[Traducción de Traducción de Rocío Morales de la Prida. A menos que se indique lo contrario, la traducción de los títulos de las obras es de Rocío Morales de la Prida; revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]

[Tercera Parte de «Criados Chinos, Historias del Lejano Oeste, y las Vicisitudes de las Ocupaciones de la Casa en California de la década de los 70 del siglo XIX: Los Géneros Cambiantes de Catherine Hubback]

ohn Hubback, el marido de Catherine, había estado en un manicomio por lo menos desde 1850, cuando Catherine volvió a la casa de su padre en Portsdown. Después de la muerte de Francis Austen en 1865, las circunstancias llegaron a ser cada vez más tensas e incómodas. Los dos hijos menores de Catherine Hubback aún necesitaban ser mantenidos, y ella misma aparentemente se estableció en Liverpool, donde su hijo mayor John había encontrado trabajo. En 1867 John emprendió extensos viajes por motivos de negocios, viajando primero a Australia y después a América, pasando cinco meses en California en 1868 y continuando después hacia Virginia, donde su hermano pequeño, Charles, se fue a establecerse unos años más tarde. Un año después de la salida de John, Edward dejó Inglaterra para buscar fortuna en California. En el otoño de 1870 Catherine procedió a unirse a Edward para proporcionarle un hogar siempre que permaneciese soltero.

Fue un paso atrevido el que tuvo que tomar. Se encontraba en sus cincuenta y no había dejado Gran Bretaña desde su luna de miel en el Continente. Irse a América también significaba dejar a su marido atrás, quien finalmente la sobreviviría ocho años, pasando el resto de su vida en el manicomio. Además, California era todavía el lejano oeste, incluso si ya no era la frontera, y Oakland, donde Catherine Hubback fue a establecerse hasta los últimos meses de su vida, un pequeño municipio con una incierta población de inmigrantes y descendientes de pioneros que habían entrado a raudales en California en el torrente de los campos de oro. Cuando John Henry Hubback llegó en 1868, dos años antes que su madre, lo golpeó como «el oeste más lejano». California era «la cosa verdadera»:

Ocasionalmente uno se encontraba con algún individuo que había cruzado las Llanuras, lo suficientemente afortunado para escapar de la vista de los Indios y para sobrevivir a las privaciones del hambre y la sed en esos desiertos desconocidos. Era en su conjunto como una maravillosa comunidad, en su mayor parte norteamericanos pero con una gran mezcla de muchas otras nacionalidades. Había visto algo parecido en Melbourne, una ciudad supuestamente más americanizada; pero en eso consistía el asunto, gente de todos los estados en la Unión, norte, sur, este, todos van al oeste más lejano". [Cross Currents, 28]

Occasionally one met with an individual who had crossed the Plains, lucky enough to escape the notice of the Red Indians and to survive the privations of hunger and thirst in those unknown deserts. It was as a whole a marvellous community, mostly Americans but with a large admixture of many other nationalities. I had seen something like it in Melbourne, a city supposed to be rather Americanised; but here was the real thing, people from every state in the Union, north, south, east, all come to the farthest west." [Cross Currents, 28]

Fue en este Lejano Oeste cada vez más multiétnico donde Catherine Hubback pasó a formar su hogar permanente, enseñando en una escuela de domingo, dando clases de encaje y bordado, y estableciendo una sociedad misionera. Sintiendo curiosidad por su nuevo país, emprendió excursiones frecuentemente, absorbiendo el paisaje, el idioma, y el estilo de vida de California para una serie de historias americanas. Su interés por la población china de Oakland se vio alimentada por su curiosidad por todas la nuevas impresiones que la vida en el oeste más lejano significaban para ella así como por el papel principal que desempeñaban en casas californianas como sirvientes domésticos. Los comentarios de su hijo muestran una dualidad semejante, entre el orientalismo y las realidades de economía doméstica. Su descripción de Chinatown — generalmente percibido como atractivamente exótico por los viajeros europeos del momento — se yuxtapone con referencias a las vicisitudes de encontrar sirvientes domésticos en el Oeste norteamericano:

