[Traducido por Terri Ochiagha Plaza y revisado por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces por George P. Landow..]

En la carta que Tom Brown escribe a un amigo que sigue en Rugby poco después de llegar a Oxford, describe su colegio como "un lugar tremendamente aburrido" en el que se asigna poco trabajo y se hace todavía menos. Además, aunque los estudiantes van a la capilla porque es obligatorio, a Tom le sorprende y enoja que los servicios religiosos duren tan poco y que los estudiantes aprovechen para leer textos asignados a escondidas y encima vayan con ropa de montar a caballo. Estos vagos, que marcan el ritmo del colegio, son una clase especial de alumnos que pagan el doble que el resto. St. Ambrose, nos dicen, tiene "unos setenta u ochenta estudiantes residentes," de los cuales una gran proporción son " gentlemen-commoners . . . .el grupo más grande y dominante en el colegio." (10) que " marcaban el ritmo del colegio" (11):

La característica principal de este grupo era la extravagancia sin límites que exhibían. Mercaderes de Londres les proveían con licores que costaban una guinea por botella, y vino a cinco guineas la docena; los sastres de Oxford y de Londres competían los unos con los otros para proveerlos de cantidades obscenas de la ropas más maravillosas. Conducían tándems en todas las direcciones, malgastando sus amplios fondos, que trataban como calderilla, en pubs de carretera y en tabernas de Oxford, y "se volvían locos" por cualquier cosa que se pudiese reservar. Sus cigarros costaban dos guineas por libra; sus muebles eran los mejores que se podían comprar; piñas, fruta madurada de manera rápida y las conservas más exclusivas figuraban en sus fiestas de vino; cazaban, montaban carreras de obstáculos de día, jugaban al billar hasta que cerrasen, y entonces estaban listos para vingt-et-une, sin límites y alcohol en sus habitaciones, siempre que cualquiera quisiese jugar con ellos.

St. Ambrose había sido un colegio distinguido por sus logros académicos y atléticos, tanto que " los directores de instituto luchaban" para que admitiesen a sus mejores alumnos, y " todo el que tenía un hijo, tutelado o alumno al que quería �colocar' en el mundo — que estaba destinado a ser relevante y un líder entre los hombres, hacía lo posible para meterle en St. Ambrose's (11) Aunque los profesores mantenían estos estándares en su propio trabajo y eran " tan distinguidos para el aprendizaje, la moralidad y la respetabilidad como cualquiera en la Universidad" (11), "los hombres astutos del mundo; hombres de negocios" a cargo del colegio, dándose cuenta de la demanda que había por entrar se preguntaron, "¿porqué no hacemos pagar al público por las grandes ventajas que les concedemos?" y empezaron a admitir a grandes números de gentlemaen-commoners que pagaban el doble, y que por ello, sentían que estaban menos obligados a cumplir las normas.

Los caballeros-miembros de la Cámara de los Comunes (Gentlemen-commoners) aumentaron y se multiplicaron; de hecho, los hijos mayores de los baronets, incluso de hacendados, escasamente podrían ser admitidos de otra forma. Como estos jó venes pagaban el doble, y tenían todo tipo de grandes expectaciones, no se esperaba que tuviesen que ser sometidos a la misma disciplina que la de los chicos de orígenes más humildes, que tenían que buscarse la vida en el mundo. Así que las normas sobre la asistencia a la capilla y a las clases, aunque en teoría eran iguales para todos, se relajaban más en su favor; para que pudiesen sentirse como personas de su posició n. La cocina y la mantequería tenían que estar prácticamente perfectas, y St. Ambrose, de ser uno de los colegios más asequibles, se había convertido en el colegio más caro de la universidad. Estos cambios funcionaban como probablemente sus promotores deseaban, y el colegio estaba lleno de hombres ricos, y recibían en la universidad el tipo de respeto que la riqueza provee a los que la poseen.

Aunque St. Ambrose seguía teniendo una Buena reputación fuera de la universidad — este tipo de reputaciones tardan años en conseguirse y años en destruirse — la realidad era muy diferente: "Menos y menos de los chicos de St. Ambrose aparecían en las listas de clase [como alumnos de excelencia], o incluso entre premiados. Ya no ganaban los debates en la Unió n; perdían en las carreras de barcos; a los once les ganaron en todos sus partidos." (12) Los Los caballeros-miembros de la Cámara de los Comunes (Gentlemen-commoners)y sus amigos estaban demasiado ocupados bebiendo, de fiesta, cazando y jugando. Y, además, proveyendo de tentaciones a Tom Brown.

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Referencias

Hughes, Thomas. Tom Brown at Oxford. New Edition. N.Y.: John W. Lovell, n.d.


Last modified 28 June 2008; traducido 2009