[Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
ickens fue uno de los grandes genios literarios de todos los tiempos y uno de los más populares. Se ha estimado que uno de cada diez británicos podría leer sus obras para después leerlas en voz alta ¡ante un público numeroso! Era, tal y como fue apodado, “El inimitable” (aunque se hicieron innumerables intentos por imitarlo), de modo que se puede argumentar que de toda la literatura inglesa, su creatividad sólo rivaliza con la de Shakespeare. Fue un hombre enormemente complejo, un hecho señalado por muchas de las figuras literarias más destacadas de su época que le conocieron. Ralph Waldo Emerson asistió a una de las conferencias públicas de Dickens en Boston durante uno de sus viajes por América. Emerson dijo que se “desternilló” de la risa, pero después comentó que temía que Dickens poseía
demasiado talento para su genio; es una temible locomotora a la que se ve atado y de la que no puede nunca liberarse ni descansar… ¡Él es desalentador! No tengo la llave.
El genio de Dickens, su obsesión por el trabajo, su romance duradero con el público y su profunda humanidad, todos ellos ayudaron a convertirle en un fenómeno literario. Dado que sus obras atraían a gente de toda laya, y gracias a que podía aprovecharse de los nuevos avances tecnológicos, alcanzó desde la publicación de Los papeles Pickwick (Pickwick Papers), unos niveles de audiencia sin precedentes, una audiencia a la que fue capaz de influenciar emocionalmente hasta grados nunca equiparados. No sólo era un escritor, sino también una figura pública. Por ejemplo, fue ampliamente considerado como el mejor orador después de la cena, así como el mejor actor no profesional de su tiempo. Incluso, durante su vida, se convirtió en una figura mítica, y cuando murió (quizá esto sea una leyenda) una niña pequeña gritó, “¿Dickens muerto? Entonces, ¿morirá también el Padre de la Navidad?”
Fue un gran artista cómico y un gran animador, pero su influencia sobre el público fue quizá muy superior como cuando transmitió un sentimiento que llegó a arraigar en la sociedad victoriana. Carlyle, con gran seriedad, narró la “extraña y profana historia” de un “solemne clérigo” que fue llamado para reconfortar a un hombre enfermo que probablemente debía encontrarse en el lecho de muerte. Conforme abandonaba la habitación, habiendo, como pensó, cumplido su labor, escuchó al moribundo decir, “¡Bueno, gracias a Dios, que Pickwick saldrá en cualquier caso de ésta dentro de diez días!”
Cuando La tienda de antigüedades se estaba acercando a su clímax emocional, la muerte de la pequeña Nell, Dickens se vio inundado de cartas en las que se le imploraba que le perdonara la vida, experimentando, como dijo, “una angustia inexplicable”, aunque a pesar de ello prosiguió con el acontecimiento artísticamente necesario. Los lectores se sintieron desolados. El famoso actor William Macready escribió en su diario que “Nunca he leído palabras impresas que me causaran tanto dolor… Durante algún tiempo no pude llorar. Las sensaciones, los sufrimientos han vuelto a mí, y es terrible despertarlos”. •••Daniel O'Connell, el gran miembro irlandés del parlamento, leyó el relato de la muerte de Nell mientras viajaba en tren, rompió a llorar, gritó “¡Podría no haberla matado!”, y arrojó la novela por la ventana en su desesperación. Incluso Carlyle, que nunca antes había sucumbido a la manipulación emocional de Dickens, se sintió desbordado por la pena, y la multitud en Nueva York que esperaba el barco que tenía que llegar desde Inglaterra lo recibió chillando: “¿Ha muerto la pequeña Nell?” Los gustos cambian sin embargo: Oscar Wilde, aquel sardónico iconoclasta, posteriormente comentaría (aunque probablemente no creía en ello a pesar de decirlo) que nadie podía leer la escena de la muerte de la pequeña Nell sin hundirse en lágrimas--- a causa de la risa. Hoy en día, quizá, no lo encontramos tan empalagosamente sentimental pero obviamente, no podemos leerlo igual que los victorianos.
[Para hacerse una idea de la popularidad de Dickens, eche un vistazo a la galería de tiras cómicas en su recuerdo (gallery of memorial caricatures) que aparecieron tras la muerte del novelista. Asegúrese de pinchar en las imágenes para leer algunos de los tributos extravagantes que le rindieron. GPL].
Modificado por última vez el 8 de junio de 2007; traducido el 14 de febrero de 2012