[Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]

El desconocimiento de Kingsford sobre las desigualdades de clase raya en la ingenuidad. Sus campañas vigilantes sobre el control de natalidad y el rechazo a la Ley sobre las enfermedades contagiosas sugiere que tenía poca idea sobre las necesidades primordiales de la mayoría de las mujeres, y su advertencia a las mujeres de clase media que «encuentran irritante la rutina presente y sin sentido de sus vidas» sugiere que se mantuvo distanciada igualmente de la mayoría de mujeres de su misma clase social. Su consejo fue: «Ocupad las horas de asueto, ya que tenéis tantas, y que hasta ahora habéis empleado en algún entretenimiento absurdo, en el estudio de la filosofía, de la poesía, y de la religión natural. Ejercitad vuestro cuerpo saludablemente, y renunciad a los corsés y a todo tipo de modas dolorosas en el vestir» (Un ensayo, 27). Aunque tal vida erudita parece preferible a la vida mundana de la mayor parte de las mujeres de la clase media, Anna parece no darse cuenta de que la mayoría de ellas carecía de un tiempo de ocio infinito o del dinero necesario para dedicarse a tal educación liberal y liberadora. La influencia del liberalismo se detecta en sus escritos políticos en los que promovió una especie de «ciudadanía femenina» que animaba a las mujeres a ser activas en la esfera pública. Aunque probablemente reconoció la difícil situación de las mujeres de la clase trabajadora, su interés fue la ilustración intelectual de las mujeres de clase media, que esperaba que provocara un cambio mayor en todas las clases.

Sin embargo, finalmente se desilusionó con el Movimiento feminista de su tiempo, y según Maitland, «lo que más condenó en esta relación fue la disposición que llevó a las mujeres a despreciar la propia feminidad como condición inferior, y por tanto a cultivar lo masculino a expensas del lado femenino de su naturaleza» (Vida, I, 19). Fue la relación paradójica entre la igualdad y la diferencia en el Movimiento femenino la que condujo finalmente a Kingsford a apartarse de ello. Maitland no aclara quiénes eran esas mujeres que despreciaban la feminidad, pero probablemente Kingsford tenía en mente el perfil de la «nueva mujer» que destacó avanzado el siglo, pero que comenzó a emerger por aquel entonces. Las mujeres de clase media tenían ahora un acceso limitado a la educación así como a la independencia financiera, y la popularidad de la bicicleta les otorgó mayor movilidad. Las mujeres tenían la opción de dejar de lado el matrimonio y la maternidad a favor de la persecución de sus propias ambiciones.

Kingsford debió sentir también que las mujeres estaban descuidando su apariencia. En su panfleto sobre Salud, belleza y aseo, Kingsford recuerda a los lectores que la obligación de una mujer es estar guapa. Es difícil reconciliar esta manera de pensar con la mujer que defendía el distanciamiento completo con las necesidades materiales del cuerpo. Parece ser que Anna no fue capaz de resolver esta cuestión de cara a su conciencia femenina. De igual modo, consideraba que el matrimonio y la maternidad eran el estado ideal para las mujeres a pesar de que ella misma fue Ácompletamente una mujer ausente que no tuvo hijos!

Materiales relacionados

Referencias

Kingsford, Anna, Md. Health, Beauty and the Toilet. London: Frederick Warne y Co., 1886 (Publicado póstumamente).

Kingsford, Ninon. An Essay on The Admission of Women to the Parliamentary Franchise. London: Trubner & Co., 1868.

[Durante varios periodos de su vida, Kingsford usó diferentes nombres: cuando era joven a menudo se refería a sí misma como «Ninon», que hasta donde puedo decir fue un apodo infantil que su hermano le atribuyó. Posteriormente, comenzó a llamarse a sí misma «Mary». JB]

Maitland, Edward. Anna Kingsford: Her Life, Letters, Diary and Work. 2 Vols. Whitefish: Kessinger Publishing, 2003.


Modificado por última vez el 20 de agosto de 2007; traducido 12 de deciembre de 2010