre para dárselo a la gente hambrienta de las calles de abajo (3-24). Cuando la estatua del pequeño príncipe pierde todas sus cualidades decorativas, los consejeros de la ciudad dicen que el príncipe está “andrajoso” (22) y “lo mismo que un pordiosero” (22). La estatua, que se quitó los adornos, se convierte en la imagen de la gente hambrienta a la que intenta dar de comer. Sin embargo, los ciudadanos sólo pueden ver que desde que la estatua “no es bella, ya no es útil” (23).
Creo que Wilde plantea aquí dos argumentos aparentemente dispares, uno que nos lleva a la conclusión de que la belleza y el valor son iguales. El segundo argumento tiene indicios de la teoría socialista porque además de que el valor de la estatua se reduce a algo temporal, la golondrina, que le ayudó a compartir su fortuna y mitigar el hambre de los pobres, muere por falta de alimento. Éste triste final refleja el pensamiento de Wilde en su ensayo, “El alma del hombre bajo el socialismo”, ya que el objetivo del príncipe, con privilegios desde su nacimiento, era el de reclutar a la golondrina para ayudarle a dar de comer a aquéllos cuyas posibilidades estaban lejos de las suyas. Wilde vio este comportamiento equivalente a un medio que sólo perpetúa el sombrío futuro de aquéllos que son pobres. Ya que el protagonista de la historia es sólo una estatua que tiene algunas cualidades casi naturales, y el personaje que muere no es humano sino una golondrina, la historia es efectiva como cuento infantil, pero tiene un mensaje sutil para el lector adulto concerniente a la abundancia y la pobreza.
“El amigo fiel” (“The Devoted Friend”) una intrahistoria que enseña a una rata de agua el significado de ser un amigo fiel, también trata sobre el tema del hambre. El Pardillo cuenta la historia del pequeño Hans quien le regala productos de su fructífera huerta a su admirado vecino, un rico molinero; sin embargo, Miller no le correspondía con su amistad. Hans “padeció mucho frío y mucho hambre, acostándose a menudo sin haber comido más que unas peras secas y algunas nueces rancias” (64). A pesar de que el hijo pequeño de Miller quería “darle la mitad de sus cereales” (65), el molinero amonestó a su hijo y le dijo que “si el pequeño Hans viniese aquí, y viese. . . nuestra excelente cena, y nuestra gran barrica de vino tinto, podría sentir envidia, y la envidia es una cosa terrible, que echaría a perder cualquier carácter “ (65). Wilde incluyó un punto en la historia narrada por la rata de agua en la que hay una moraleja; sin embargo, la moraleja está implícita, en vez de estar expuesta con claridad.
En otro de los cuentos de El príncipe feliz y otras historias, que combina el hambre y la vanagloria, “El famoso cohete” (The Remarkable Rocket) fanfarroneó ante una pata de que estaba “hecho para la vida pública”, sin embargo, una vez dicho esto, la pata dijo, “¡Oh! ¡Qué bellas son las cosas altas de la vida! Esto me recuerda el hambre que tengo” seguidamente la pata abandona al cohete y “se alejó río abajo” (113).
En otra referencia culinaria en uno de los cuentos infantiles de Wilde que podemos encontrar en la colección de cuentos Una casa de granadas, “El cumpleaños de la infanta” enfrenta la celebración del cumpleaños de una niña bonita con sus graciosos amigos y una tarta de cumpleaños deliciosa contra un Enanito que cree que una bella rosa blanca que la Infanta le lanzó significaba una muestra de amor hacia él. Para ilustrar con más detalle la dicotomía entre la Infanta y el Enano, mientras la egoísta Infanta come una tarta “con las iniciales de ella grabadas con azúcar pintado” (43), el Enanito comparte generosamente un pan negro con los pájaros y los lobos hambrientos (47).
Igualmente, el cuento “El pescador y su alma” (“The Fisherman and his Soul”) incluido en Una casa de granadas, cuenta la historia de un pescador que usaba el canto de una sirena para atraer a los peces a su red (67). Cuando el pescador va al templo para pedir una audiencia con el dios ue remediaría su dilema, el sacerdote no decide llevarle a ver al dios hasta que el pescador hace mención al vino dulce y a la fiesta (93).
