[•• = en inglès. Traducción de José Luis Cascajo Méndez revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]

Se oye un susurro en la ladera
y una risa en el mar
Aunque el día de luz a la alegría
el dolor a mi trae.
A lo largo de las soleadas playas
Se ríe el mundo junto al mar,
Pero la risa es con otros,
la tristeza se queda en mí.
["Nada" de Caprichos, 1893, p. 38.]

There's a murmur on the hillside

And there's laughter on the sea,

But the day that brings forth gladness

Brings my sorrow unto me.
All along the sunny beaches

Laughs the world beside the sea,

But the laughter is with others

And the sorrow rests with me.
["Nothing" from Caprices, 1893, p. 38.]

Debido a la cierta apariencia superficial entre los trabajos de estos dos escritores, y debido a que Arthur Symons es, indudablemente, el que sale mejor parado de esta comparación, hay una tendencia en ver a Wratislaw como un inteligente imitador. No obstante, esta conclusión no es del todo cierta y degrada la memoria de un escritor, que fue, en el fondo, un hombre muy suyo. Pretendo estudiar una colección de poemas que han sido convenientemente reimpresos en un tomo único. La numeración de las páginas dada en este artículo se refiere a las primeras ediciones de ambos volúmenes, publicados por Gay & Bird y Leonard Smithers respectivamente.

Caprichos es un volumen corto de poesía ligera, pero entretenida. Varias de las dedicatorias presentes en sus poemas muestran a un Wratislaw conectado, en hecho o apariencia, a muchos de los representantes de los movimientos vanguardistas de su época. Uno puede esperar, pues, que sus poemas sean de un carácter más aventurero de lo que son en realidad. Estos son, en su mayoría, poemas que miran hacia atrás. Hay más que un soplo fugaz de “L’ Ancien Regime” en éste volumen, a pesar de sus poemas alabando a Frangipani y Opoponax.

Gran parte de los poemas en Caprichos son canciones de amor. Como un poeta romántico, el temperamento de Wratislaw es diferente al de Arthur Symons••. Para Symons, el amor está siempre ligado a sus nervios, y por lo tanto el tono predominante en sus poemas de amor es siempre la ansiedad. Cuando Symons trata de ser más desenfadado acerca de sus amores, nunca es capaz de conseguirlo del todo. En poemas tales como “Trance” (p.2) y “Saciedad” (p.3), Wratislaw consigue reflejar el punto exacto de levedad. En realidad, Wratislaw recuerda más a Dowson que a Symons, en el hecho de que tiende más a abstenerse de mostrar estos nervios torturadores, prefiriendo en cambio introducir ciertos aspectos de un tono más melancólico que los anteriores. Este lado del poeta es apreciable en el poema “La Reliquia” (p.28). En cambio, Wratislaw como el “violinista de sus amantes” es perfectamente identificable en “Envidia” (p.14).

Aquí tenemos lo que podría ser considerado como una vuelta a la poesía caballeresca del Siglo XVII, ya que el poeta sueña con ser un violín protegido por el pecho de su amada. Wratislaw le da al tema del “Carpe Diem” un cierto aire griego en “Inscripción” (p.29). Se dirige a sus lectores desde la tumba, lo que pudo consternar al lector en 1893, cuando el poeta seguía vivo, pero esto funciona con más efectividad en el presente. Wratislaw puede, a su elección, tomar el rol de observador social en verso, aunque no creo que el credo literario del Impresionismo significase tanto para él como lo significó para Symons. Para éste último, los detalles se añadían a la imagen, y esta era de mayor importancia. Wratislaw está más interesado en el mensaje, la moral si lo preferís. Puede escribir un poema como “Subiendo las Escaleras” (p.5) en el que presenta al lector una serie de incisivas impresiones de las idas y venidas en una residencia, pero lo que realmente intenta conseguir es llegar al poeta garabateando en su habitación. Ya que el poema trata menos de sus compañeros de habitación y más del aislamiento y la tristeza del poeta. “En la época” (p.23) el poeta ofrece una visión acerca de lo que podemos considerar como su visión sobre la “femme fatale”, a la que describe en toda su gloria conduciendo su arraje por Rotten Row. Una vez más en “en el campo” (p. 29) se nos revela a un poeta más chapado a la antigua que Symons. Wratislaw suele introducir un pasaje impresionista para conseguir cierto efecto, pero nunca será el todo por el todo de su poesía. Para Symons es más que suficiente con mostrar la imagen para ser pintada.

