[Traducción de Estefanía Gisele Saavedra revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow. Haga click en las imágenes para agrandarlas. Puede utilizar las imágenes sin permiso y por a cualquier propósito educativo siempre y cuando (1) ofrezca los datos del fotógrafo y (2) los créditos de los enlaces del documento.]

The River Arno, looking towards the Ponte Vecchio

"[G]olden Arno as it shoots away / Straight through the heart of Florence" (Elizabeth Barrett Browning, Casa Guidi Windows I: 3, ll. 53-4).“El dorado Arno en el corazón de Florencia” (Las ventanas de la casa Guidi. La palabra “oro” nos recuerda que el Ponte Vecchio o el Viejo Puente era el lugar donde los orfebres florentinos tenían sus negocios, que todavía se mantienen.

Decorated initial E

ndose con Robert Browning en la iglesia de Santa Marylebone en Londres, en presencia de su leal doncella leal Elizabeth Wilson y del primo de Robert, James Silverthorne. La ceremonia clandestina se conmemora todavía en la conocida como “iglesia de los poetas” de San Giles in the Fields, Londres WC2, que ahora alberga la mesa de comunión ante la que tomaron sus votos. Elizabeth continuo visitando a su antiguo tutor y amigo, el erudito griego, Hugh Stewart Boyd, regresando a casa poco después que Wilson como si nada hubiera pasado. Pero una semana después, el 19 de septiembre de 1846, cuando los Barrett iban a abandonar la ciudad hacia su propiedad alquilada en Little Bookham, Surrey, se escabulleron y se fueron a Italia acompañados por Wilson y del querido perro de Elizabeth, Flush. Después de una travesía agitada en Le Havre y un viaje en carruaje vía París y Rousen, tuvieron una breve luna de miel en la capital francesa antes de viajar hacia Italia vía Orléan y Avignon (para ver el Vaucluse de Petrarca). La escritora y crítica artística, Anna Jameson, y su sobrina, Geraldine, les acompañaron en esta parte del viaje.

Izquierda: la mesa de comunión delante de la que se casaron los Brownings. Derecha: La catedral de Pisa, junto a la ventanas de los Brownings durante su estancia de seis meses en Casa Guidi en Florencia.

Jameson les había advertido sobre Florencia, describiéndola como “Británica hasta los dientes y rebosante de globos y juegos de arcos” (Markus 121). Primero hicieron un contrato de arrendamiento por seis meses en un alojamiento en Pisa, quedándose ahí hasta el 17 de Abril de 1847. Después de la presión del viaje y de la dura condena que Elizabeth había recibido de su padre y sus hermanos lo que querían era una vida tranquila. Sin embargo, a pesar del placer de la mutua compañía, Pisa comenzó a aburrirles. Querían un círculo más amplio de amigos y un campo de acción que Pisa no les ofrecía (véase Forster 216-17 para este periodo de sus vidas). Florencia les ofrecería esto y más. Con su preciosa arquitectura, los ríos que la bañaban y el brillo del sol, era todo lo que podrían haber deseado.

Casa Guidi

De Izquierda a derecha: (a) El palacio Guidi, la casa de los Browning en Florencia durante quince años. (b) La gran puerta de carruajes, ahora con una placa que recuerda la residencia. (c) Su estudio, en el centro del piso. En la parte superior de la librería se alza un busto de terracota de los dos poetas: El de Elizabeth se muestra abajo más cerca. (d) La cama, en la que nació el hijo de los Brownings en 1849, y en la cual murió Elizabeth en 1861.

De izquierda a derecha: (a y b). Dos vistas del busto de Elizabeth del escultor americano William Wetmore Story, c. 1864. (c) Las manos enlazadas de los Browning, en bronce, expuesto, también, en Casa Guidi, obra de Harriet Hosmer en 1853. Primera mujer escultora americana (Markus 194). (d) Una copia del medallón de 1856 de Thomas Woolner en la pared.

