En 1850, el Aviso biográfico sobre Ellis y Acton Bell (Biographical Notice of Ellis and Acton Bell) de Charlotte Brontë supuso el fin de la especulación sobre el sexo de los “Bell”. La redacción del pasaje donde ella describe la adopción de sus noms de guerre es excepcional por razones que todavía no han sido totalmente apreciadas:

Reacias a la publicidad personal, velamos nuestros nombres bajo los de Currer, Ellis y Acton Bell. La elección ambigua ha sido dictada por una especie de escrúpulos de consciencia al asumir nombres de pila sumamente masculinos, mientras que no deseábamos declararnos a nosotras mismas como mujeres porque — sin sospechar que en aquel tiempo que nuestro modo de escribir no era considerado “femenino” — teníamos la vaga impresión de que las escritoras eran vulnerables a sufrir prejuicios…[citado de la edición de Norton de Cumbres Borrascosas [Wuthering Heights, p. 4]

Muchos críticos de las Brontë han parafraseado las líneas citadas de la siguiente forma “Las hermanas eligieron los alias neutrales de Currer, Ellis y Acton Bell porque no deseaban exponerse a los prejuicios o la condescendencia que normalmente mostraban los críticos con las escritoras, a excepción de que tomasen nombres sumamente masculinos (Bentley, p. 37). Un biógrafo reciente de Emily Brontë mantiene que la palabra “oculto” hubiera sido más apropiada que “velado” para describir a los pseudónimos, ya que no eran descaradamente masculinos y ciertamente no hubieran sido considerados nombres de mujer (Frank, p. 15).

Las expresiones de Charlotte de “velamos”, “la elección ambigua” y “recelos conscientes” podrían haber creado más curiosidad sobre los “nombres de pila”. A excepción de Winifred Gérin, los eruditos de las Brontë no han mostrado mucho interés en el significado del uso de un “velo”. Por qué usaron “Currer”, “Ellis” y “Acton”? ¿Y qué consideraciones habrían promovido la elección de Bell? El siguiente pasaje del libro de Gerín sobre Emily Brontë resume las indagaciones anteriores sobre los orígenes de los pseudónimos de las Brontë.

Cómo se eligieron esos nombres nunca se descubrirá pero hay algunos indicios claros. El nombre de Bell podría haber sido elegido a la llegada aquel verano del nuevo cura-sacerdote de su padre, Arthur Bell Nichols. Mientras que era institutriz en Sidgwicks; Charlotte había escuchado mucho sobre sus nuevos vecinos, Miss Frances Mary Richardson Currer, de Eshton Hall. Skipton, cuya propiedad colindaba Stonegappe y cuya biblioteca era famosa en todo el norte. Ella fue una de las fundadoras de El colegio de las hijas de los clérigos (The Clergy Daughters' School), por lo que su nombre le era doblemente familiar a Charlotte. La poetisa Eliza Acton (1777-1859) [el Dictionary of National Biography dice que Acton nació en 1799], que tuvo un gran éxito en su tiempo y fue patrocinada por la realeza [246/247], su nombre podría estar insinuado en el pseudónimo de Anne. Parece no hay ninguna pista sobre el origen del pseudónimo de Emily, Ellis1.

Guérin predispone que no hay ninguna duda sobre el nombre Charlotte: con seguridad ella habría utilizado un nombr de haber derivado su poco usual en honor al “primer” nombre de Frances Mary Richardson Currer, una ilustre académica de Eshton Hall. Por razones que se encuentran más adelante (y no abordadas por Gérin), encuentro que la conexión entre Anne y Eliza Acton es también plausible. Pero si Charlotte y Anne adquieren sus “nombres de pila” de los apellidos2 de dos mujeres contemporáneas que las marcaron en el ámbito de la literatura y de la escritura, Es probablemente que Emily hiciese lo mismo. Tras unas observaciones adicionales sobre “Currer” y “Acton” la mayor parte de la discusión trata sobre la presunta fuente para “Ellis” que termina con la consideración de “Bell” como tema. (La explicación para “Bell” que ofrece Gerín ha sido dada anteriormente por otros muchos eruditos). La argumentación se basa en que las Brontës nunca dejaban nada al azar y en que maduraron rápidamente como artistas, habrían invertido una gran cantidad de tiempo en planear su alias. Normalmente, Charlotte habla de “una elección dictada por…recelos”.

