[Traducción de Martin Glikson revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
Mis caricaturas [Max enfatizaba siempre el final de la palabra, haciéndola sonar muy precisa y pura] de él eran crueles, me temo . . . ”. Max reflexionó un momento, asombrado, acerca de esta crueldad. “Como escritor, era amable, creo, un Jekyll. Pero como caricaturista era Hyde. Siempre preferí la compañía de pintores a la de escritores: Walter Sickert, William Nicholson, Wilson Steer. Los escritores, incluyéndome, es claro, prefieren provocar u efecto, presentar su cara más favorable. Pero los pintores son otra cosa. Steer, por ejemplo, no tenía ningún tipo de interés en causar una buena impresión; sólo le interesaba la pintura. Un día, Sickert me dijo, ‘Tus caricaturas del querido Will [Rothenstein] y de Oscar Wilde eran mortíferas. Sé cómo se siente Oscar al respecto (las detesta), pero, ¿no molestan a Will? ¿No está enojado?’. ‘Más asustado’, le dije a Walter, ‘que enojado’. Pero yo amaba a Will; era tan bueno. Nadie se esforzaba tanto por los artistas jóvenes, en ayudarlos. No había nada que no hubiera hecho. Pero Oscar . . . ”
Referencias
Behrman, S. N. Portrait of Max: An Intimate Memoir of Sir Max Beerbohm. Nueva York: Random House, 1960.
Last modified 9 mayo 2008; traducido diciembre 2009