Desde Florencia, Elizabeth escribió a Ana con entusiasmo en agosto de 1847, “residimos magníficamente en este Palazzo Guidi en un apartamento en la primera planta; parece estar fuera de nuestras economías, y lo está, excepto en la temporada baja”. De “una entrada poco majestuosa” (McMahan 15) con escaleras de piedra, se llegaba a una serie de habitaciones espaciosas que se abrían a una pequeña terraza elegantemente amueblada, -que parecía convenir más a nuestro predecesor, un príncipe rus, que a nosotros.” (Cartas I: 334)

Finalmente, los Brownigs pusieron en marcha un contrato de arrendamiento a largo plazo y rebautizaron el apartamento como Casa Guidi, un nombre familiar y menos pretencioso, que encajaba con sus simpatías republicanas. Amueblaron ellos mismos el lugar, y redecoraron la sala con los colores de la olvidada bandera italiana del Risorgimento: rojo, blanco y verde (Bolton y Holloway 508). La chimenea y el espejo, ahora en la sala, son originales, y las pinturas y mobiliario son copias o similares a los que tuvieron allí durante su residencia. El salón era el corazón de la casa.

Busto de mármol de la poeta Eliza Ogilyy, vecina de los Brownings y mejor amiga de la Casa Guidi; al lado un cuadro de Elizabeth. El busto fue ubicado aquí más tarde por uno de los descendientes de Elizabeth.

Elizabeth le dijo a otra buena amiga, la escritora Mary Rusell Mitford, “No puedes ni imaginarte la vida retirada y tranquila que vivimos; como nos hemos retirado de la sociedad inglesa aquí” (Cartas I: 437). Sin embargo esto no era completamente cierto porque los Brownings pronto tuvieron como vecinos a una gran y alegre familia escocesa, los Ogilvy. Eliza Ogilvy, a quien Elizabeth ya conocía, y cuyo volúmen de poesía, A Book of Highland Minstrely había sido publicado en 1846, se convirtió en su mejor amiga. Madre, ya, de tres jóvenes, Eliza fue un gran apoyo para Elizabeth cuando nació su único hijo, Robert Weidemann ("Pen") en 1849.

Las familias estaban tan unidas que hacían viajes juntas, por ejemplo a Venecia, donde Eliza acompañó a Elizabeth en su recorrido. Los Brownings recibieron a muchos otros compañeros expatriados en la Casa Guidi, incluyendo a artistas como los escultores americanos William Wetmore Story (1819-95), Harriet Hosmer (1830-1908), y Hiram Powers (1818-73), el viejo excéntrico Walter Savage Landor (1775-1864) y el novelista Isa Blagdem (1818-1873). Éste último formó parte de círculo anglo-florentino devoto del Risorgimento italino como lo eran Elizabeth y Eliza Ogilvy. Otros visitantes importantes eran los Trollopes, es decir, Fanny Trollpe y su nuera, Theodosia. Fanny había estado viviendo en Florencia desde 1843 y era uno de los centros de la vida expatriada. La poetisa Theodosia Trollope Garrow apoyó también apasionadamente el levantamiento toscano.

El Palacio Pitti

De izquierda a derecha: (6) El palacio Pitti desde la parte trasera, iluminado incluso en un día pálido gracias a su arenisca local amarilla. (b) la fuente de Neptuno (estatua de Soldo Lorenzi, 1571), una de las muchas atracciones de los jardines de Boboli. (c) Vista de la ciudad desde la esquina de los jardines Boboli, con Santa María de Fiore y su campanario.

Elizabeth describió la Casa Guidi como “un lugar fresco, en un sitio fantástico a un paso de la Piazza Pitti, y con derecho a admisión diaria a los jardines de Boboli.” (Cartas I: 334) La casa no solo estaba cerca del río Arno y del mágico Ponte Vecchio, sino que estaba casi frente al monumental palacio de Florencia, con sus enormes y hermosos jardines a los que tenían acceso. En su día hogar de los tiránicos Medicci, el palacio Pitti es tan enorme que sus habitaciones y terrenos albergan ahora ocho museos.

Como era de esperar, la pareja celebró una gran fiesta en su primer aniversario de boda, el 12 de septiembre de 1847, siendo testigos de un impresionante desfile. Desde las ventanas de sus habitaciones pudieron verte gente de todas partes de Italia desfilando por la Piazza Pitti para agradecer al Gran Duque Leopoldo II la restauración de sus libertades cívicas. En efecto, Elizabeth sentía que Italia era “su tierra querida” (Las ventanas de la Casa Guidi, Parte I, 30, 1.1165). Miraba hacia abajo desde sus ventanas y pensaba que su causa era justa prevalecería. En eso, ella era como tantos otros escritores británicos de esa época de agitación, incluyendo a, Swinburne, George Meredith, y Gerge Eliot, que “leyó y re-leyó, Las ventanas de la Casa Guidi mientras escribía Romola” (Ashton 264). Landor había ganado la causa (Santini 23). Sin embargo, Elizabeth estaba relacionada con otras mujeres poetas expatriadas residentes en Florencia. Sus participaciones en el problema italiano se contemplan como como un reflejo de “la búsqueda de la mujer poeta de la liberación del patriarcado ingles” (Chapman 57). Esto parece, particularmente, pertinente en el caso de Elizabeth, quien a la vez estaba estableciendo su propia vida allí tras haber escapado del fuerte dominio de su padre.

