[Traducción de Martin Glikson revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]

“Bueno, al principio era la compañía más encantadora, ya lo sabe. Su conversación era tan simple y natural y fluida — para nada epigramática, lo que habría sido insoportable. Guardaba eso para sus obras, gracias a Dios. Mi hermano Herbert produjo la obra de Oscar Una mujer sin importancia (A Woman of No Importance). Durante los ensayos, solíamos ir a un bar cerca del teatro donde servían sándwiches. Oscar pidió uno de berros; cuando el camarero lo trajo, lo encontró excesivo. “Pedí un sandwich de berros,” dijo al camarero — en el tono más amistoso, sonriendo como si pidiera, seguro de obtenerla, la simpatía del otro — “no una rebanada de pan con una plantación en medio” . . .

“Pero, usted sabe” — los ojos de Max se oscurecieron con el arrepentimiento, y se frunció su ceño — “a medida que Oscar se fue volviendo más exitoso, se volvió . . . ” Max hizo una pausa, como si no soportase decirlo, pero finalmente sí lo dijo. “Se volvió arrogante. Se sentía omnipotente, y se volvió desagradable, no sólo físicamente — aunque también — sino en sus relaciones con la gente. Dejaba a la gente de lado; se sentía al margen de la cortesía humana que uno debe a las personas, incluso cuando las considera inferiores. Desairó a Charles Brookfield, el actor que interpretaba al lacayo en Un marido ideal (An Ideal Husband) — era un actor maravilloso e infalible en papeles menores, y se comentaba que era hijo ilegítimo de Thackeray, ya sabe — y Brookfield jamás se lo perdonó. Brookfield era vengativo; lo odiaba, y fue Brookfield quien acabó con él — quien proporcionó la evidencia en su contra.”

Referencias

Behrman, S. N. Portrait of Max: An Intimate Memoir of Sir Max Beerbohm. Nueva York: Random House, 1960.


Last modified 9 mayo 2008; traducido diciembre 2009