[Parte 3 de La divinidad y el discípulo: Oscar Wilde en las cartas de Max Beerbohm,
1892-1895. Traducción de Martin Glikson revisada y editada por Asun López-Varela.
El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]

En julio de 1893, una quinceañera Cissy Loftus debutó en el Oxford Music Hall (Beerbohm, Letters to Reggie Turner, 42). Beerbohm era uno de sus más fervientes admiradores, y durante los meses siguientes sus cartas estuvieron llenas de su enamoramiento. Beerbohm insistía en que su amor por la joven estrella lo purificaba: “Me he vuelto bueno y por fin soy feliz”, escribió a su amigo Will Rothenstein (Beerbohm and Rothenstein, 18). Bajo esta influencia romántica, las referencias a Wilde en las cartas de Beerbohm se volvieron más críticas.

El hecho de que Beerbohm se distanciaba de su mentor se manifiesta en su carta del 19 de agosto de 1893 a Turner, en la que escribió “a propósito de mi antiguo ser, Oscar estuvo en la última noche del [Teatro] Haymarket ( . . . ) No había visto nunca a Oscar tan fatuo ( . . . ) Por supuesto, prefiero ver a Oscar libre que sobrio, pero aun así, al verlo de pronto, tras el estilo de vida simple y precioso que llevo desde que Lady Cecilia [Cissy] mirase por la ventana de su convento, me resultó del todo repugnante” (Letters to Reggie Turner 53). Repugnante o no, Beerbohm aun admiraba la escritura de Wilde, algo que otro pasaje de la misma carta demuestra: “He estado leyendo Salomé otra vez”, escribió, “terriblemente corrupta, pero hay mucho de belleza en ella, mucha escritura hermosa: casi me asombra que Oscar no la escenifique” (Letters to Reggie Turner 53). En esta incómoda alianza entre homenaje y parodia, Beerbohm disminuye la admiración profesada con una displicente paradoja final.

Beerbohm imita el estilo de Wilde con mayor éxito (y, de hecho, casi proféticamente) en una carta a Rothenstein escrita en septiembre de 1893. Al describir al hermano de Wilde, William, Beerbohm escribió: “Quel monstre! Renegrido, aceitoso, suspecte pero horriblemente parecido a Oscar: posee su tímida y carnal sonrisa y su risita vana y no poco de su espíritu vivaz. Pero es horrendo, una auténtica tragedia de aires de familia” (Beerbohm and Rothenstein 21). La nota wildeana en la frase final de Beerbohm es inconfundible. Como miembro del círculo de Wilde, Beerbohm pudo incluso haber escuchado ya el famoso pasaje sobre las tragedias de los aires de familia, un pasaje que sería luego oído en escena en La importancia de llamarse Ernesto [The Importance of Being Earnest], casi año y medio después: "Todas las mujeres se parecen a sus madres. �sa es su tragedia. A ningún hombre le sucede, y ésa es la tragedia de ellos”[1].

Las más duras palabras de Beerbohm sobre Wilde aparecieron en una carta a Turner de octubre de 1893. Habiendo escuchado que Wilde se quejaba de las caricaturas hechas por Beerbohm, este arremetió con una severidad que hubiese resultado inimaginable unos pocos meses antes. “Cómo me gustaría que me hubiese escrito al respecto, y cómo lo habría aplastado ( . . . ) Mientras su cabeza me interese, seguiré dibujándola. No es más que un modelo no remunerado para mí, y así debería comportarse” " (Letters to Reggie Turner, 73). Al rebajar a “la Divinidad Oscar” al rango de modelo no remunerado, Beerbohm proclama su independencia de la influencia de Wilde. La proclamación fue prematura, pero su ferocidad sugiere que Beerbohm se sentía ansioso por adquirir una reputación propia.

En octubre de 1893, tras felicitar a Turner por una carta suya aparecida en The Daily Chronicle, Beerbohm escribió: “¡Has despertado y te has encontrado famoso! Deberías estar tan contento. El pobre de Oscar se acostó y se encontró infame” (Letters to Reggie Turner, 79). La observación obviamente lo complació, puesto que volvió a utilizarla en una carta a Robert Ross: “¡Pobre Oscar! Lo vi el otro día, desde un cabriolé, caminando con Bosie [Alfred Douglas] y otros miembros de la Extrema Izquierda. Tenía el aspecto de alguien que se ha desvanecido en el pecado y ha revivido en la vulgaridad. ¡Qué terrible es para un poeta ir a la cama y sentirse infame”[2]. Vulgaridad era una de las palabras favoritas de Wilde. “Con nuestro James [Whistler]”, había escrito Wilde en una carta a The World en 1886, “la vulgaridad empieza por casa, y debería permitírsele quedarse ahí” (Danson 70). Beerbohm se apropió de la acusación de vulgaridad de Wilde y la dirigió contra este mismo. Además, la relacionó con la infamia que Wilde, en sus provocativos escritos y con su estilo de vida indiscreto, parecía estar rondando coquetamente.

A pesar de la opinión cada vez más crítica de Beerbohm sobre Wilde, la influencia estilística de este continuó siendo identificable en los escritos del primero, incluso cuando el caricaturista no parodiaba explícitamente a su mentor. En una carta de agosto de 1893, Beerbohm expresó un deseo paradójico digno de Wilde: “Oh, Dios; cómo me gustaría ser libre y capaz de poner vastas riquezas a sus pies [de Cissy] y casarnos y vivir infelices y comer perdices” (Letters to Reggie Turner 45). Una nueva voz, sin embargo, comenzaba a aparecer en una carta escrita cuando Beerbohm se encontraba de vacaciones en el campo a comienzos de septiembre. En un pasaje probablemente inspirado por la insistencia de Wilde en la superioridad del arte sobre la naturaleza, Beerbohm escribió:

Disfruto tener flores frescas en el jardín todas las mañanas; pero al pensar en lo que deben haber costado, además del gasto de traerlas desde los floristas de Londres, uno no puede más que esperar que el dinero se gastase en algún objeto más duradero. La gente habla de la crisis de la agricultura y demás, pero es un hecho que hasta la más humilde cabaña está rodeada cada mañana de flores frescas. El gasto es francamente un despilfarro.[3] (Letters to Reggie Turner, 61)

Este corto pasaje sobre las flores resulta menos afectado que los intentos previos de Beerbohm por imitar la sátira de Wilde. La actitud mundana es una de las características del estilo de Wilde, pero el tono del pasaje de Beerbohm es prácticamente naif. La voz literaria de Beerbohm estaba comenzando a emerger.

La divinidad y el discípulo: Oscar Wilde en las cartas de Max Beerbohm, 1892-1895


Last modified 28 Noviembre 2004; traducido diciembre 2009