La ciudad de Florencia y su influencia en la obra de los Brownings

De izquierda a derecha (a) Una réplica en fibra de vidrio del David Michelangelo, situado en el techo del Duomo durante un día, el 12 de noviembre de 2010 con motivo de la inauguración de la celebración Florencia 2010. Este es el lugar para el que estatua estaba destinada en origen. (b) La basílica de Santa Croce, con su fachada neogótica del siglo diecinueve, diseñada por el arquitecto judío Niccolo Matas. Téngase en cuenta la estrella en el tímpano del David. (c) Cenotafio de Dante dentro de la iglesia. (d) Vista desde Fiesole en las colinas de Florencia. Elizabeth caminaba y se sentaba en este antiguo muro para admirar las vistas, tal vez, desde este mismo lugar. (Véase Makus 184)

Como Anna McMahan dijo tiempo atrás, los 15 años durante los cuales los Browning estuvieron establecidos en Florencia fueron para ambos “no solo un periodo de felicidad suprema sino también de intensa producción literaria; mucha de la cual fue tan profunda por la influencia de las circunstancias y la atmosfera italiana” (13) Desde el principio la ciudad llenó a Elizabeth de entusiasmo: “He estado pisando la tumba de Michael Angelo” en Santa Croce,” escribió a Boyd, pronto, después de su llegada. Boyd llevaba ciego varios años y ella se esforzaba por transmitirle algo de los increíbles edificios de Florencia.

La catedral. Después de todo, la elaborada gracia de la catedral pisana es una cosa, y la masiva grandeza de la de Florencia es otra cosa incluso mejor. Me dejo anonadada con una sensación de arquitectura sublime. En Pisa decimos, “que hermoso”; aquí no decimos nada. Es suficiente con respirar. Las montañas de mármol macizo abruman al mirar, como un peso en el alma. El mármol teselado (el verde del elaborado patrón con el tenue amarillo, es el tinte general de la estructura) sube hasta el cielo, coronado con ese prodigio de mármol que es la cúpula. Me ha parecido una de las maravillas de la arquitectura. (Cartas I: 331).

Su nueva experiencia en Florencia y en Italia en su conjunto, iban a ser tejido indisolublemente en la obra de ambos poetas. McMahan habla del “papel que desempeña el color local de la ciudad, la multitud de alusiones a las iglesias, las piazzas, las imágenes, las estatuas y la tradición de Florencia” (14). En su poesía, por ejemplo, habla de la iglesia de Brunelleschi” y de los rasgos del Duomo en Las ventanas de la Casa Guidi (Parte i, 15,1. 605); del “asombroso campanario de Giotto”, un pequeño fragmento de la cadena de pensamientos que inspiraron las “Imágenes antiguas de Florencia” (estrofa 2, 1.15). El poema ofrece una idea de lo que realmente significó Florencia para los dos poetas, mucho más un lugar de trabajo.

Para Elizabeth, el solo hecho de mirar por la ventana en ese primer aniversario de boda resulto sumamente inspirador. Su apoyo apasionado a la liberación y unificación de Italia en ese primer poema se llenó de conocimiento profundo de la ciudad y aquellos de asociados con ella, incluyendo por supuesto a Dante y Miguel Ángel. Tal vez, fue, fue con Dante con quien empatizó particularmente, dirigiéndose a él como “O apasionado/ Pobre Dante, florentino desterrado,/ austero en los banquetes de los grandes.” Describe su monumento en Santa Croce como “más desolador que ningún cadáver,” puesto que fue quemado en Ravenna (Las ventanas de la Casa Guidi, Parte I,15,11.607-09, 623-24)

Sin embargo se dirigió a él como “ángel divino” y como gran artista (Las ventanas de Casa Guidi Parte I,4,1.98). Comenzada en 1847, Las ventanas de la Casa Guidi fue publicada en dos volúmenes en 1851, simultáneamente en inglés y en traducción italiana. La segunda parte expresa el desacuerdo de Elizabeth con la llegada de las tropas australianas en Mayo 1849, de la que los Browning fueron los testigos de primera mano desde su departamento. Defiende en ella aún “esta gran causa del hombre del sur” (Las ventanas de Casa Guidi Part II, 30, ll. 1201-2).