Entonces estaba Chinatown, un barrio en un rincón de la ciudad, donde los miles de inmigrantes que llegaban por la Gran República u otros barcos de vapor sugestivamente denominados de trans-Pacíficos estaban inmediatamente en casa, desapareciendo en las multitudes de sus compatriotas. Hombres chinos eran los cocineros domésticos; la Sra Knox empleó a uno en la pensión, un buen espécimen era, con trenza y blusa azul y con ojos torcidos, como debían de ser. También era bastante artista en la cocina. Las amas de casa solían decir que no sabían cómo se las podían haber arreglado sin hombres chinos; ninguna chica blanca se encargaría del servicio doméstico. [Cross Currents, 30]

Then there was Chinatown, a quarter all to itself at one corner of the city, where the thousands of immigrants coming by the Great Republic or other suggestively-named trans-Pacific steamers were at once at home, disappearing in the crowds of their compatriots. Chinamen were the domestic cooks; Mrs Knox employed one at the boarding house, a very good specimen he was, with pigtail and blue blouse and crooked eyes, all as they should be. Also he was quite a god artist in the kitchen. Housekeepers used to say that they did not know how they could have managed without Chinamen; no white girl would take up domestic service. [Cross Currents, 30]

El golpe irónico de John Hubback en los sugestivamente denominados transportes de masas de pastores escoceses refleja los comentarios a menudo sarcásticos de su madre sobre los dobles principios de la República, mientras que su referencia a la idoneidad de los hombres chinos de valer como cocineros y sirvientes (la competencia de las mujeres en Inglaterra así como en la Costa Este) también tiene ecos cercanos de una carta que Catherine le escribió en 1872: «si no hubiera sido por los chicos chinos no sé qué habríamos hecho» ("were it not for China boys I don't know what we should do.") (Hubback, Letters: 3 June 1872). Las descripciones de Chinatown están notablemente ausentes en sus cartas. Habría sido improbable que una expatriada inglesa de clase media se hubiera atrevido a ello — a diferencia de su hijo, que llegó como un viajero de negocios y estuvo a punto de viajar más hacia el oeste. Las guías europeas del siglo XIX de San Francisco advertían a los viajeros que «no era aconsejable visitar el barrio chino si no era acompañado por un guía» ("not advisable to visit the Chinese quarter unless accompanied by a guide.") (Tchen, 3) Si las historias americanas perdidas de Catherine Hubback contenían alguna referencia a Chinatown o incluso si incluían sirvientes chinos — los cuales después de todo juegan un papel central en sus cartas — como protagonistas, ahora tan sólo se puede conjeturar. Su descubrimiento emitiría indudablemente una fascinante luz nueva en la California de los años 70 del siglo XIX. Las excursiones orientalistas de Hubback parecen haber sido restringidas a una feria — una pequeña «Gran Exposición» ("small 'Great Exhibition'") (Hubback, Letters: 27 August 1871) — donde especialmente disfrutó con los artículos domésticos de tiendas japonesas y chinas.

Este orientalismo pronto se abre camino hacia sus explicaciones del tratamiento de los sirvientes chinos en Oakland y especialmente de un racismo predominante dirigido hacia inmigrantes asiáticos que al principio la cogieron por sorpresa. En una carta fechada a 14 de julio de 1872, narra un incidente en su escuela de domingo:« Mis alumnos, que la semana pasada me dijeron que ‘su vecino’ se refería al que vivía en la puerta de al lado, hoy recordaron que se refería a todos ‘a excepción de los chinos’ — ‘siendo paganos’ y ‘viniendo aquí y apoderándose del trabajo de los hombres blancos’- puedes imaginar que les di una gran reprimenda ("My schoolboys today, who last week told me 'their neighbour' meant one who lived next door, today remembered that it meant every one 'except Chinese' — 'they being heathens', and 'coming here and taking the work from white men' — you may guess I gave them a sharp lecture") (Hubback, Letters: 14 July 1872). Mientras los niños ponían voz a actitudes anti-chinas, Catherine Hubback no sólo habla contra la categorización racista de grupos inmigrantes, sino también contra el sentido de superioridad que subyace en él, señalando con exactitud los dobles principios de los ideales de igualdad de la República. Su charla brusca rápidamente la conduce desde una amonestación del racismo a un ataque sarcástico en lo que considera una hipocresía especialmente americana. Siguiendo con una pregunta sobre la propiedad o el descubrimiento de California, quiere exponer los prejuicios de los chicos. California había, en realidad, sido cedida a los Estados Unidos por México tan sólo hacía dos décadas. Hubback es consciente de que está pisando suelo peligroso como extranjera que es ella misma:

