[••• = disponible solo en inglés. Traducción de Elena Navarro, revisada y editada por Xiana Sotelo. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de El diseño HTML de George P. Landow.]

Sin ninguna duda, Charlotte Brontë era progresista en sus creencias. En un tiempo en el que las mujeres eran consideradas poco más que adornos sociales y portadoras de descendencia, Charlotte Brontë contradijo valientemente a la sociedad a través de sus escritos. Sus novelas hablaban en profundidad sobre la mujer oprimida; de este modo se establece a Charlotte Brontë como una de las primeras mujeres modernas de su tiempo. Referirnos a Charlotte Brontë como escritora feminista sería, sin embargo, una errónea representación de la escritora quien, a diferencia de George Sand, quien por apariencias y por su nivel de vida encarnó a la feminista del siglo diecinueve, Charlotte Brontë se retiró de la sociedad que no la aceptaría completamente como era ella y expresó sus ideas reprimidas a través de sus palabras. Pequeña en tamaño, siempre modesta, fue el espíritu reprimido de Brontë lo que se reveló en sus fantasías literarias. A menudo se comparaba con otros que compartían su situación de opresión; la hija fea o la pobre solterona, a las que ella equipara a personas esclavizadas encarceladas por circunstancias que van más allá de su control.

Las opciones para una dama empobrecida en aquel tiempo estaban limitadas a institutriz o profesora, roles que Charlotte Brontë también consideraba formas de esclavitud. Creía que una institutriz no tenía existencia y no era considerada un ser vivo o racional a excepción de la conexión tediosa con los deberes que está obligada a desempeñar (Gilbert y Gubar, 347-51). El matrimonio era siempre una solución viable, aun así Charlotte Brontë solo se casaría con un hombre que ella respetase, no le importaba su estatus ni su fortuna. Renunció a vivir en un rol en el que la sociedad la había situado, pero nadie, ni siquiera la estricta sociedad, podía obstaculizar sus crecientes emociones. Fue a través de sus palabras como Charlotte Brontë creó a una mujer de pensamiento libre, inteligencia y un fuerte carácter moral; los mismos rasgos que la misma Charlotte poseía.

El día a día en los páramos de Yorkshire, era deprimente para las hermanas y hermano Brontë. Charlotte era una joven inteligente la cual tomó un temprano interés en política. Su interés por la política fue formado por ella de manera autodidacta a través de la lectura de los periódicos que su padre dejaba por la casa. A los nueve años sabía más de política que muchos hombres adultos.

Las hermanas y hermano Brontë eran todos ávidos lectores y desde que eran niños aislados, normalmente plagados de enfermedades, muerte y desolación, frecuentemente se retiraban a un mundo literario de fantasía, generado por las obras de Sir Walter Scott, además de otros autores románticos de la época. Estimulados por sus vívidas imaginaciones, inventaron juegos de rol, a veces con la ayuda de los juguetes de madera, otras veces con disfraces provisionales. Mientras que muchos niños pasaban su tiempo libre en tales actividades, era la manera específica en el que las niñas jugaban lo que las dotaba de una profunda fuerza espiritual, Charlotte en particular, poseía una madurez más allá de su edad y era percibida como una figura materna para los demás hermanos. Era en el transcurso de estos dramas imaginativos cuando las chicas retrataban figuras legendarias, personajes de fuerza durante la historia: Bonaparte, César, Aníbal y el duque de Wellington ••• (Gaskell, Chap V). Aquellos no eran juegos ordinarios de fantasía, sino, dramas bien escritos y elaborados. Era el héroe masculino arquetípico que interesaba a las chicas y no a las débiles o impresionables mujeres. Incluso las figuras históricas femeninas que parecían fuertes como Cleopatra, no interesaban a Charlotte porque Cleopatra usaba su sexualidad para obtener grandeza en vez de lograrla por ella misma. Charlotte rechazó usar su sexualidad a cualquier nivel para atraer a hombres y criticó a las mujeres que recurrían a estas características femeninas que ella veía como una falta de respeto por sí mismas, un destino que ella consideraba peor que la muerte.

Era Charlotte la que procuraba los noms de plume que eran deliberadamente ambiguos en cuanto al género para ella y para sus hermanas (Gilbert y Guber, 347-51). Es un hecho que las autoras femeninas en aquel tiempo no eran consideradas tan en serio como los hombres, sin embargo, como Currer Bell, Charlotte tenía la libertad de crear los personajes de la manera que ella quería. Oculta por el anonimato, creaba heroínas con ideas genuinas y opiniones eruditas, quienes, por encima de todo, se respetaban a sí mismas y que no estaban asustadas de declararlo. Para Charlotte Brontë era una válvula de escape emocional perfecta

Una mujer que revelaba un espíritu independiente era excepcional, incluso inexistente en la época de Charlotte Brontë. Aquellos sentimientos eran ocultados bajo una apariencia estoica que eliminaba su creatividad, emociones y espiritualidad. Aquella represión tuvo consecuencias peligrosas, una vida infeliz y vacía. Charlotte Brontë escribió que la imaginación era una facultad que no descansaba y que necesitaba ser oída y ejercitada. “¿Tenemos que estar bastante sordos a sus lamentos y ser insensatos ante sus problemas?” (Gaskell, Cap II)

Charlotte Brontë se retiró al mundo que había creado. Es a través de sus escritos donde ella se permitía alimentar sus sueños y su latir reprimido donde habló sobre las desgracias de la condición de la mujer que estaban muy arraigadas en el sistema social (Moers, 18). Charlotte Brontë instó a las mujeres a no detenerse ante aquellos problemas; aunque el mundo de la literatura debería estar agradecido de que ella no hiciera caso a su propio consejo. Se pensaba que el nacimiento de los personajes de Jane Eyre y Lucy Snowe fue gracias a su descontento.

