[Traducción de Traducción de Rocío Morales de la Prida. A menos que se indique lo contrario, la traducción de los títulos de las obras es de Rocío Morales de la Prida; revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
uando el sobrino de Jane Austen, James Edgard Austen-Leigh, publicó su Memoria de Jane Austen (Memoir of Jane Austen) en 1870, se planteó enfatizar las importantes diferencias entre la época victoriana y la época de su tía Jane. La atmósfera que su libro genera es a la vez nostálgica y condescendiente, asociándose con lo que se ha considerado como “las grandes ideas polares del periodo victoriano” (“great polar ideas of the Victorian period”) — la idea de progreso y la idea de decadencia, “aspectos gemelos de una historia sobrecogedora” (“twin aspects of an all-encompassing history”) (Buckley, 13). Como Austen-Leigh lamenta la falta de desorden victoriano en el hogar de clase media de la Regencia, señala los cambios en las horas de las comidas, y detalla modas y valores de una época pasada, él se encarga de un interés dominante en el pasado reciente y además anticipa el marketing de las imágenes cambiantes de Austen, que ha ocasionado abundantes biografías, continuaciones, y mercancías más generales durantes los últimos dos siglos. Tanto las incongruencias y el impacto de la “Austen Victoriana” creada por sus familiares como la posterior canonización han sido repetidamente reconsideradas. Roger Sales ha sugerido que la popularidad de la reverente condescendencia de Austen-Leigh por la época de Austen “puede verse como fundando la industria Austen” (“can be seen as launching the Austen industry”) (3). Más recientemente, Clara Tuite ha enfatizado que “el final del siglo XIX contempló los comienzos de la popular producción de Austen como una autora canónica nacional y como novelista de la �green England�” (“[t]he late nineteenth century saw the beginnings of the popular production of Austen as a national canonical author and as a novelist of �green England�”) (100). El nuevo interés en Austen que empieza en 1870, después de la publicación de Memoria (Memoir), Tuite sostiene, se consolida en 1890 con la construcción de Austen como autora canónica, con Vida de Jane Austen (Life of Jane Austen) (1890) de Goldwin Smith para la Great Writers Series. Mientras los estudiosos tradicionales de Austen han señalado repetidamente cómo el arreglo de la imagen de Austen — oscilando entre el debilitamiento literal de su retrato y el primer plano de su domesticidad y el consecuente olvido de su mordaz sentido del humor — ha distorsionado ideas populares, ahora ha llegado a ser más común el reconsiderar la importancia del Romanticismo, “green England”, y la nostalgia en sus novelas. Lo que ignoran ambos cínicos puntos de vista es la influencia del surgimiento de la “industria Austen”, como Sales sostiene, en las reescrituras victorianas del pasado, tanto en ficción como en no ficción. La biografía de Austen-Leigh es también una explicación histórica que intenta captar y recrear la atmósfera del pasado:
Como el asunto me lleva a retroceder unos cien años, habrá ocasiones de observar muchos cambios conseguidos de forma gradual en las actitudes y hábitos de la sociedad, que considero digno de mencionar. Pueden ser cosas pequeñas, pero el tiempo otorga cierta importancia incluso a nimiedades, al igual que confiere un sabor peculiar al vino. Los artículos más cotidianos de la vida doméstica se miran con cierto interés, si se sacan a la luz después de estar enterrados durante largo tiempo; y sentimos una curiosidad natural por conocer lo que nuestros antepasados hicieron y dijeron, incluso aunque puede que no sea nada mejor o más sabio que lo que hacemos o decimos nosotros diariamente. [Austen-Leigh, 13]
As my subject carries me back about a hundred years, it will afford occasions for observing many changes gradually effected in the manners and habits of society, which I may think it worth while to mention. They may be little things, but time gives a certain importance even to trifles, as it imparts a peculiar flavour to wine. The most ordinary articles of domestic life are looked on with some interest, if they are brought to light after being long buried; and we feel a natural curiosity to know what was done and said by our forefathers, even though it may be nothing wiser or better that [sic] what we are daily doing or saying ourselves. [Austen-Leigh, 13]
