Traducción de Alfonso Sánchez Moya revisada por Ana González-Rivas Fernández y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow. En los títulos de las obras no traducidas al castellano, el traductor indica con la anotación “Nota del Traductor (N. T.)” entre paréntesis que la traducción de los mismos es obra suya. En caso contrario, el traductor se basa en las traducciones ya disponibles que figuran en el registro ISBN.
La catedralde Isaac Williams, una imitación tractariana de El templo, la antología poética de George Herbert, vincula las características arquitectónicas de la catedral física con las cualidades espirituales de Christ Church. El volumen de Williams, subtitulado La Iglesia católica y apostólica de Inglaterra”, abre con una cita extraída del libro de Timoteo (Pablo 3:15): “la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios viviente, columna y defensa de la verdad”. En efecto, esta cita asocia el cuerpo físico de la catedral con la presencia espiritual de Cristo, la cual debería idealmente habitar en la Iglesia.
Según G.B. Tennyson en Poética tractariana, los partidarios del movimiento tractariano hacían especial hincapié en la doctrina de la reserva, empleaban analogías frecuentes en una versión diluida de la tipología bíblica, y veían la poesía como una lluvia emocional. Los tractarianos sometieron esta efusión al estricto control de la reserva emocional con el fin de apartarse de los evangélicos, cuya creencia en la experiencia de la conversión, junto con la buena disposición a ser perseguidos (como Cristo había sido), a menudo terminaba en los llamativos excesos de ciertos predicadores como Spurgeon.
Este tipo de asociaciones puede caer en la categoría típica de la analogía tractariana. Como medio de contraste, el poeta que, conscientemente o no, utiliza la tipología bíblica1 probablemente destacaría el pasaje bíblico donde Cristo llama a Simón “Pedro, la piedra de mi Iglesia”, para así establecer unas relaciones más complejas entre la roca de la Iglesia de Cristo con Cristo en sí mismo. Sin embargo, Williams se contenta con esbozar asociaciones pasivas, casi como el estudiante perezoso que dice que una obra le recuerda a otra. Williams conecta la fachada occidental de la catedral con las Promesas Bautismales; los claustros con el conjunto de los sonetos eclesiásticos (cuyo denso objeto de estudio se extiende desde La ciudad de Dios hasta La Iglesia en Escocia y Los consuelos del Bautismo); la nave la asocia a los credos tradicionales como a La oración del Señor y también a Amigos de los fieles , incluido por George Herbert. William invoca a Herbert casi como su musa poética:
Meek Herbert, ere of thee I sing,
'Tis thou must lend the string,
On Jesus' breast thou art asleep,
Or thou wouldst wake and weep,
That any one should sing of thee
Laid in thy poverty.
But all our Church doth bear along
The echoes of thy song. [164]
Aquí, Williams alude inconscientemente a la debilidad de su propia poesía; su falta de vitalidad emocional se transforma en el “pecho dormido de Jesús” en dos dimensiones. Su escrito sólo refleja los hermosos dibujos de Herbert para reflejar la Iglesia en lugar de elaborar y extender su sentido tipológico en relación a Cristo. Williams dedica más texto a los amigos de los clérigos (ver Los descansos sepulcrales), a los patriarcas y profetas (como Los pilares de la Nave), a los apóstoles (como Los pilares del coro), y a los ancestros (como se representa en Las ventanas laterales), que a Cristo, a quien trata en cinco escasas páginas (Cristo viene pp. 57-58) y La crucifixión, pp. 252-54). Las figuras sobre las que Williams escribe son estáticas y gráciles como la iglesia física que representan. Aunque La catedral de Williams es estéticamente agradable, fracasa al inculcar la Biblia y la iglesia con lo apremiante y la cercanía de Cristo, lo cual caracteriza la tipología bíblica en su mejor visión.
Modificado por última vez 1998; traducido 4 de julio de 2010.