[This essay comes from the author's 2002 Broadview Press edition of Alice's Adventures in Wonderland, which contains, in addition to the text and an introduction, Alice's Adventures Under Ground, Lewis Carroll's first version of the story, contemporary reviews, and other materials. Traducción de Adriana Osa revisada y editada por Esther Gimeno y Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
Eruditos, críticos, psicoanalistas y estudiosos de la lógica han analizado pormenorizadamente la obra de Lewis Carroll, pero pocos de ellos han ofrecido una explicación de por qué y cómo sus creaciones nos causan gracia. El problema con cualquier debate serio del humor es, por supuesto, que el análisis destruye inevitablemente lo divertido. ¡Es mucho más satisfactorio dilucidar la melancolía de Hamlet que explicar los chistes de Falstaff! Sin embargo, el humor se encuentra en el corazón mismo de las obras principales de Carroll y no se puede concebir un debate de éstas sin tomar en consideración los principios de ese humor, especialmente si estamos hablando de Alicia.
El ensayo de Henri Bergson sobre la risa, publicado en 1900, es un clásico de los principios del humor. Aunque su análisis se centra en la comedia de maneras, también se puede aplicar al humor de Carroll. Como Carroll, Bergson fue testigode la revolución tecnológica que hizo que la dualidad hombre-máquina se convirtiera en la preocupación principal de filósofos, novelistas, poetas y humoristas. Bergson creía que la vida era un impulso vital que no se puede aprehender tan sólo a través de la razón, y veía lo cómico como algo inherente a lo vivo.
Ya al principio de su ensayo, Bergson observa que la risa y la emoción son incompatibles: “Da la impresión de que lo cómico no puede producir su efecto desestabilizador a no ser que caiga, por así decirlo, en la superficie de un alma serena y estable. La indiferencia es su hábitat natural, ya que la risa no tiene un enemigo mayor que la emoción”. Tanto en su poesía cómica como en la prosa, Carroll mantiene un desapego bastante ostensible de sus personajes, y sus personajes también mantienen cierta distancia con su entorno. El Gato de Cheshire es el mejor ejemplo de lo que intenta decir Bergson. Es el símbolo más obvio del desapego intelectual y siempre lleva consigo la sonrisa de un observador al que le divierte lo que ve. Puede aparecer como una cabeza aislada del resto del cuerpo como si fuera una inteligencia sin cuerpo. Alicia mantiene un desarraigo similar hacia su entorno. No mantiene ninguna relación fuerte o duradera con ninguna de las criaturas o personas del País de las Maravillas o el Mundo a través del espejo. Al conocer a la afligida Falsa Tortuga, Alicia “sintió gran lástima por ella”y pregunta “’cuál es su pesar?”. Cualquier lazo emocional presente se rompe por la abrupta respuesta del Grifo: “Es todo invención suya: no tiene ninguna pena. ¡Vamos!”
Un sentimentalista podría llegar a tener dificultades al apreciar la comedia ya que, como observa Bergson, “para producir sus efectos ... lo cómico necesita algo parecido a una anestesia momentánea del corazón. Hace un llamamiento a la inteligencia, simple y llanamente”(pág. 63). Las parodias de Carroll de los versos didácticos y sentimentales de Isaac Watts, por ejemplo, son divertidos en tanto en cuanto el lector es conocedor de los orginales y se da cuenta de la astucia necesaria para reescribirlos. Las emociones que invocan los sentimientos morales originales son reprimidas por el ingenio de las parodias.
Bergson perfecciona su observación sobre el llamamiento de la risa a la inteligencia al añadir que “esta inteligencia, sin embargo, debe mantenerse siempre en contacto con otras inteligencias”. Continúa diciendo que “lo cómico no existirá, parece ser, si un grupo de hombres concentran su atención en uno de ellos, imponiendo el silencio sobre sus emociones y recurriendo a nada más que a su inteligencia”(pág. 65). Alicia proporciona exactamente este centro de atención al lector. Ella es el instrumento de humor de Carroll que utiliza para compartir con el lector lo absurdo que se desprende de los encuentros de Alicia con las criaturas del País de las Maravillas. Carroll invita al lector a conspirar con él para reírse de la representación de su lucha mutua con inteligencias externas.
Algo intrínseco del concepto de cómico de Bergson es la tensión que existe entre la rigidez y la flexibilidad: “la rigidez es lo cómico y la risa es su correctivo”(pág.74). Bergson ve una expresión jocosa en la cara como “algo que promete tanto como luego da. Es una mueca única y permanente. Se podría decir que la vida moral de una persona ha cristalizado en estos gestos”(pág.76). Concluye que “el automatismo, la rigidez y el hábito que se ha creado y mantenido son claramente las causas por las que una cara nos hace reír”(pág. 76). Las ilustraciones de Tenniel tienen mucho que decir al respecto, ya que nos ayudan a fijar las expresiones de personajes tales como el Gato de Cheshire con su siniestra sonrisa o la Reina de Corazones con su permanente ceño fruncido. La frase preferida de la Reina, “¡Que le corten la cabeza!” se quedaba tan grabada en la mente como su expresión. El sentimiento que se desprende no es divertido, pero su repetición sí que lo es.
