La siguiente historia sobre los orígenes de los tratados religiosos que constituye un tercio de las tres partes de la discusión de los autores sobre dicha temática, procede del décimo volumen de Enciclopedia de la literatura bíblica, teológica y eclesiástica. George P. Landow ha escaneado, formateado e hipervinculado el texto que conforma una postura protestante evangélica. [Traducción de Montserrat Martínez García revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]

La Sociedad religiosa tractariana de Londres se inició en mayo de 1799. El reverendo George Burder, Rowland Hill, Matthew Wilks, Joseph Hughes y otros se encontraron entre sus organizadores. Una regla de la Sociedad, como la anteriormente destacada por Mr. Wesley (before noted), determinaba que su pertenencia “consiste en suscriptores que pagan anualmente media guinea o un poquito más”. La Sociedad se fundó sobre una base ampliamente católica, y su objetivo se definió mediante la publicación de “aquellas grandes verdades doctrinales y prácticas que en cualquier época han sido poderosas por mediación divina a la hora de convertir, santificar y reconfortar a las almas, y por influencia de las cuales se ha capacitado a los hombres, mientras vivían, para morar en el Señor, y cuando fallecieran, para morir ante el Señor”. Resulta imposible proporcionar en este artículo una historia detallada de cualquiera de las Sociedades enumeradas, por lo que bastará con unas aclaraciones breves y generales. Pero según la información más sucinta de la Sociedad religiosa tractariana de Londres, no sería demasiado exagerado comentar que durante los ochenta años de su existencia, ilustró fiel y extraordinariamente los principios católicos y evangélicos que sus fundadores anunciaron en sus comienzos. Con ello, ha satisfecho sus objetivos sobradamente y hasta un extremo insospechado, puesto que un acontecimiento casual de la naturaleza más interesante surgió de las operaciones de la Sociedad religiosa tractariana durante el tercer año de su existencia: constituyó nada menos que el paso preliminar hacia la organización de la Sociedad bíblica británica y extranjera, la Sociedad bíblica matriz del mundo entero.

Durante una veintena de años, los negocios de la Sociedad religiosa tractariana alcanzaron grados tan moderados que el contrato de un pequeño almacén bastó para sus transacciones. Sin embargo, desde 1820, el negocio se expandió de tal modo que necesitó trasladarse a un local mayor a la calle londinense Paternoster Row, donde en 1843-44, se erigió el cómodo edificio que se puede ver en la actualidad. El diseño de la Sociedad contempló el doble propósito de las ventas a precio de costo o casi, junto con su distribución gratuita. Ambas fases del trabajo se limitaron por lo tanto a la provisión de fondos. Al principio, sus únicos ingresos derivaron de las suscripciones anuales de sus miembros. Pero paulatinamente, y a medida que las necesidades lo fueron requiriendo, nuevos elementos procedentes de otras fuentes se fueron añadiendo, tales como las colecciones congregacionales, las Sociedades auxiliares, las afiliaciones vitalicias, los legados, así como las donaciones especiales. A medida que las operaciones de la Sociedad aumentaron, se desarrollaron nuevas y variadas formas en las actividades que no sólo incluían las ventas a través de depositarios, sino por medio de vendedores ambulantes o buhoneros repartidos por todo lo ancho de las provincias. Los donativos no sólo surgieron de la venta de los tratados, sino de las diversas bibliotecas y se destinaron a los barracones militares, los buques marítimos, las familias misioneras, los sacerdotes, los maestros de escuela, y los misioneros urbanos, es decir, para que las personas amenazadas por circunstancias de absoluta indigencia pudieran aprovecharse de ellos. Durante los primeros cinco años de la existencia de la Sociedad, ésta sólo publicó sesenta y seis tratados diferentes bajo la forma habitual. Posteriormente, comenzó a ampliar su variedad así como el número de los mismos. Los periódicos de gran formato, los panfletos propagandísticos, los libros infantiles, las publicaciones periódicas adaptadas a las diferentes edades y clases sociales, los volúmenes mensuales, las obras convencionales, e incluso los comentarios sobre la Escritura llegaron a emitirse regular y constantemente bajo la impresión de la Sociedad. Como consecuencia de la actividad del trabajo de las distintas partes de Gran Bretaña, la Sociedad se vio obligada a extender su proyección a campos extranjeros. Tal extensión no se consideró en un principio, pero sin embargo, tuvo lugar en la esfera de Providence y llegó a ser un ejemplo sorprendentemente ilustre del carácter expansivo de la verdadera benevolencia cristiana. La circunstancia que primeramente condujo a la preparación de los tratados en lenguas extranjeras fue el deber obvio de impartir la instrucción religiosa a un número de prisioneros de guerra confinados en Inglaterra, y las primeras lenguas extranjeras en las que los tratados de la Sociedad se publicaron fueron el francés y el holandés. Como era de esperar, los prisioneros extranjeros, cuando fueron liberados, se llevaron consigo, en líneas generales, los tratados que habían recibido, creando así y hasta cierto punto en sus países una mayor demanda de estas publicaciones similares a las originales. Por las mismas fechas, brotó una correspondencia entre la Sociedad y los cristianos evangélicos más representativos en la mayor parte de las naciones europeas. Poco después, la empresa de las misiones extranjeras comenzó a extenderse hasta diversas naciones paganas. Por medio de procesos parecidos, el trabajo de la Sociedad religiosa tractariana ha seguido expandiéndose y agrandándose desde entonces, con un panorama de expansión y de utilidad continua de cara a los años venideros.