Les pregunté cómo había llegado California a pertenecer a los Estados Unidos, a lo que ellos respondieron ‘nosotros la descubrimos’ — No, vosotros no lo hicisteis, vosotros la codiciabais, y vinisteis con una fuerza armada y se lo robasteis a los españoles y los expulsasteis. El chico murmuró algo acerca de que los ingleses lo querían. No, los españoles invitaron a los ingleses, pero antes de que pudieran responder los soldados de EEUU lo habían tomado — pero esta no es nuestra clase, excepto como ejemplo de codiciar y robar. Creéis que los padres y madres de EEUU levantarán una rebelión a causa de enseñar tales verdades espantosas — yo creo que la declaración de que todos los hombres nacen libres e iguales, se refiere tan sólo a todas las naciones de EEUU en su opinión. [Hubback, Cartas: 14 Julio 1872]

How came California to belong to the U.S., I asked, so they said 'we discovered it' — No, you did not, you coveted it, and came with an armed force, & stole it from the Spaniards, & drove them out. The boy murmured something about the English wanting it. No, the Spaniards invited the English, but before they could answer the U.S. soldiers had taken it — but this is not in our lesson, except as an example of coveting & stealing. Do you suppose the U.S. fathers & mothers will raise a rebellion on account of my teaching such shocking truths — I suppose that the declaration that all men are born free & equal, means only all nations of the U.S. in their opinion. [Hubback, Letters: 14 July 1872]

Este uso liberal del diálogo caracteriza todas las anécdotas de Hubback, contribuyendo a la vivacidad de sus cartas. Sus comentarios frecuentemente sarcásticos de la sociedad californiana, los sistemas políticos y también económicos, y especialmente las inconsistencias de las ideologías republicanas son sus comentarios más ingeniosos, pero también más intuitivos. No todos sus sarcasmos están tan deliberadamente simplificados como su conciso comentario de la moralidad pública americana en una carta de noviembre de 1874: «La piel americana es como la moralidad pública americana — se levantó deprisa para aparentar estar bien y atraer pero no hay durabilidad o fuerza sólida en ella» ("American leather is just like American public morality — got up in a hurry to look fine & attract but no durability or solid strength in it") (Hubback, Letters: 7 Nov 1874). Su actitud permanece bruscamente crítica, pero sin desmerecer sus cariñosas descripciones del país y especialmente del campo. Es consciente que compara el Lejano Oeste del presente con la Inglaterra de su juventud. El 24 de diciembre de 1871, tras haber observado los modales de las señoritas californianas al bailar, describe sus actitudes de moda con el sarcasmo característico: «Las chicas americanas se mueven tan mal, debido a la exagerada inclinación griega, que todas parecen jorobadas, y se asoman terriblemente como nos solían decir cuando agachábamos la cabeza y curvábamos los hombros» ("The American girls carry themselves so badly, owing to the exaggerated Grecian bend, that they all look hump-backed, and poke frightfully as we used to be told when we stooped our heads & rounded our shoulders") (Hubback, Letters: 24 December 1871). Aparentemente, Hubback sugiere, que ellas creen que «establecer los hombros y llevar la cabeza en primer lugar es ‘la cosa’» ("setting up their shoulders and going head foremost is 'the thing'"). Se pregunta si «todas las chicas inglesas [han] adquirido la misma manera de andar, cojear y asomarse» ("English girls [have] all fallen into the same way of walking, hobbling and poking") (Hubback, Letters: 24 December 1871). Los modales de las jóvenes, sin embargo, se convierten en un tema que es — al igual que los comentarios racistas de los alumnos — trazados enfáticamente a lo que Hubback llama su «naturaleza republicana incontenible» ("irrepressible republican nature"), que «está siempre estallando» ("is always bursting out") (Hubback, Letters: 1 December 1872) en los niños que trata de enseñar:

Las chicas aquí pasan a ser mayores de edad a los 18, y entonces se pueden casar con quien quieran a pesar de los deseos de sus padres — también pueden entonces conseguir fácilmente un divorcio; tal es el encantador estado de la sociedad — me pregunto qué próxima generación estará en América, y la siguiente a esa. Su único credo universal es que la República es moralmente, intelectualmente, físicamente y geográficamente el primer país en el mundo, y que todas las comunidades europeas son esclavos gobernados por tronos podridos y la aristocracia hinchada. Su única regla universal es progresar — de cualquier manera — para ganar dinero en el negocio de los hombres — para gastar aquel de las mujeres. [Hubback, Cartas: 20 Julio 1872]