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No es imposible que la misma Charlotte tuviese acceso a los libros de Miss Currer en algún momento. Fue una ávida lectora desde la infancia, esta última había heredado una excelente biblioteca que siguió aumentando y que se aseguró de que sus libros estuviesen expertamente catalogados (Mirar el Dictionary of National Biography, XIII, 340). El segundo catálogo, recopilado por C.J. Stewart, fue imprimido privadamente (copias) en 1833 y es un tesoro escondido para alguien interesado en los hábitos de lectura de la pre- y temprana clase alta victoriana. Mientras que la colección de Miss Currer se caracterizaba por las muchas y respetables obras de ciencias naturales, ella estaba lo suficientemente interesada en la moda pseudocientífica para adquirir una copia de Physiognomical System of Drs Gall and Spurzheim. Los doctores fueron pioneros en la frenología, una escuela de pensamiento cuya influencia es patente en las novelas de Charlotte [247/248] y de Anne3. Otro de los intereses que Miss Currer compartía con las Brontë era la mejora del intelecto y poseía obras educacionales de mujeres que pensaban de manera parecida como Mrs Hester Chapone y Maria Edgeworth.

El hecho de que F.M.R. Currer apoyase al colegio de las hijas de los clérigos en Cowan Bridge sugiere que era una de esas personas “ricas” y benevolentes del condado” (descripción de Jane Eyre de los suscriptores para un nuevo y mejorado Instituto Lowood (inicio del capítulo 10). Charlotte no parece culpar a la fundadora por las posteriores desgracias de la institución) cuya generosidad aseguraba la supervivencia de las instituciones de caridad. Su carácter (era “extremadamente dotada y amigable” según el biógrafo del DNB) parece haber sido irreprochable durante su escolaridad, en 1836, el reverendo Thomas Frognall Dibdin la posicionó “a la CABEZA de todas las recaudadores femeninas en Europa”, llamándola “una especie de moderna CHRISTINA del Norte” (p. 946).

A pesar de estos exaltados logros, Miss Currer favoreció la utilidad práctica en la selección de sus libros, un rasgo similar que puede ser observado en la personalidad de la mujer cuyo nombre sirvió como el primer  nom de plume de Anne.Los puntos en común entre la más joven de las Brontë y Miss Eliza Acton es más tenue que la de Charlotte y Currer pero hay indicios que apoyan la idea.

Los poemas que contenía el primer volumen de poesía de Eliza Acton normalmente se parecen a los poemas de Anne en métrica y tema.Sin lugar a duda, Acton sufrió una desilusión amorosa, de acuerdo con la entrada del DNB, ella estuvo comprometida con un oficial del ejército francés) y muchos de sus poemas insinúan enigmáticamente que amó a alguien que no se lo merecía, puede que fuese un criminal. Muchos de sus versos expresan su esperanza de hallar la paz en la tumba. Algunos poemas insinúan una cantidad de ideal romántico en la joven poetisa (todavía una veinteañera), de entre ellos destaca Un boceto (A Skecth), donde acusa ingleses de mezquindad con el vencido Napoleón.

Eliza Acton era muy conocida en su época pero su mayor declaración para la fama duradera no residía en la dos veces imprimida edición de poemas que publicó (por suscripción 1000 copias en total) en 1826 y 1827 (Mira Dictionary of National Biography, Vol. 1, 66-67). No residían tampoco en los versos fugitivos sobre las reinas Adelaida y Victoria destinados a hacerlas recordar al menos unos 100 años después de su muerte. Su mayor éxito en el ámbito de la escritura vino a finales de 1845, cuando las hermanas Brontë concibieron un plan para publicar una selección de sus poemas. Antes de que terminase el año [248/249], Modern Cookery for Private Families  de Miss Eliza Acton se había publicado en tres ediciones. Otras dos fueron requeridas en 1846 y nuevas ediciones continuaron aparecieron los siguientes años.

La tradición dice que el inmenso e inmediato éxito de esta obra fue el resultado de la petición de una poetisa que ya no era joven que le pregunta a su publicista, Mr Longman, nombrar el tema del libro “del que el mundo tiene una necesidad” (como estaba claro que no había demanda de poesía, al menos no de la suya). Longman supuestamente contestó que lo que él quería era “un buen libro de cocina” y Miss Acton sintió que debía trabajar con esta característica meticulosidad. (La anécdota ha sido contada innumerables veces; por ejemplo, en el ensayo de Mrs C.S Peel sobre “Homes and Habits” en Young, I, 125-6.) Dedicó muchos años a la finalización de un libro magnifica y bellamente escrito, por el que nadie más que una autoridad como Elizabeth David le dio el ultimo elogio al llamarlo “el mejor libro de cocina de nuestra época” (página xxvii de la Introducción de The Best of Eliza Acton, Recipes from her classic Modern Cookery for Private Families, selected and edited by Elizabeth Ray). Una característica destacable de Acton en Modern Cookery  es el énfasis en el acto hacer el pan, un arte que Emily Brontë aparentemente realizaba a la perfección (mira, por ejemplo, Chitham, p. 159 y 170).