En términos más generales, Alicia se ve inmersa en una batalla entre la rigidez y la flexibilidad. Alicia encarna las convenciones más asentadas y las reglas más estables; el País de las maravillas tiene la responsabilidad de poner en tela de juicio estas convenciones y reglas. En Alicia a través del espejo (Through the Looking-Glass) las rígidas reglas del ajedrez imponen un orden sobre un conjunto revoltoso de personajes. En este respecto, Bergson realiza una observación muy reveladora: “Las actitudes, los gestos y movimientos del cuerpo humano nos hacen reir en tanto en cuanto nos recuerdan a una máquina”(pág.79). En Alicia a través del espejo (Through the Looking-Glass) la misma Alicia y otros personajes son tratados como piezas de ajedrez controladas por un juego racional. En resumen, se convierten en cosas y, como dice Bergson, “nos reímos cuando una persona nos da la impresión de ser una cosa”(pág. 97). De manera similar las peleas entre Tweedledee y Tweedledum o entre el León y el Unicornio son cómicas porque son repetitivas y predecibles. E igualmente la Reina de Corazones recuerda a un robot en sus órdenes de decapitación, tan repetitivas como ignoradas.
Al hablar sobre lo cómico del disfraz, Bergson opina que “cualquier imagen...que sugiera una noción de una sociedad que se disfraza -o una mascarada social, por así llamarlo- nos hará reir”(pág. 89). Tanto La Carrera Sin Final como el juicio a la Sota de Corazones ilustran la tesis de Bergson. En el primer caso, todos los participantes ganan el premio final, de tal manera que inoran por completo el fin principal de toda carrera, a saber, encontrar un ganador. En la escena del juicio los procedimientos que siguen son de una importancia capital, mientras que la culpabilidad o inocencia del acusado no tienen importancia ninguna. En ambos casos es un automatismo imparable lo que convierte a los humanos en unas marionetas tan cómicas.
Una de las últimas observaciones de Bergson tiene especial relevancia cuando se habla del humor de Carroll: “Cualquier incidente es cómico si nos hace fijarnos en lo físico de una persona cuando es lo moral lo que está afectado”(pág.93). El humor reside en que se perciba la tensión en “un alma tentada por las necesidad del cuerpo: por un lado la personalidad moral con su energía tan variable, y por el otro el cuerpo tan estúpidamente monótono que no hace más que obstaculizar todo con su obstinación de máquina”(pág.93). Por lo tanto, según Bergson, nos reímos de un orador que estornuda en el momento más patético de su discurso. De repente, nuestra atención pasa del alma al cuerpo. Las frustraciones de Alicia por regular el tamaño de su cuerpo son casos parecidos. Anhela entrar “el más bello jardín que hayas visto jamás”pero “no podía ni tan siquiera meter la cabeza por el marco de la puerta”. Hay numerosos pasajes en los libros de Alicia -tales como el mar de lágrimas que crea o los continuos estornudos del bebé de la Duquesa- en los que el cuerpo frustra, traiciona y averg’enza al alma.
Una de las funciones del humor, en opinión de Bergson, es hacernos humanos y naturales en una era de mecanización absoluta. Uno de los primeros poemas de Carroll, “Rules and Regulations” [N. de T.: “Normas y reglas”], desvela que en los albores de su carrera atesoraba tanto como repudiaba la rigidez. Estaba fascinado por los chismes mecánicos y poseía, a pequeña escala, un universo bien ordenado y que funcionaba a la perfección. Sentía la necesidad compulsiva de tener ordenada tanto su vida personal como sus escritos. Ni el escurridizo jardín del País de las maravillas ni la fría geometría del mundo más allá del espejo ofrecen nada más allá de un oasis efímero dentro de un campo baldío mutable, biológico y mortal. Carroll reconoció que la maquinaria de las convenciones y costumbres, las matemáticas y la lógica, ayudan a definir -a través del contraste-, a mantener -aunque momentáneamente- y reconfortar al aventurero asustado, imperfecto y cómico.
Referencias
Bergson, Henri. "Laughter," in Comedy, introd. by Wylie Sypher. New York: Doubleday, 1956. En español: Bergson, Henri. La risa: ensayo sobre la significación de lo cómico.: Alianza, 2008.
Last modified 28 June 2008; traducido 18 January 2010