Las novelas históricas victorianas preocupadas con la época de Austen proliferaron desde mediados de siglo. Con el inicio de la secuela de Austen — ahora un próspero (sub)género que no es en absoluto tan homogéneo como las críticas de sus peores manifestaciones podrían indicar, como he mostrado detalladamente en otro lugar (Wagner, “Sequel”, passim) — la “industria Austen”, en realidad, comienza décadas antes que los análisis de su canonización y publicación de biografías al principio sugeridas. Mientras que Memoria (Memoir) de Austen-Leigh es en efecto sólo precedida por la breve “Biographical Notice” escrita por el hermano de Jane Austen, Henry, y publicada en la primera edición póstuma de La Abadía de Northanger (Northanger Abbey) y Persuasión (Persuasion) en 1818, el fenómeno de la secuela de Austen se puede datar mucho más pronto de lo que tradicionalmente se ha permitido, emitiendo una luz diferente en los usos victorianos de Jane Austen al igual que en el género de la secuela. Anticipando la plétora de “continuaciones” de sus novelas que ha inundado el mercado desde el bicentenario de la muerte de Austen, e incluso de forma más insistente, desde las exitosas adaptaciones televisivas y de cine de mediados de los noventa, las novelas inacabadas de Austen han observado varias “terminaciones” desde el siglo XIX en adelante. Tan pronto como en 1850, Catherine Hubback publicó La Hermana Menor (The Younger Sister), una terminación de la inacabada Los Watsons (The Watsons) de Austen exagerado por tres pisos dramáticos victorianos. La sobrina de Jane Austen, Anna Lefroy, había igualmente intentado completar Persuasión (Sanditon), la última novela de Austen, inacabada con su muerte, en 1830s, pero sus esfuerzos permanecieron incompletos y se publicaron sólo en 1983 durante lo que se puede describir como un aumento en las secuelas de Austen. Otras finalizaciones siguieron — Los Watsons (The Watsons) de L. Oulton en 1923 y la de Edith Brown en 1928, Prolongado de algún modo: Desarrollo de “Persuasión” (Somehow Lengthened: A Development of “Sanditon”) de Alice Cobbett en 1932, escritas tras la primera publicación de Persuasión (Sanditon) en 1925, la continuación de Los Watsons (The Watsons) de John Coates en 1958, seguida por una continuación para cada fragmento en los setenta, Los Watsons (The Watsons) de “Jane Austen and Another” en 1977, que se ha descrito simplemente como una breve versión de la novela de Hubback (Nowak, 199), y Persuasión (Sanditon) de Marie Dobbs de “Jane Austen and Another Lady” en 1975. Unas continuaciones más osadamente creativas incluyen las de Lady Susan (Lady Susan) de Phyllis Ann Karr, un romance de la Regencia basado en una temprana novela inacabada y la más reciente Emma Watson: Los Watsons al Completo: Versión Integra (Emma Watson: The Watsons Completed: Complete and Unabridged) (1996) de Joan Aiken, Charlotte de Jane Austen: Fragmento de una �ltima Novela Completa) (Jane Austen�s Charlotte: Her Fragment of a Last Novel Completed) (2000) de Julia Barrett, y Persuasión (Sanditon) (2002) de D.J. Eden, que pueden ser agrupadas con tranquilidad junto con las docenas de secuelas de Austen que todavía continúan publicándose.
Mientras varias de las “reescrituras” de finales del siglo XX de las novelas de Jane Austen han hecho intentos superficiales de reintroducir la geopolítica de la época de Austen, son específicamente las primeras secuelas de Austen las que están conscientemente preocupadas por la escritura de ficción histórica. En lugar de intentar un pastiche del estilo de Austen, como muchas de las continuaciones y reescrituras del siglo XX y XXI llevan a cabo, examinan retrospectivamente el pasado en el contexto de una novela histórica. Como he señalado en otro lugar, ese tipo de secuelas introducen preocupaciones contemporáneas y reorientan lo que se considera retrospectivamente como los asuntos del pasado (Wagner, “Sequel,” passim). La Hermana Menor (The Younger Sister) de Catherine Hubback continúa el fragmento de Los Watsons (The Watsons), que Austen abandonó a finales de siglo. Hubback escribe claramente en el contexto del popular género de la novela histórica victoriana y, veinte años antes de Memoria (Memoir) de Austen-Leigh, de la recreación victoriana de Jane Austen y “su” Inglaterra. Describiendo un baile, Hubback emprende una excursión por los vestidos de baile a lo largo de las épocas y procede entonces a enfatizar que su propio y abarcador punto de vista no habría estado por supuesto disponible para su heroína:
Eran días de bailes rurales, anteriormente cuadrillas, valses y polcas habían cambiado la apariencia del salón de baile. Debe haber por supuesto alguna conexión entre el estilo del vestido y el estilo de bailar frecuente en una determinada generación. [ . . . ] Pero todo esto es una digresión respecto a mi historia, y no puede haber pasado por la mente de mi heroína, ya que, hace sesenta años, ni la más alegre fantasía habría descrito un baile inglés como nosotros lo percibimos ahora. [vol.1, 30-31]
[T]hese were the days of country dances, before quadrilles, waltzes, and polkas had changed the face of the ball-room. There must certainly be some connexion between the style of dress and the style of dancing prevalent in any particular generation. [ . . . ] But all this is a digression from my story, and cannot have passed through my heroine�s mind, since, sixty years ago, the liveliest fancy would have never pictured an English ball such as we now see it. [vol.1, 30-31]