Izquierda: Vista del Arno desde el Ponte Vecchio: En medio: Florencia vista desde el Arno, El Duomo a la derecha, y el Palazzo Vecchio a la izquierda. Derecha: Una vista nocturna del Arno. Gracias al Dr. William Lee, que tomó estas fotografías, en 2010, por permitirnos usarlas.

Pero Florencia hizo incluso más que proveer a los Browning de material. Les proporcionó libertad respecto a las antiguas convenciones, siendo “un sorprenderte alivio” para vidas (Aurora Leigh 7: 1208), libertad que permitió el desarrollo de su individualidad y el alcance de su plenitud, ayudando a sus refrescantes y originales en voces. Mientras Robert Browning encontró inspiración en la excentricidad de otros, tanto en los artistas florentinos como Andrea del Sarto y Fra Filippo Lippi y otras figuras históricas y literarias, Elizabeth llevó sus expectativas socio-parentales hacia la subversión de la forma épica, tradicionalmente masculina. Su trabajo más largo y filosófico es la novela-poema escrita en primera persona (1856). No es accidental que su heroína epónima, con su nombre prometedor, es mitad florentina, donde pasa su temprana niñez para después regresar. A diferencia de su madre, quien había bailado en el Palacio Pitti (I: 1.132) y fue “débil y frágil” (I: 33), Aurora rechaza tanto la dependencia como el estereotipo (Jane Eyre) y se casa con su primo Rommey justo después de que se haya quedado ciego. La visión final es de “un nuevo corazón en el desarrollo del individuo”, y también un nuevo orden, una “raza de hombres” en la que habría una nueva institución religiosa y económica, con la admisión de nuevas “leyes y libertad” (9: 943-48).

La placa bajo la puerta de Casa Guidi, erigida en 1861 por “florentinos agradecidos” rinde homenaje a Elizabeth Barret Browning por hacer con su verso un anillo de oro vinculante entre Italia e Inglaterra (Markus 332). No cabe duda de que es más conocida en su ciudad adoptiva por Las ventanas de la Casa Guidi y por su apoyo apasionado por el Risirgimento. Aurora Leigh ofrece una visión más profunda de la que significo Florencia para ella.

Material relacionado

Obras citadas

La biblioteca de Armstrong Browning. Sitio web de la Universidad de Baylor. 2 Feb. 2011.

Armstrong, Isobel. "Los Brownings." Los Victorianos. Editor. Arthur Pollard. Londres: Penguin, 1993. 387-412.

Ashton, Rosemary. George Eliot: una vida. Londres: Hamish Hamilton, 1996.

Bolton, John Robert Glorney, y Julia Bolton Holloway, eds. Aurora Leigh y otros poemas. De Elizabeth Barrett Browning. Londres: Penguin, 1995.

Browning, Elizabeth Barrett. Aurora Leigh y otros poemas. Editor. John Robert Glorney Bolton y Julia Bolton Holloway. Londres: Penguin, 1995. (Este es de texto usado aqui pero el e-text de Las ventanas de la casa Guidi se puede encontrar en el Vol. IV de su poesia en el Project Gutenberg, y lo de Aurora Leigh en el Archivo de Internet.)

_____.Las cartas de Elizabeth Barrett Browning. Editor. Frederic G. Kenyon. 2 vols. Vol. 1 Londres:Macmillan, 1897. Archivo de internet. Miércoles. 2 Feb. 2011.

Chapman, Alison. "Los poetas expatriados: Nacio, poes y politicos" Poetas mujeres victorianas, editor. Alison Chapman. Cambridge: D. S. Brewer (para la asociación inglesa), 2003. 57-78.

McMahan, Anna Benneson, ed.Florencia en la poesia de los Brownings; siendo una seleccion de poemasde Robert y Elizabeth Barret Browning los cuales tiene que ver con la historia, el paisaje y el arte de Florencina. Chicago: McClurg,1907. Archivo Web de Internet. 2 Febrero 2011.


Creado 2003; traducido 10 julio de 2015