Girls here come of age at 18, & can then marry whom they please in spite of their parents' wishes — then they can easily get a divorce too; such is the charming state of society — I wonder what the next generation will be in America, & the next after that. Their only universal creed is that the Republic is morally, intellectually, physically & geographically the first country in the world, and that all the European communities are slaves governed by rotten thrones & bloated aristocracy. Their one universal rule is to get on — in any way — to make money is the business of men — to spend itthat of women. [Hubback, Letters: 20 July 1872]

En vista del entusiasmo de Hubback para aprovechar cualquier inconsistencia o dobles criterios con el fin de clamar contra las ideologías y políticas republicanas, hay que contemplar sus simpatías para con los inmigrantes asiáticos más como un reflejo de su propia experiencia que como extranjera en los Estados Unidos. Su ficción más temprana, escrita años antes de que la emigración fuese incluso considerada, muestra una actitud esencialmente ambigua hacia América y los americanos. En Los tres casamientos (The Three Marriages), se describe a un personaje secundario del oeste de India de linaje mixto como "habiendo adoptado algunas ideas republicanas salvajes" ("adopted some wild republican ideas"), que ocasiona un arrebato inusitado cuando ella elogia "América, la libre, la fuerte, la valiente, la madre que cuida de todos sus hijos del mismo modo", con "el fervor de un converso a un nuevo credo" ("America, the free, the strong, the brave, the mother who cares for all her children alike", with "the zeal of a convert to a new creed") (71-72). Mientras la novela pasa a tratar tanto Australia como América entre los países en los que se pueden hacer deseables fortunas, aunque por implicación creen y fomenten impostores — las grandes esperanzas que uno de los personajes pone en la fortuna que su tío ha hecho en Australia son centrales en el argumento — el arrebato del Oeste de la India es tratado con fácil condescendencia como un entusiasmo que revela su ardor emocional. Como uno de sus admiradores lo expone, a uno no "le importan sus prejuicios — es tan sincera en ellos" ("mind her prejudices — she is so sincere in them") (72). Nada de las simpatías del híbrido racial tiene que ver con las ideas republicanas de la igualdad.

Después de la emigración la concepción de Hubback sobre el republicanismo americano se modificó y se convirtió en cada vez más concreta. Sus primeras cartas reflejan la dificultad de crear su nuevo hogar en el extranjero, mientras que se enfrentó aparentemente a los prejuicios que reflejaban su propio yo, o eran una respuesta a ellos. Al describir las celebraciones del cuatro de julio de 1871, menciona su exclusión con una mezcla de auto-ironía y terror de un rechazo social: «No me preguntaron así que permanecí fuera. Pensé que los Wolseys o la misma señora Kelsey podrían haberme preguntado — a no ser que pensaran que herirían mis sentimientos ingleses con la manifestación» ("I was not asked so I stayed away. I thought the Wolseys or Mrs Kelsey herself might have asked me — unless they thought my English feelings would be hurt by the demonstration.") El ser extranjero es una preocupación en «La historia de las azafatas» ("The Stewardess' Story") y se aprecia a través de las descripciones cada vez más comprensivas de diferentes grupos de inmigrantes. Hubback es indudablemente consciente del componente social implicado en las políticas de la naturalización, aún mientras que aprovecha las inconsistencias republicanas para expresar sus propios sentimientos del exilio como la mujer inglesa solitaria viviendo separada de su demente marido, quien quedó atrás en un manicomio en Inglaterra.

Dejando de lado sus propias luchas, Hubback estaba claramente horrorizada por la creciente hostilidad hacia los chinos. «No sé en qué terminará la persecución de los chinos» ("I do not know what the persecution of the Chinese will end in"), escribe el 21 de mayo de 1876. Los años que Hubback pasó en Oakland fueron sin duda cruciales en las actitudes cambiantes de su comunidad china. En un estudio reciente L. Eve Armentrout Ma ha llamado a la década de los 70 del s. XIX como el principio de «la fase más virulenta del movimiento anti-chimo» ("the most virulent phase of the anti-Chinese movement") (37). Los inmigrantes chinos se habían empezado a asentar en Oakland en el año de su fundación en 1852. En El Movimiento Anti-chino en California, Elmer Clarence Sandmeyer señala que en la comunidad fronteriza, «los chinos eran considerados como una auténtica bendición" ("the Chinese were looked upon as a veritable god-send"), especialmente ya que había pocas mujeres, y «los chinos suministraban la necesidad de cocineros, lavanderos, y cosas por el estilo, así como el trabajo más pesado de las minas» ("the Chinese supplied the need for cooks, laundrymen, and the like, as well as that of the heavier work of the mines") (14). Pero fue durante los años fiscales de 1873-1876 cuando la mayor entrada continua de inmigrantes tuvo lugar, «dejando un trasfondo para el sentimiento intensificado contra los chinos manifestado durante esos años» ("lending a background for the intensified feeling against the Chinese manifested during these years") (17).