Las novelas ambientadas en el pasado reciente eran un fenómeno popular y generalizado en la Inglaterra Victoriana, oscilando entre la invocación nostálgica de Thackeray de “un tiempo cuando el sol solía brillar de forma más brillante de lo que parece hacerlo en esta última mitad del siglo XIX” (“a time when the sun used to shine brighter than it appears to do in this latter half of the nineteenth century”) (5) en Los Recién Llegados (The Newcomes) y las descripciones afectuosas de las modas del pasado en Cranford (Cranford) y Hijas y Esposas (Wives and Daughters). Ambientada en su mayoría en los años 20 y principios de los 30 del s. XIX, Hijas y Esposas (Wives and Daughters), la última novela de Gaskell, escrita a mediados de los sesenta y publicada póstumamente en 1866, describe la Inglaterra rural preindustrial que se sitúa a medio camino en el pasado para los lectores de la novela — en “aquellos días previos al ferrocarril” (“those days before railways”) (3) y “anteriormente a la desaparición de la Reform Bill” (“before the passing of the Reform Bill”) (6). Kathleen Tillotson ha enfatizado considerablemente que leer “novelas como Hijas y Esposas (Wives and Daughters) y Middlemarch (Middlemarch) sin reconocimiento de su entorno en una Inglaterra cuarenta años anterior a la fecha de escritura” (“novels such as Wives and Daughters and Middlemarch without due recognition of their setting in an England of forty years before the date of writing”) es “perder [ . . . ] mucha de su calidad” (“miss [ . . . ] much of their quality”) (92). Preocupados por los desarrollos sociopolíticos y concretamente científicos en el pasado — y su impacto en la época victoriana podía ser por supuesto reexaminado retrospectivamente — y relacionándolos con las preocupaciones del presente (la segunda mitad del siglo XIX), son también a la vez nostálgicos y condescendientes en su representación del pasado reciente. Como se señala en Hijas y Esposas (Wives and Daughters), los hábitos y sistemas de valores del pasado, y especialmente del pasado reciente, pueden a menudo parecer simplemente extraños — “lo suficientemente curiosos como para mirar hacia atrás” (“droll enough to look back upon”) (Gaskell, 2). Los estudiosos de Gaskell discrepan notablemente en cuanto a la amplitud y significado del uso del pasado de la novela. Anna Unsworth, por ejemplo, sugiere que en sus idílicas descripciones de paisajes rurales “vemos a Mrs Gaskell contemplando la escena arquetípica de la �antigua Inglaterra�, [ . . . ] una imagen representativa de la forma de vida sólo acabada, finalmente, por la Ley General de Cercamientos de 1845” (“we see Mrs Gaskell contemplating the archetypal scene of �old England�, [ . . . ] an image representative of a way of life only ended, finally, by the General Enclosures Act of 1845”) (183). E. Holly Pike, por otro lado, alude a la “delicada farsa de las formas antiguas” (“gentle mockery of the old ways”) (131). Un cariño por la Inglaterra rural impregna la novela, y que la idealización del pasado no sea siempre incondicional no subraya la sinceridad de su crítica afectuosa. Angus Easson ya ha señalado que ambientar Hijas y Esposas (Wives and Daughters) en el pasado permite “que la acción se complete y contemple desde la satisfacción de la distancia que muestra la totalidad; y aprovecha las simpatías por una época mientras que el pasado se sostiene aún en la memoria de muchos lectores y así encomienda los acontecimientos con nuestros propios sentimientos por la niñez y juventud” (“the action to be completed and contemplated from the satisfaction of distance which shows the whole; and [takes] advantage of sympathies for an age which while past hovers yet in the memory of many readers and so charges events with our own feelings for childhood and youth”) (187).
Con este uso de la nostalgia, la novela de Gaskell tipifica una importante tendencia en la novela victoriana, ya que la crítica social y conciencia histórica se mezclan con una nostalgia que está lejos de caer en el mero sentimentalismo. Raymond Williams conecta de forma significativa la nostalgia por el pasado reciente con la creación de “antiguas Inglaterras” ficticias en el surgimiento de la novela inglesa (o británica): “Por supuesto nos damos cuenta de la ubicación en la infancia de sus autores, y esto debe ser importante. Se puede decir que la nostalgia es universal y persistente; sólo las nostalgias de otros hombres ofenden. Se puede considerar, persuasivamente, que una memoria de la infancia tiene algún significado permanente.” “Of course we notice their location in the childhood of their authors, and this must be relevant. Nostalgia, it can be said, is universal and persistent; only other men�s nostalgias offend. A memory of childhood can be said, persuasively, to have some permanent significance.” (12) Es en el contexto de esta popularidad de la ficción histórica sobre el pasado reciente y la importancia de narrativas nostálgicas en el desarrollo de la novela tradicional británica en donde la continuación de Catherine Hubback de Los Watsons (The Watsons) de Austen se tiene que leer. Atrapada en una nostalgia que no es en absoluto meramente escapista, Hubback escribe una novela histórica victoriana sobre el pasado reciente que se lee más como Gaskell que como Austen.
3 diciembre 2001; traducido diciembre 2010