No estoy del todo seguro de que Wratislaw hubiera tenido mucho futuro meramente recordando a Symons. Y sospecho que Wratislaw reconoció este hecho. “El Dorado” (p.30) ciertamente se asemeja a un poema sobre la “vida nocturna” muy al estilo de Symons hasta que lees las dos últimas líneas, que revelan la ironía de la obra (un hecho que encontramos rara vez en cualquiera de los poemas de Symons, de una línea hiper-seria). “Ilusiones” (p.33) de nuevo revela el lado irónico de Wratislaw, sin la cantidad de imaginería inspirada por Symons. Junto a “El Dorado” poemas como “Frangipani” (p.35) y “Opoponax” (p.36) conducen al lector casual a asumir que Theodore Wratislaw es un mero imitador. Aunque ciertamente, buscar inspiración en perfumes, joyas, telas o clubes para los títulos de los era la tendencia en el Siglo XIX (poetas americanos como George Fawcett o Francis Saltus Saltus ya lo hacían incluso antes que Symons y los Decadentes Británicos). La idea era la de “describir” al objeto de una manera poética. Wratislaw, si no era el mejor en este juego, no era el peor tampoco. De los dos poemas basados en perfumes que podemos encontrar en Caprichos, prefiero el segundo, en el que Wratislaw se refiere a Opoponax como “el rubio perfume de la chica pintada”

Uno de los poemas finales en esta colección “A Rendezvous” (p.39) es una astuta composición. El poeta espera por su amada. Una tormenta se aproxima. el poeta se da cuenta de que ha estado de pie. La tormenta comienza. El poema concluye con “No ha venido, el hastiado día continua”. Quizás no es Tierra Baldía pero es un trabajo bien hecho. “La Bailarina” (p.41) toma uno de los temas favoritos de Symons y usa una de sus propias líneas como epígrafe. El poema es el más cercano de todos a parecer un poema al “estilo Symons”. Sin embargo, otro poema siguiendo este estilo, “El Ánimo” (p.47) donde la primera mitad recuerda astutamente a un poema de Symons, mientras que la segunda responde más al desolador estilo de Wratislaw.

En 1896, Leonard Smithers toma el testigo de la literatura Decadentista tras el abandono de John Lane debido a las repercusiones del debacle de Wilde. Smithers publicó el segundo volumen de poesías de Wratislaw. Orquídeas es el decadentismo por excelencia. Las dedicaciones en los títulos han desaparecido, al igual que el tono de anhelante melancolía. Los poemas en Orquídeas van claramente dirigidos a sobresaltar a la burguesía. El gran problema con este tipo de poesía, claramente visible en el caso del decadente poeta Americano Park Barnitz, es que confunde a un gran porcentaje de los lectores, muchos de ellos responden rechazando leer el texto. Incluso los más tozudos malgastan su tiempo tratando de decidir si el poeta habla completamente en serio o si se está riendo a su costa. Si deciden que habla en serio, dudan pues sobre la salud mental del poeta. El poeta puede ser un necio o un loco, cualquier cosa menos un poeta.