Wilde hace una enumeración de todos los alimentos tales como el vino que los mercaderes vendían en un bazar llevándolo en “grandes pellejos negros a la espalda” y:
“En el puesto de vendedores de frutas se vendían frutas de cualquier tipo: higos, melones, cidras, pomarrosas y racimos de uvas blancas, naranjas redondas de color rojo dorado, y limones ovalados de oro verde” (99-100).
En el tenderete de “un vendedor de dátiles” (102) el pescadero finalmente tuvo la oportunidad de ver al Emperador.
En un marco más dramático, “El niño estrella” (“The Star-Child”) otro de los cuentos de Una casa de granadas, se llevan al protagonista a una mazmorra donde le dan “pan enmohecido [sic] sobre un tajo. . . y una taza de agua salobre” (147), que el Niño Estrella se ve obligado a comer y beber. Más adelante, el niño no cumple con los requisitos de su búsqueda y, ésta vez, un mago le vuelve a dar un tajo y una taza pero vacías (151). El cuento termina con un final esperanzador, Mostrando clemencia “a todos” (158) después de que “el perverso Mago [fuese] desterrado” (158).
Según la evidencia encontrada en Wit & Wisdom of Oscar Wilde: A Treasury of Quotations, de Keyes, Oscar pasó sus últimos días como un “andrajoso bebedor de absenta de los cafés franceses” (13) y fue extravagante hasta el fin — bebiendo a sorbos champagne en su lecho de muerte, haciendo notar que estaba “muriéndose sobrepasando sus posibilidades” (13). En conclusión, la comida jugó un papel muy importante en muchos aspectos de la vida y obra de Wilde. Lamentablemente, la apreciación respecto a las cenas espléndidas recalcada en “De Profundis” supuso para él un evidente efecto perjudicial.
Obras citadas
Keyes, Ralph. Wit & Wisdom of Oscar Wilde: A Treasury of Quotations, Anecdotes, and Repartee. New York: Harper Collins Publishers, 1996.
Pearson, Hesketh. Oscar Wilde: His Life and Wit. New York: Harper & Brothers, 1946.
Pritchard, David. Oscar Wilde. New Lanark, Scotland: David Dale House, 2001.
Wilde, Oscar. The Complete Letters of Oscar Wilde. Holland, Merlin & Rupert Hart-Davis. Ed.New York: Henry Holt and Company, 2000.
Wilde, Oscar. Complete Works of Oscar Wilde. Glasgow, Scotland: HarperCollins, 2003.
Wilde, Oscar. The Happy Prince and Other Tales and A House of Pomegranates. New York: Garland Publishing, 1977.
Wilde, Oscar. The Importance of Being Earnest: A Trivial Comedy for Serious People. London: Methuen and Co., 1957.
Wilde, Oscar. Literary Criticism of Oscar Wilde. Ed. Stanley Weintraub. Lincoln, Nebraska: U of Nebraska Press, 1968.
Bibliografía adicional sobre Wilde
Aldington, Richard, Ed. The Portable Oscar Wilde: The Epitome of a Brilliant and Tortured Wit . Seventh Edition. New York: The Viking Press, 1959.
Hart-Davis, Rupert, Ed. More Letters of Oscar Wilde. New York: The Vanguard Press, 1985.
Jackson, John Wyse, Ed. The Uncollected Oscar Wilde. London: Fourth Estate, 1991.
Leach, Maria, Ed. The Importance of Being a Wit: The Insults of Oscar Wilde. New York: Carroll & Graf Publishers, 1997.
Wilde, Oscar. A House of Pomegranates. London: James R. Osgood McIlvaine, 1891.
Wilde, Oscar. Intentions: The Decay of Lying, Pen Pencil and Poison, The Critic as Artist, The Truth of Masks. New York: Brentano's, 1905.
Modificado por última vez el 22 septiembre de 2009; traducido el 8 de febrero de 2012