[Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
[Los siguientes comentarios se han escrito como respuesta al requerimiento de James S. Yungkans ante su refutación de dos ensayos breves sobre «La Teosofía y Madame Blavatsky» de Matthew Mulligan Goldstein, colgados en la Victorian Web en la Universidad de Brown. Como estos ensayos son representativos de un número creciente de libros y de artículo escritos de modo similar, y como el tiempo prohíbe el análisis y la crítica de cada uno de ellos individualmente, generalmente aceptamos estos comentarios que incluyen puntos no necesariamente tratados en los artículos de la Victorian Web].
En 1969, el profesor John A. Hutchison, graduado en la escuela Claremont, comentó que «nuestro tiempo es una era de analfabetismo religioso sin precedentes. Esto es particularmente cierto en la comunidad académica americana. Mientras la religión, junto con el sexo y la política, continúa siendo un tema de debate perenne, es cierto también que en tales discusiones se muestra a menudo una falta impactante de conocimiento factual común. Los individuos que llegan a sentirse desgraciados por su ignorancia acerca de la ciencia, el arte o la política no muestran arrepentimiento al albergar las ideas más groseras o vulgares en el campo de la religión» (Caminos de fe, vii).
Si este aspecto concerniente a la religión fue verdad hace casi treinta años, hoy en día lo es intensamente en el caso del movimiento moderno teosófico y de su fundador principal, Helena P. Blavatsky. A pesar de lo que Stephen Prothero de la Universidad de Boston llama «un pequeño florecimiento en las publicaciones sobre Blavatsky a mediados de los 90» (Revista de estudios religiosos (23:3), julio 1997, 257), existe una cantidad increíble de «historia intelectual», mal informada y llena de profundos prejuicios, escrita sobre Blavatsky y la Teosofía, que a menudo desfila bajo el manto de la erudición. En los libros, los periódicos y en la Web, se encuentra afirmación tras afirmación basada en errores factuales o en rumores sin corroborar, mucho de lo cual se ha clonado a partir de publicaciones anteriores que muchos autores actuales han asumido incorrectamente o estimado como fiables. Si usamos una frase política apta: repite un rumor o acusación con suficiente frecuencia y se convertirá en una «verdad» aceptada durante un tiempo. Pero esto apenas es una contribución a la erudición o a la educación pública (véase la nota número 1 de abajo/note 1).
Por detallar algunos de estos aspectos concretos, se necesita amonestar cariñosamente a estos escritores porque cuando mencionan el Informe Hodgson de 1885, publicado por la Sociedad británica para la investigación psíquica, que etiqueta a Blavatsky como impostora, están obligados a mencionar en el mismo párrafo o en el siguiente (y no a enterrarlo en una nota a pie de página) que la misma Sociedad publicó un informe del doctor Vernon Harrison en 1986, experto en detectar falsificaciones, en el que declaraba que el Informe Hodgson era inexacto, plagado de prejuicios y fallos e indigno de confianza — «un documento altamente partidista que pierde toda reivindicación de imparcialidad científica» (el artículo de Harrison se ha vuelto a publicar junto con una monografía basada en investigación ulterior en H. P. Blavatsky y la Sociedad para la investigación psíquica: examen del Informe Hodgson de 1885, Pasadena. Prensa universitaria teosófica, 1997. Una versión íntegra del texto se encuentra disponible en línea en www.theosociety.org/pasadena/tup-onl.htm.).
Se necesita amonestarlos cariñosamente por afirmar que el adulterio, los hijos ilegítimos y otras acusaciones difamatorias originalmente publicadas en 1890 en el New York Sun, así como por la retractación de Sun de 1893 que declaraba que «se engañó al admitir el artículo» (de un exteosofista contrariado) y que sus investigadores consideraron que las acusaciones carecían de un «fundamento sólido».
Se necesita amonestarlos cariñosamente para que cuando atribuyan una enseñanza teosófica específica a Blavatsky, estén seguros de que se encuentra entre sus escritos y no de que es una «chorrada» de una tradición divergente. También que eviten corromper pequeños elementos como las fechas y los acontecimientos: HPB se trasladó a Bombay en 1879, a Advar en 1882, a Alemania en 1885, a Bélgica en 1886, finalmente se estableció en Londres en 1887 y luego publicó La doctrina secreta en 1888.
