[••• = solo en inglés. Traducción de Maya Zalbidea Paniagua. Edición de Asunción López-Varela. El diseño HTML y el formato de >George P. Landow.]
En ficción, el tiempo es, con frecuencia, el factor principal que determina el ambiente de una escena. Puede ser una señal que avise de algún suceso que va a ocurrirles a los personajes, o reflejar cómo se sienten y afectar su estado de ánimo. Elizabeth Gaskell y Charlotte Brontë utilizaban el tiempo para provocar efectos muy diversos. En Norte y Sur, Gaskell describe la llegada de la mañana tras la muerte de la madre de Margaret: “Llegó la mañana de octubre, gélida y escalofriante; no una mañana campestre de octubre, de brumas plateadas que los rayos de sol despejan realzando la espléndida belleza del colorido; sino una mañana de octubre en Milton; donde las brumas plateadas eran densas nieblas, y donde el sol sólo alumbraba las largas y oscuras calles cuando conseguía atravesarlas y relucir” (202)
Este pasaje describe perfectamente la actitud de Margaret. En este momento de la novela no puede evitar pensar en las diferencias entre el norte y el sur. La sagacidad del contraste se hace evidente tras la reciente muerte de la madre de Margaret. En el sur hace un tiempo maravilloso que acompaña la salud de la madre que se encuentra bien. La presencia continua del clima frío del norte va con la tristeza de Margaret por la muerte de su madre. El tiempo representa los problemas por los que está pasando la familia Hale desde que abandonaron su vida tranquila en el sur.
En Jane Eyre de Charlotte Brontë, el tiempo ocasionalmente causa el efecto contrario. Contrasta también con el humor de los personajes. Por ejemplo, una primavera cálida y hermosa es el telón de fondo del tifus y del estado degenerativo de Lockwood. A veces el contraste presagia una vuelta de tuerca en el argumento, o un cambio de tono. Jane, radiante de alegría por la propuesta de matrimonio de Rochester, se da cuenta sorprendida de que: “-Tenemos que entrar-dijo Rochester-: el tiempo cambia. Quisiera estar contigo hasta mañana, Jane. “Y yo contigo”, pensé. Y quizá se lo hubiese dicho si en aquel momento un relámpago no me hubiera deslumbrado obligándome a ocultar mis ofuscados ojos contra el hombro de Rochester” (Capítulo 23) . Brontë no pone en escena un idilio romántico sino una historia de tormento y destrucción. La yuxtaposición del clima desagradable y la felicidad de Jane prepara al lector para el cambio que va a surgir en los acontecimientos de la novela más adelante.
Traducido el 23 de decembre de 2013