La combinación de poesía y domesticidad en la persona y trabajo de Eliza Acton aumenta la probabilidad de que su apellido fuese elegido como “velo” de una de las hermanas Brontë. Las tareas domésticas suponían gran parte de su tiempo en sus vidas, especialmente en la de Emily — un capítulo en la biografía de Chitham se titula acertadamente “Tareas domésticas iluminadas por Fancy” (“Domestic Chores Lightened by Fancy”) — y les llenaba de orgullo ejecutarlas impecablemente.

Los roles de las Brontës como novelistas, visto con el trasfondo de la situación de las mujeres de su tiempo, es el tema de uno de los mejores monográficos de las Brontë, Su propia esfera4 (Their Proper Sphere) de Inga-Stina Ewbank. Ewbank articuló su desarrollo partiendo del hecho demostrable de que las mujeres ocupaban una “esfera ‘distinta y separada’ de la de los hombres” (p. vii de su Prefacio), las palabras “distinta y separada” es la cita con la que comienza la cita de Mrs. Sarah Ellis en The Daughters of England (Las hijas de Inglaterra) (1842). Posteriormente en el libro, Ewbank muestra que las Brontë — a diferencia de Mrs. Ellis y otras escritoras de novelas domésticas  — rompen con el confinamiento de la mujer escritora y lo convierten en una esfera apropiada para la ‘mujer’”, argumentando que eran bastante “atípicas” en ese sentido como Jane Austen lo había sido antes que ellas) Their Proper Sphere, p. 41).

Es más osado sugerir que Sarah Ellis, autora de “manuales sobre la femineidad” y ficción didáctica pueda haber proporcionado el primer nombre de “Bell” cuya “esfera” estaba mucho más alejada de la cuestión de la valía de la moralidad femenina que de sus otras hermanas (o por ende, de cualquier otra novelista inglesa). A primera vista, la idea no solo parece absurda sino también extremadamente [249/250] insultante para solitaria titánide y transgresora, Emily Brontë. Incluso críticos y biógrafos recientes como Lyn Pykett, que ha modificado la concepción tradicional sombre Emily, considerando su trabajo en relación con la ficción contemporánea doméstica escrita por mujeres y que generalmente la “humaniza”, lo que probablemente se haya encontrado incongruente. En tanto que los eruditos de Brontë han mencionado a Mrs. Sarah Ellis, de soltera Stickney, en absoluto, refiriéndose a ella en términos de “incansable autora de libros de conducta para chicas victorianas” sin pararse a considerar las implicaciones de su apellido, ver: Sandra M. Gilbert en Gates, p. 161.

La única razón para elegir “Ellis” que he visto que se relaciona con la elección de Emily basada en sus reflexiones sería el primer nombre irlandés de su abuela5. Sin embargo, la mayor parte de las fuentes le dan nombres de pila como “Alice” o “Elinor” (con varias pronunciaciones), ver Hopkins, pág. 134n10, y también Withycombe, pág. 45. Sin embargo, la sugerencia queda como una posibilidad que no parece muy probable para mí — sobretodo si uno acepta la idea de que Charlotte y Anne eligieron apellidos de notables mujeres intelectuales contemporáneas. Los niños Brontë nunca conocieron a la madre de su padre, Mrs Brunty/O'Prunty, de soltera McClory,  y ninguna de las hermanas es recordada por haber mostrado mucho interés sentir orgullo hacia sus antepasados irlandeses6.

Sin embargo, nada de esto puede fortalecer la cuestión de Mrs. Ellis a ojos de los que la consideran un apóstol del “sentimentalismo” (uno de ellos es Knickerbocker, ver ensayo sobre la educación Victoriana en Levine págs. 146-47.La pregunta sería ¿Pero esta concepción es válida y — y lo que es más— es la manera en la que ella pudo ser vista por las Brontë?