El punto fuerte de Wratislaw son los poemas de amor, buena parte de decadencia recae naturalmente en su itinerante vida amorosa. Anteriormente en este volumen, nos encontramos con el poema “Fotografía de ella”, en el que podemos apreciar un interesante retrato del poema como un masoquista

... En el recibidor bailaste y cantaste
Yo perseguí a una estúpida rima
Solo para hacer sufrir a lo más profundo de mi corazón
y matar la duración del tiempo.                     ["Fotografía de ella," Orquídeas, p. 5)]

. . . In the hall you dance and sing

I pursue a stupid rhyme,

Just to make my heart-strings ache

And to kill the length of time.                    ["Her Photograph," Orchids, p. 5)]

En “Sonnet Macabre” (p.11) el poeta elogia a su dama, su picardía lo lleva hacia ella. Uno se pregunta si ella lo sabe, o si asume que no es suficiente para este poeta dandy, sólo lo sería si llevara una vida más respetable, etcétera, etcétera. “Para Salomé en St. James” (p.12) es uno de esos poemas que nos hace reflexionar sobre si el poeta está siendo demasiado preciso describiendo lo que claramente es una chica “liberal” normal y corriente. Este es otro de los peligros al escribir poesía al estilo decadentista. Es muy fácil exagerar ciertas cosas y que un elemento de ridiculez se muestre por sí solo.

Esto no implica que todo los poemas en Orquídeas sufran de este inconveniente. “Impresión” (p.16), a pesar de su título incalificable, es un trabajo bastante ingenioso. El poeta, mientras está sentado en una vagón del tren repleto, sueña con acariciar a su última amante, "Grabados IV: un amor pasajero" (p. 21), contiene una atípica mención a Dios “Solo en el libro de Dios/ Quedan grabados nuestros pecados" No es usual para un decadente darle protagonismo a Dios. Sorprendentemente, en Caprichos, solo había un poema “Domingo de Ramos” que estuviera relacionado con el tema religioso, en éste, Wratislaw toma una decidida visión casual sobre el tema. "Flores de Invernadero" (p. 23) ofrece la propia definición del artista sobre la Decadencia. Quizás la mayor diferencia entre Wratislaw y Symons es que éste último pasó por su etapa impresionista/decadente rápidamente para finalmente llegar al simbolismo, el cual se convertiría en su credo. Wratislaw nunca pasó a ser más de un decadente que utiliza de manera ocasional una técnica impresionista. Algunos de sus producciones decadentistas más rebuscadas (y por lo tanto peor recibidas) se asemejan extrañamente a los poemas de el periodo de declive de Symons. Un poema de Wratislaw como “Tannhauser” (p.31) no estaría fuera de lugar en la colección La Crueldad del Amor de Symons (debo añadir que tannhauser asi como "Bryrhildr" y "Siegfried" atestiguan la predilección de Wratislaw por Wagner.

Aunque “Domingo de Ramos” sugiere que para Wratislaw la religión no es más que una convención social. Orquídeas tiene una última sorpresa para sus lectores. Las cuatro “Canciones para Elizabeth” (pp. 32-36) ofrecen un uso muy interesante de la imaginería cristiana en la poesía amatoria convencional. En principio no parece más que otro ejemplo de un decadente consternado por su propio comportamiento. Después de todo, “Amigos Modernos” (p.36), el siguiente poema en este volumen concluye con una apóstrofe cínico al “Santo de nuestros tiempos”, San Judas. Podemos apreciar una especie de cambio en esta última sección. Tres de los cuatro últimos poemas "Una Letanía" (p. 52), "Ave Maria Stella" (p. 53) and "Spes et Fides" (p. 54), son poemas completamente religiosos, sin ninguna ironía ni blasfemia intencionada, “Spes et Fides” es especialmente apropiado para ser el que más se aproxima a ser el confidente decadentista. La Decadencia y la religiosidad a menudo van de la mano (el poeta simbolista Francés Adolphe Rette es el más claro ejemplo de esto).

Para el desenlace de Orquídeas, “A Rondel of Adieu” (p.55), Wratislaw recuerda a su faceta melancólica caballeresca. Debería haber parado cuando tuvo la ocasión, pero quizás esa sea una de las facetas características de los poetas menores, nunca saben cuándo parar.


Creado en 2003; traducido el 6 de julio de 2016