Jane Eyre, que es de forma discutible un tour de force de Charlotte Brontë donde elementos autobiográficos se mezclan con nociones románticas de la época. En el personaje de Jane Eyre, Charlotte Brontë creó a una mujer sin importancia en todos los sentidos, plana, modesta, con una fuerte moral e inteligente. Como su autora, la soledad de Jane crea su persona, lo que le proporciona unas necesarias habilidades de supervivencia. Jane no necesita un hombre para sentirse valiosa, en lugar de eso ella tiene autoestima y determinación. A través de Jane, Brontë exhibe su resentimiento hacia la sociedad que la ha despreciado mientras que mantiene un desapego hacia la humanidad como conjunto (Moers, 18).

Cuando Jane finalmente se enamora, abraza la idea del amor propio y no la etiqueta ni se identifica con los beneficios asociados a éste. Sin embargo, Jane no sacrifica sus principios morales o su amor propio por ningún hombre. Básicamente, ella no se sacrificará. Es imperativo para ella mantenerse fiel a sí misma. Nada puede atentar contra las ideas de Jane sobre riqueza, estatus o amor.

Me preocupo por mí misma. Cuanto más solitaria, menos amigos y más inestable soy, más me respeto a mí misma. (310)

Como Jane, la misma Charlotte estaba dispuesta a casarse con el hombre que ella respetara. De hecho, rechazó muchas ofertas de matrimonio que le habrían proporcionado una vida de comodidad, simplemente porque las ofertas no vinieron de hombres que ella considerase iguales o sentían que eran intelectual y moralmente deficientes. Creía que una buena mujer, como cualquier hombre decente, no podría vivir sin amor propio. Creía que la pasión era una emoción temporal que podía derivar en repulsión, o lo que es peor, indiferencia. “Dios ayude a la mujer que ama apasionadamente y sola” (Gaskell, cap IX).

Jane vuelve a Rochester y le ofrece su amor incondicional cuando a él ya no le queda nada. Ciego y pobre, Rochester solo puede ofrecerse a sí mismo, dado que para Brontë el amor trasciende las expectativas sociales del matrimonio y está basado en el respeto y el amor mutuo.

En su tiempo, Jane Eyreera considerada una novela radical que desafiaba a la autoridad, violaba el código humano y promovía la rebelión y el cartismo••• en los hogares. Un crítico del The London Quarterly Review declaró queJane Eyreera la personificación de un espíritu empedernido e indisciplinado y que el personaje de Jane estaba desposeído de todas las cualidades femeninas atractivas. Una institutriz, que el crítico recuerda al lector, no es una mujer real sino una carga para la sociedad. Ninguna mujer real podría crear un personaje tan impropio como Jane Eyre, y si lo hiciera sería “castigada por un largo tiempo por la sociedad de su propio sexo” (Ridgy, Diciembre 1848). Currer Bell era considerado como un hombre que no tenía claro cuál era el rol de la mujer en la sociedad.

En Villette, Charlotte describe directamente sus primeros días en Bruselas y su amor no correspondido por un profesor casado. En vez de crear un retrato romántico lleno de pasión y amor infantil, Brontë toma su amor no correspondido con filosofía y crea a Lucy Snowe, una de las heroínas más altruistas, honestas e independientes de la literatura inglesa. Con Lucy el valor del pedigrí, la posición social y la inteligencia se comparan con los huéspedes de tercer clase (58). De hecho, el retrato es similar al personaje de Jane Eyre, ambas heroínas poseen una inteligencia y unos valores morales superiores a aquellos que las rodean, superiores incluso a los de los héroes de las novelas.

En Rochester, Brontë crea un héroe como tantos otros héroes literarios de la época: rico, galante y romántico, lo que le añade el estilo gótico a la novela. Aunque en Villete,una autora más madura crea la antítesis del héroe literario. Paul Emmanuel no era un hombre romántico, era un hombre débil atraído por el sexo. Pero más allá de sus defectos, Lucy reconoce un alma generosa y juntos crean un vínculo de respeto mutuo. Brontë recuerda a sus lectores o más bien los ilumina en el hecho de que una mujer con autoestima e intelecto puede encontrar su lugar en el mundo sin la ayuda de los hombres.

Brontë, con su sutileza, escribió sobre mujeres sencillas que dependían del respeto por sí mismas más que de la sociedad, para poder llegar a vivir una vida plena. A través de sus personajes, Brontë dejó el legado de la mujer moderna, una mujer decidida crear su propio camino y que vivía su vida bajo sus propios criterios que no eran dictados por la sociedad sino por ella misma, solamente por ella misma.

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Bibliografía

Brontë, Charlotte. Jane Eyre. London: Bloomsbury Books, 1984.

Brontë, Charlotte. Villette. London: Penguin Books 1979.

Elizabeth Rigby, "[A Review of Vanity Fair and Jane Eyre.]" London Quarterly Review 167 (December 1848).

Gaskell, Elizabeth C. The Life of Charlotte Brontë. Oxford: Oxford University Press, 1857.

Moers, Ellen. Literary Women. New York: Oxford University Press, 1972.

Sandra M. Gilbert and Susan Gubar. The Norton Anthology of Literature By Women.London: W.W. Norton, 1985.


Modificado por última vez el 19 de enero de 1999; traducido el 31 agosto de 2018