Se necesita amonestarlos cariñosamente para que cuando sostengan que Blavatsky plagió «sustanciosamente», lo documenten, lo definan y prueben la acusación (Sobre este asunto, véase la nota 5, «Notas sobre el babuino de Madame Blavatsky).
Para que cuando estimen las ventas de libros teosóficos (o las cifras mundiales de los integrantes), se den cuenta de que son especulativas. Por ejemplo, la Prensa universitaria teosófica desde su fundación en 1886 ha vendido quizá tantas copias de las obras de Blavatsky como de cualquier otro editor y no publica sus datos sobre ventas.
Para que cuando sugieran que las enseñanzas de Blavatsky posteriores a 1878, en particular los conceptos de la reencarnación y la naturaleza séptuple de la constitución del hombre, sepan que son inconsistentes con los conceptos que ella dio entre 1875-78 en Nueva York, por proporcionar alguna consideración profunda publicada sobre cómo el concepto del estudio preparatorio y el contexto histórico en el que estos conceptos aparentemente simples pero técnicamente complicados se presentaron.
Para que cuando afirmen elocuentemente que Blavatsky «redactó» las enseñanzas a partir de una variedad de fuentes eclécticas, otorguen un tiempo similar y una consideración a su premisa de la Teosofía universal que ofrece una herramienta de poder hermenéutico inmenso y que ella presenta a través de ejemplos extraídos de las tradiciones sagradas del mundo.
Aparte de estos elementos escasos pero a menudo repetidos del folclore académico y popular, no hace ninguna gracia ni degradar ni trivializar constantemente, y ofrecer un relato unilateral que nutre tan obviamente el prejuicio personal y popular.
Las expectativas sobre un libro o artículo acerca de la filosofía, la vida y la personalidad de Platón, por ejemplo, deberían aplicarse igualmente a cualquier otra persona o movimiento histórico. Por lo menos, se debería asumir cierta competencia autorial en el asunto: una asimilación razonablemente profunda de las fuentes primarias así como de las fuentes secundarias y del contexto histórico. Siéntese en una congregación académica profesional y observe a los compañeros destripar a los colegas incompetentes. Donde existe la controversia, se espera asimismo encontrar visiones conflictivas que se presentan, se comparan y se analizan y, cuando es necesario, se ofrecen como opiniones los juicios y las interpretaciones, pero no como hechos establecidos.
Si juzgamos el exceso de publicaciones que confían en libros como El babuino de Madame Blavatsky de Peter Washington o en El despertar de la sabiduría antigua de Bruce Campbell, sólo podemos recordar el lamento de John Hutchison y apenas sorprendernos por el abuso. La Teosofía y el uso que H. P. Blavatsky hace de las fuentes primarias es prácticamente irreconocible en estas entregas de segunda, tercera y cuarta mano. Sus autores nos habrían hecho creer que el escepticismo y la objetividad son sinónimos, al tiempo que relegaban a la tierra extraña de la «hagiografía» cualquier comentario digno de apreciarse. Mientras el escepticismo es un antídoto necesario y poderoso para la credulidad, contribuye poco sin embargo, si es que algo, al conocimiento. La objetividad, la habilidad para emitir juicios justos e imparciales, es por otro lado, el fruto del curso bien madurado del estudio, la reflexión, el conocimiento y la comprensión. Y, ¿cuántos de estos escritores actuales sobre Blavatsky y la Teosofía pueden afirmar justificadamente esto? El debate informado y el bienestar público dependen de un nivel superior y no deberíamos esperar ninguna otra cosa.
Notas
1. Véase «Notas sobre el babuino de Madame Blavatsky», Historia teosófica (6:8), octubre 1997; el 20 de octubre una versión ligeramente expandida de este artículo estará en línea en ¡Error! Referencia de hipervínculo no válida. y en www.greenheart.com/amsec/theo2b.html. (Regresar al texto / (Return to text)
Modificado por última vez el 12 de agosto de 2002; traducido 10 de deciembre de 2010