Los clubes de anti-chinos se establecieron cuando la depresión económica sacudió California y un gran estallido de violencia tuvo lugar en Los ángeles en 1871. La legislación de mediados de la década de los 70 del s.XIX era rotundamente anti-china. Una revisión de las leyes de la naturalización resultó finalmente en una cláusula que prohibía expresamente que los inmigrantes chinos llegaran a ser ciudadanos. (35). Como empleador de chinos, que servían como cocineros y criados, incluso asumiendo el papel de doncellas atando sus botas, y como profesora en el colegio de los domingos, Hubback habría sido un testigo de este aumento de las hostilidades. La acusación de sus alumnos en el verano de 1872 precedió al creciente antagonismo. Las cartas que escribió en 1876 muestran su aprobación de la política y el sistema legal. El año 1876, en realidad, marcó una crisis en la agitación anti-china en California, ya que numerosos clubes anti-chinos se unieron para formar la Union Anti-china. Su carta del 21 de mayo de 1876 contiene uno de sus comentarios más extensos al respecto:

No sé en qué terminará la persecución de los chinos. Han aprobado un decreto para afeitarles la cabeza si se les encarcela, y los están constantemente encarcelando por todo tipo de cosas que pasan por alto en otras personas. Luego aplican altos impuestos en sus negocios. Lo intentaron hace 2 años, y los chinos les ganaron en un pleito legal. Ahora, dicen que no se pueden permitir ir de nuevo ante la ley, pero esperarán hasta que las autoridades chinas lleven a cabo representaciones apropiadas, siendo bastante conscientes de que el impuesto infringe sus derechos acordados. Por supuesto existe el peligro de que la injusticia cometida aquí se vea dirigida contra los americanos que hay en China — y supongo que los demás estados no querrán dejar el comercio chino, a pesar de que los californianos pueden decidir echarlos del país. [Hubback, Cartas: 21 El 1876 de mayo]

I do not know what the persecution of the Chinese will end in. They have passed a decree to shave all their heads if committed to prison, and they are constantly committing them for all sorts of things which they don't notice in any other people. Then they lay heavy taxes on their laundries. They tried it 2 years ago, and the Chinese beat them in a suit at law. Now, they say they can't afford to go to law again, but shall wait till the proper representations are made by the Chinese authorities, they being quite aware that the tax is an infringement of their rights received by treaties. Of course there is danger that the injustice here will be retaliated on Americans in China — and I suppose the other states would not like to give up the Chinese trade, however the Californians may resolve to drive them out of the country. [Hubback, Letters: 21 May 1876]

En la misma carta, Hubback menciona «muchos grandes robos por todo Oakland» ("great many burglaries about Oakland") y la sorpresa de sus vecinos ante el coraje de esta de quedarse en casa solamente protegida por el joven sirviente, Phun, quien hacía las veces tanto de doncella como de criada. Phun parece que permaneció más tiempo a su servicio que la mayoría de sus otros sirvientes chinos, cuya frecuencia de cambio indican la fluidez de la población inmigrante china. Una carta fechada a 26 de diciembre de 1875 lo describe como «un muchacho muy agradable [ . . . ] que principalmente me sirve y es en realidad una criada» ("a very nice little boy [ . . .] who mostly waits on me, & is in fact housemaid.") Sus últimas cartas reflejan un cambio en sus actitudes hacia sus sirvientes y una nueva conciencia de la situación. La comedia de sus primeras anécdotas ha desaparecido. Por el contrario, las explicaciones de los sirvientes chinos de principios de los setenta muestran su agudeza despiadada. No son sólo los sirvientes chinos los que aparecen detallados de manera cómica, aunque su descripción se informa a través de un orientalismo reduccionista y claramente muestra los límites de la comprensión transcultural en la década de los setenta del siglo XIX. Sin embargo las anécdotas detalladas ponen de manifiesto un potencial para la ficción. Así como Hubback captura hábilmente las expresiones californianas, que son entonces reducidas desafortunadamente a «una voz yanqui chillona» ("shrill Yankee voice"), sus usos tempranos de los sirvientes chinos como protagonistas de sus anécdotas expresa un deleite doméstico en lo exótico. En una carta del 27 de abril de 1873, Hubback incluye una larga descripción de sus sirvientes actuales. Su gusto por la comedia y el pathos de los protagonistas es característico de sus explicaciones sarcásticas y despiadadas de la sociedad californiana en general. El diálogo entre su sirviente afligido y un intérprete aparece de manera significativa en la defensa de Hubback de estos sirvientes en el oeste americano:

Preferiría mucho más enseñar a un chico chino que a una chica inglesa o incluso a una chica irlandesa — nunca son impertinentes al hablar e incluso si están enfadados tan sólo dan un portazo. No pueden hablar lo suficientemente bien como para ser insolentes. [. . .] él [su sirviente actual] pensó que estaba enfadada con él y dijo de manera lastimera «Yo irme, tú no gustar Wan» — con la mano en la cabeza y sus ojos diagonales parpadeando un poco. [. . .] Sólo nos pusimos de acuerdo a través de un intérprete. La escena entre ellos fue cómica. El limpiador que interpretaba era muy guapo — como un hindú, creo — mi «Wan» no es tan guapo como se pueda pensar — el dijo Lon man tin shon ling mann kin wa — el otro Wa kin mannling shon tin man lon — entonces el intérprete dice quizás 3 o 4 versos de verso blanco del mismo estilo y siempre en un canto, gregoriano, creo — y como en una tragedia francesa — si uno dice dos sílabas el otro responde con 6 u 8 como para rellenar la cadencia. [Hubback, Cartas: 27 Abril 1873]

I would much rather teach a Chinese boy than an English girl or even an Irish girl certainly — one never gets impertinence in words, & even if they are angry they only slam the door. They cannot speak well enough to be saucy. [ . . .] He [Her current servant] thought I was angry with him, & said pathetically 'Me go, you no likey Wan' — with his hand on his head, & his diagonal eyes blinking narrowly. [ . . .] We only came to terms through an interpreter. The scene between them was comical. The wash boy who interpreted is very handsome — like a Hindoo I think — mine 'Wan' is not beautiful as you may guess — he say Lon man tin shon ling mann kin wa — the other Wa kin mannling shon tin man lon — then the interpreter says perhaps 3 or 4 lines of blank verse of the same style & always in a chant, a gregorian, I believe — and like a French tragedy — if one says two syllables the other answers with 6 or 8 so as to fill up the cadence. [Hubback, Letters: 27 April 1873]

En una carta anterior de ese mismo año, fechada a 9 febrero, Hubback se refiere a sus dificultades por encontrar sirvientes domésticos preparados, expresando irónicamente asombro ante la naturaleza exótica de su nueva vida: «Es un mundo extraño, cuando uno se para a pensar en ello. Cuando tenía tu edad no me imaginaba que alguna vez iba a estar enseñando a cocinar a chinos en California.» ("It is an odd world, when one comes to think of it. When I was your age I had little idea I should ever be teaching cooking to a Chinaman in California.") La imposibilidad de obtener criadas blancas era un problema que se lamentaba con frecuencia en el Oeste Americano. Hubback habitualmente lo relaciona con las ideas republicanas de igualdad: «A nadie le gusta ir a servir — para una hija de los Estados Unidos que ha nacido libre significada auto-degradarse ("Nobody likes to go to service — it is mean for a free-born daughter of the U.S. degrading herself.") (Hubback, Letters: 20 July 20 1872) En una carta del 23 de junio de 1872, escribe sobre la insolencia de las chicas que aspiraban a ser criadas, que explica, como ella enfatiza, una preferencia general por criados chinos en lugar de la elección tradicional de mujeres jóvenes para el servicio doméstico: «Había una mujer joven que fue a la Sra Akerley para pedirla un puesto, ya que esta quería a una chica para cuidar del bebé — y entre otras preguntas la chica preguntó a qué hora el bebé se iba a dormir, ya que ella esperaba salir entonces [. . .] — también de qué habitación podría disponer para recibir a sus visitas, ya que había solido tener el uso de un salón.» ("There was a young woman who came to Mrs Akerley to ask for a situation, as she wanted a girl to look after the baby — and among other questions the girl asked, what time did the baby go to bed, as she should expect to go out then [ . . .] — also what room could she have to receive her visitors, as she had been used to have the use of a parlour"). Los sirvientes chinos proporcionaron un alivio que fue bienvenido; y ya que la inmigración de mujeres de China permanecía restringida, las tareas domésticas tradicionalmente reservadas a mujeres pronto pasaron a los hombres. Una carta de 1877 de una mujer blanca buscando un trabajo en Idaho ofrece una inusual versión de la situación:

La respuesta en cada casa era, ‘hemos conseguido un hombre chino.’ [. . .] [Una mujer] quería a una chica si podía conseguir una, si acababa de liberar a su hombre chino. Pregunté lo que pagaría a una buena cocinera. Dijo que $3 a la semana; dijo que le había dado a su chino $7, pero que era mucho mejor que una mujer blanca. La deseé buenos días, con lágrimas en los ojos, deseando ser un hombre chino. [Avalanche de Idaho: 31 El 31 de marzo de 1877, citado en Abraham]

[T]he answer at each house was, 'We've got a Chinaman.' [ . . .] [One woman] wanted a girl if she could get one, having just discharged her Chinaman. I asked what she would pay a good cook. She said $3 per week; she said she had given her Chinaman $7, but he was much better than a white woman. I bade her good day, with a tear in my eye, wishing I was a Chinaman. [Idaho Avalanche: 31 March 31, 1877, quoted in Abraham]

Tales versiones por supuesto avivaron sentimientos anti-chinos. Aunque las anécdotas de Hubback se alojan indudablemente en los discursos racistas así como orientalistas de su tiempo y derivan su comedia de estereotipar, no obstante destacan entre los comentarios aparentemente hostiles que proliferaron en la década de los 70 del s. XIX — en parte gracias a la actitud crítica, si no despectiva, de Hubback hacia lo que ve como un sentido de superioridad americano basado en los dobles criterios de ideales aparentemente igualitarios. Todavía, sus versiones son cada vez más favorables. Cuando uno de sus sirvientes se siente amenazado por una «fuerza incontenible de hombres chinos que llegan mientras [ella] se encuentra fuera y le echan» ("overwhelming force of Chinamen [who] will come whilst [she is] out, & carry him away"), ella es consciente de la violencia subyacente a las realidades económicas de la inmigración china. Hacia 1876, su descripción de la situación ha perdido su tono anecdótico y cómico.

En el otoño de 1876, Hubback dejó Oakland definitivamente después de la boda de Edward con una chica americana, con quien aparentemente ella fracasó en el intento por establecer contacto afectivo- Se trasladó con su hijo menor Charles, que se había casado con una chica sueca a quien había conocido en un viaje a Inglaterra y con quien posteriormente se estableció en Virginia. Fue un frío invierno y Catherine Hubback murió de pulmonía el 25 de febrero de 1877. Sus últimas cartas desde Virginia son amargas; sus últimos comentarios de los criados de Charles no sólo sarcásticos sino racistas; divertidamente despectivos hacia las costumbres americanas. En octubre de 1876 planea reemplazar a «las personas de color que son tan perezosos como independientes» ("'coloured persons' who are so idle and independent") por «alemanes o suecos, que son mejores sirvientes» ("germans [sic] or Swedes [, who] make the best servants"). En la última carta que sobrevivió, escrita en la Nochebuena de 1876, describe las celebraciones de Acción de Gracias en Pittsbourgh, «un día en que los americanos patrióticos se llenan con pavo y pasteles de calabaza, y sus desagradables pasteles de picadillo de fruta, que son tan empalagosos que hacen que uno se sienta mal» ("a day on which patriotic americans [sic] stuff themselves with turkey and pumpkin pies, & their nasty mince pies, which are so gross they make one sick"). Sus observaciones engloban perfectamente la simultaneidad del sarcasmo grotesco y la exposición crítica en sus cartas americanas. Su conocimiento festivo, escribe, tiene «el descaro de comparar su ocupación del país a los niños de Israel en Canaán. Y es cierto que en lo que son algo parecido es en cuanto a la su exterminación de los habitantes originales» ("the effrontery to compare their occupation of this country to the children of Israel in Canaan. To be sure so far as exterminating the original inhabitants they are something alike"). Mientras que su propia escritura nunca se encuentra completamente libre de comentarios racistas y, en realidad, utiliza repetidamente estereotipos raciales entre la gran variedad de tipos y clichés que se usan y exponen conjuntamente en sus obras, sin embargo muestra un interés hacia la población cambiante del Oeste americano. Cuando menciona su amistad con una escocesa, hace referencia a una familia judía que vivía al lado, cuyos niños considera especialmente americanos, y que enseña a hacer encaje a la hija del cónsul holandés. Enfatiza «la calidad de una audiencia californiana mixsta» ("the quality of a mixed Californian audience") cuando tienen lugar en Oakland festivales religiosos o seculares en agosto de 1876. Y se asombra de la vida de sus sirvientes chinos, describiendo así un aspecto importante y descuidado de la historia americana. Es precisamente porque su escritura continúa siendo informada por una postura crítica hacia todo lo americano por lo que ofrece un particular punto de vista sobre la vida de la California multiétnica del siglo XIX.