Muchos de esos escritores de las Brontë que se refieren a las obras de Mrs. Ellis lo hacen en referencias “citadas”, lo que sugiere que ellos, de hecho, no han estudiado sus escritos. Un par de días en una bien surtida biblioteca de investigación produce una imagen muy distinta de ellos, y de ella, de lo que se podría considerar convencional hoy en día.

The Daughters of England, por ejemplo, ensalza la ingenuidad y se lamenta de que la imitación prevalezca sobre la invención en la enseñanza de la costura, etc. (pág.80); también urge a las mujeres tanto como a los hombres a adquirir “un conocimiento general de política y de la sociedad del país donde viven y, de hecho, de todos los países” (pág.110). No poseer ningún conocimiento y sentimientos sobre [250/251] varios problemas sociales como la esclavitud la templanza y la crueldad con los animales es “deshonroso” en una mujer, aunque pudiese ser “dotada y amigable” (de acuerdo con los estándares del siglo diecinueve) (pág.112). El amor por la verdad es necesario en una mujer joven por ser la capacidad de “ver cada objeto como es en realidad y de verlo claramente” (pág.115). Es extremadamente recomendado el estudio de la música y el dibujo, “una mujer sin poesía es como un paisaje sin rayos de sol” (pág. 162). Mrs. Ellis alude libremente a Byron y a Scott en su obra de instrucción para la femineidad de las jóvenes victorianas; estas referencias son las favoritas las de Brontë— especialmente la anterior — algo que hubiera hecho levantar las cejas entre las madres más conservadoras.

Es muy cierto que Mrs. Ellis habla de la inferioridad de las mujeres con respecto a los hombres en bastantes aspectos y acepta que el destino de la mujer conlleva “sufrir y estar quietas”, esta afirmación le rechinará en el lector moderno  (The Daughters of England, pág. 161). Ella pensaba que la mujer no estaba cualificada para los grandes logros literarios “es solo en esfera propia y natural que una mujer sea poética” (The Poetry of Life (La poesía de la vida), publicado cuando ella seguía siendo Sarah Stickney (1835), II, 79, 83). Hubiera encontrado el trabajo de Currer Bell impropio para una mujer; pero ella no mantenía en secreto que lo encontrase fascinante, le dijo a un amigo en una carta “es extraño el poder que este escritor tiene sobre mí” (Home Life, pág. 147; su crítica en The Morning Call es, como Margot Peters señala en  Unquiet Soul, págs. 205 y 428, reeditado en la Bronte Society Transactions 72 [1962], 20-22; cf. Winnifrith, págs. 125-26). Para sus contemporáneos, su consejo sobre la educación de las chicas podía ser visto como impactantemente “avanzado”, como cuando recomienda a las madres que dejen salir a sus hijas a deambular libremente fuera: “deberían escalar [con sus hermanos ] las escarpada montaña, penetrar en el bosque y deambular por la colina y el valle” (Mothers of England, p. 329). Los consejos de este tipo son naturales en una mujer que, como Emily Brontë, amaba el aire libre desde la infancia; también como Emily, era devota a los animales, especialmente, perros y caballos —ver Home Life, págs. 5-6; sus sobrinas cuentan que era una intrépida amazona — una devoción que fue tremendamente influyente en sus escritos.

A pesar de que el énfasis en el acto de hacer pan de Eliza Acton hubiera atraído más a Emily que a Anne, al igual que el “alma gemela” de Emily hubiese tenido mayor interés en la ficción moral de Sarah Ellis que su hermana. Mrs. Ellis dedicó tres volúmenes de historias (de 100 páginas aproximadamente cada una) al tema de la embriaguez abordado de diferentes maneras. Bajo el amparo de la ficción, alertó a los lectores de los peligros de beber brandy como remedio contra la mala salud, de la bebida de festejo para aquellos que habían heredado una predisposición al alcoholismo e intentar beber “moderadamente” en vez de abstenerse completamente si uno es un sufridor — todas ellas eran ideas polémicas en su época (y saber popular aceptado en nuestro tiempo). Su Secretos de Familia, o pistas para aquellos que quieren hacer su hogar feliz (Family Secrets, or Hints to Those Who Would Make Home Happy) fue publicado en 1841, siete años antes de El inquilino de Wildfell Hall (The Tenant of Wildfell Hall) que era considerada “su primera novela de moderación” (por Chadwick, p. 355; de la bebida en The Tenant of Wildfell Hall, mira el artículo “The Villain of Wildfell Hall”). Cuando todavía era Sarah Stickney, a Mrs. Ellis [251/252] le publicaron un relato del “Matrimonio como debiera ser” (“Marriage As It May Be”) cuyos protagonistas se parecen a los Huntingdon; el marido posee “una simple propensión animal —sobre la cual el espíritu variable y volátil tiene poco poder. La razón por la había bebido ese faltal trago, no era para calmar la angustia de su ente torturada sino únicamente en aras del entretenimiento y el amor de los que él llamaba “buena compañía”’ (Imágenes (Pictures), p. 342-43).