Los informes que la Sociedad ha emitido de año en año han estado repletos de detalles interesantes, no sólo de sus progresos, sino también de sus resultados, y sin embargo, se puede inferir tranquilamente que todo el bien logrado directa e indirectamente a través de su instrumentalidad se ha contado a medias. La eternidad sólo puede revelar la magnitud de la proyección del gran alcance de las influencias que en numerosos casos, se alejan mucho de la observación humana común. Un par de elementos, resumidos de los documentos oficiales de la Sociedad pueden servir como indicaciones parciales de la dimensión que sus operaciones ha alcanzado a partir de los modestos comienzos destacados más arriba. La Sociedad imprimió tratados y libros importantes en ciento veinte lenguajes y dialectos diferentes. Sus publicaciones anuales presentes, procedentes de sus propios depositarios y de los de las sociedades extranjeras por medio de los cuales actúa, se sitúan alrededor de sesenta y tres millones, y las publicaciones relacionadas con ello durante los ochenta años anteriores han rondado los dos mil millones. Ha cooperado con cada misión cristiana protestante del mundo. Ha arremetido contra el Papismo continental de Europa, contra el Mahometanismo de Oriente y el Paganismo de diversas manifestaciones en los territorios gentiles. Ha dado una literatura cristiana a las naciones que recientemente han emergido del barbarismo; sus publicaciones han franqueado la muralla china y han penetrado el palacio del emperador celestial; han instruido al príncipe de Birmania, así como abierto los labios sellados de los devotos hindúes. Han llegado hasta los hijos de África para enseñarles en su esclavitud la libertad del Evangelio. Han predicado la crucifixión de Cristo ante los judíos y también ante los griegos, mientras en la tierra madre han continuado ofreciendo las verdades y consuelos de la religión a los soldados, los marineros, los prisioneros, los enfermos de los hospitales, y en resumidas cuentas, a los ricos y a los pobres en cualquier circunstancia de sus vidas. En el año 1849, la Sociedad religiosa tractariana celebró su aniversario casi centenario. En conexión con ese acontecimiento tan interesante, se recaudó un gran fondo para incrementar la utilidad de la Sociedad; se publicó también un volumen conmemorativo del aniversario que exponía de un modo competente e ilustrativo la historia de sus primeros cincuenta años de trabajo y evolución. Cuando, en el año 1899, la Sociedad celebró su centenario, se esperaba una exposición aún mayor de sus resultados.

La otras Sociedades tractarianas de Gran Bretaña, aparte de ser organizaciones meramente locales, no son numerosas. Las siguientes son las principales: la Sociedad religiosa de los tratados y libros de Escocia (Edimburgo), cuya estructura primigenia data de 1793, y que no conforma una Sociedad editora, lo cual explicaría su débil proyección durante muchos años. Alrededor de 1856, adoptó un sistema de venta ambulante de libros y tratados religiosos similar al de la Sociedad americana tractariana que desde ese periodo multiplicó considerablemente su influencia y la utilidad de sus servicios. Engloba Sociedades ramificadas en Glasgow y en Aberdeen, y recurre a cerca de doscientas personas dedicadas al comercio itinerante de obras religiosas. La Sociedad tractariana de Stirling fundada en 1848 es fundamentalmente una institución consagrada a la publicación que edita tratados y periódicos. La Sociedad tractariana de Dublín emite tratados en cantidades enormes, y la Sociedad mensual tractariana de Londres se instituyó en 1837.

Si nos desplazamos desde Gran Bretaña hasta otros países, nos encontramos con que el número de Sociedades tractarianas es inmenso. En su mayor parte, combinan la publicación con la distribución, recibiendo ayuda de la Sociedad religiosa tractariana de Londres que las habilita para publicar tratados y libros en sus diversas localidades. Se considera por tanto suficiente el proporcionar la denominación y la fecha de la organización, omitiendo detalles de la historia y de sus estadísticas, aunque en muchos casos son de gran interés.

Bibliografía

M´Clintock, John, y James Strong. Cyclopædia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature. Nueva York: Harper y Brothers, 1894. X, 513.


Modificado por última vez el 29 de abril de 2010; traducido 6 de octubre de 2011