John D. Rosenberg, que ha escrito brillantemente sobre el rugido de la tempestad interior en Ruskin durante la década de 1860, (pp. 147-152), también señala: «Físicamente así como intelectualmente, empleó estos diez años [después de 1860] en una especie de transición, moviéndose entre disciplina y disciplina tan rápido como se apresuraba de un lugar a otro, buscando un anclaje que no podía encontrar, huyendo de un caos que no podía evitar porque se sentía impotente» (p. 148). Asimismo, la elegante introducción de John Lewis Bradley a la edición de Las cartas de John Ruskin al señor y a la señora Mount-Temple (Ohio State University Press: n.p., 1964), pp. 4-5, afirma: «Lo más destacado sobre el Ruskin de la década de 1860 es la creciente discursividad, una tendencia casi maníaca para pasar velozmente de una sala de conferencias a otra, de un pueblo a otro, para hablar, y para escribir también sobre temáticas sorprendentemente variadas� Con la muerte de su padre en 1864 y con la intensificación de su pasión por Rose La Touche, se sumergió en una actividad continua».


Modificado por última vez el 25 de julio de 2005; tracidio el 15 de febrero de 2011