Mientras que las cartas de Catherine Hubback son importantes testimonios de su vida doméstica, abundando además en descripciones y anécdotas, no pueden compensar la pérdida de su ficción posterior. "La historia de la camarera" es hasta ahora el único fragmento redescubierto de ficción que muestra la promesa de su escritura californiana. Hopkinson ha señalado que «complace descubrir que Catherine ha abandonado las ricas herederas a favor de sencillas mujeres trabajadoras» ("it is pleasing to find that Catherine has abandoned rich heiresses in favour of plain working women") (ch.9, 6). Aparentemente Hubback había planeado continuar escribiendo ficción incluso después de la finalización de las dos historias rechazadas por el The Overland Monthly. En 1871 ensaya en sus cartas «mantener su aire californiano, para usarlo en sus historias" ("to keep [her] Californian aired, for use in [her] stories"). La centralidad de los sirvientes chinos en sus cartas anecdóticas indica que estos podrían haber aparecido también en su ficción, y es allí donde quizás se encuentra la mayor pérdida. Sin embargo, sus versiones de los inmigrantes chinos en la California del siglo XIX indudablemente sobresalen entre la escritura de su época. Mientras que no se puede esperar que ella escriba fuera de los discursos raciales y orientalistas de su época, sus perjuicios contra los ideales «americanos» — ya predominantes en sus primeras novelas — engendran irónicamente análisis críticos de las ideologías y realidades de la época. La crítica que más frecuentemente se hace en relación con la escritura de Jane Austen no se puede aplicar ciertamente a la de su sobrina. Como R.W. Chapman ha señalado en su introducción a las cartas de Austen, editadas por Deirdre Le Faye, «una queja frecuente es que no tienen nada que decir de los grandes acontecimientos que estaban sacudiendo Europa» ("familiar complaint is that they have nothing to say about the great events that were shaking Europe") (ix). Las cartas de Hubback, en contraste, están llenas de los acontecimientos y conceptualizaciones cambiantes de la Inglaterra del siglo XIX así como de América. Aunque su escritura continúa mostrando su deuda a su tía, la importancia de Hubback claramente transciende su papel como tan sólo la sobrina de Austen. Como Hopkinson ha señalado en la obra no publicada «La sobrina de Miss Austen» fue la única «entre todas las sobrinas y sobrinos de Jane que llegó a ser una novelista cuyas obras se publicaron» ("among all Jane's nieces and nephews, to become a novelist whose novels were published") y «la única entre todas las mujeres Austen en visitar el Nuevo Mundo» ("alone among all the Austen females [to visit] the New World.") (ch.4, 4) Las obras de ficción y las de no ficción de Catherine Hubback abarcan dos décadas y dos continentes, así como varios géneros, mereciendo por derecho propio ser reexaminadas. Su escritura posterior es de particular importancia por su representación de la vida doméstica en el Oeste americano. Pero la reconstrucción de su obra entera liberarría una nueva e intrigante luz sobre una gama de aspectos de la literatura victoriana y de las contingencias históricas de la mujer aspirante a escritora en el siglo XIX, que en sus diversos géneros llevó el legado literario de Jane Austen a través del Atlántico.

Obras citadas

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Tchen, John Kuo Wei. Genthe's Photographs of San Francisco's Old Chinatown. New York: Dover, 1984.

Criados chinos, historias del Lejano Oeste, y las vicisitudes de las ocupaciones domésticas en la California de la década de 1870: Los géneros cambiantes de Catherine Hubback


Catherine Hubback

odificado por última vez el 3 de diciembre de 2001; traducido el 25 de enero de 2010