Mrs. Sarah Ellis abogó por la defensa de la imaginación y la poesía en la educación, cualidades normalmente excluidas de “nuestras atareadas vidas modernas”; “lo que nosotros más queremos en la educación… es invertir en cosas materiales con los atributos de la mente”7. Opiniones como estas la relacionaron con otras eruditas y escritoras como Mary Howitt, ambas se conocían muy bien8. Otro quehacer que le granjearía el cariño de las Brontës está expresada en The Mothers of England  (p. 353).

Y aquí tengo que pedir a las madres de Inglaterra que presten atención sobre una clase particular de mujer, cuyos derechos y sufrimientos deberían ocupar, más de lo que lo hacen, la atención de los cristianos bondadosos. Me refiero a la institutriz, y creo que en esta clase, tomada como un todo, se encuentra el mayor refinamiento de la mente y, por consiguiente, son más susceptibles a sentir que las demás.

Como Agnes Grey, Ms Ellis sostiene que es admirable que una mujer sea “trabajadora en vez de dependiente” y habló cariñosamente de la aflicción de las institutrices que debían dejar el hogar por “la fría bienvenida de los extraños, la dudosa posición que tiene alguien en un hogar desconocido”. (Mothers of England, p. 353, 358).

Muchas de las características que Mrs. Ellis mostraba en sus escritos sugieren que Anne la estimase con una consideración especial y en vista de la especial cercanía con el vínculo entre hermanas, la idea de llamar a Emily “Ellis” podría haber surgido de ella. Sin embargo, las páginas anteriores deberían haber hecho algo para reducir la improbable posibilidad de la propuesta inicial para el pseudónimo de Emily.

Si esto es aceptado, las tres Bröntes habrían “puesto un velo” a sus identidades y su sexo de una manera fascinante, sus “escrúpulos de conciencia” habrían sido mitigados particularmente por “la ambigua elección” de sus nombres que eran [252/253] no solo apellidos, sino los apellidos de tres mujeres — todas ellas pertenecientes a la generación de su madre — que se habían distinguido en aquel mundo de letras en el que ellas estaban a punto de aventurarse.

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Si los “nombres de pila” habían sido elegidos de acuerdo a un incuestionable denominador común ¿qué pasaba con “Bell”? La opinión de que las hermanas se acomodaron con el segundo nombre del recién llegado asistente de clérigo sería “un tipo de broma privada” (Frank, p.15) y no encaja en la elección de los nombres tras una cuidadosa deliberación. Sin embargo, el apellido no se requería que sirviese a tan delicado propósito (aquello de “velar” el sexo del autor) como sucedía con los nombres. Por consiguiente, la explicación del nombre de Arthur Bell Nicholls  es al menos probable pero hay también otras opiniones al respecto.

Solo se necesitaban dos condiciones para ser el apellido adoptado conjuntamente por las Brontës: tenía que empezar con la B y tenía que ser lo suficientemente común como para no dar ninguna pista de sus verdaderas identidades. Vale la pena observar que si cualquier apellido común hubiese valido, las Brontës hubiesen adoptado el alias que Charlotte y Anne adoptaban durante sus visitas a Londres donde se hacían llamar “Brown”. La segunda consideración, en la que asumimos que Emily fue muy insistente al respecto, fue hacer la opción obvia imposible.

Al contrario que Helen Graham/Huntingdon y anfitriones de otros personajes, reales e imaginarios de presente y pasado, las hermanas nunca usarían el apellido de soltera de su madre. No solo porque era demasiado peculiar en sí mismo; era también el nombre del hermano excluido que había abrigado unas pretenciosas ambiciones literarias para él y era quien debía ser mantenido en la ignorancia a cualquier coste. Sin embargo, el nombre “Branwell” habría servido para el propósito prestando sus primeras y sus últimas letras.

Aunque también cabe una tercera posibilidad para el nombre de “Bell”. Si las explicaciones de los “nombres de pila” se pueden encontrar en el entorno intelectual de las Brontës hay una posibilidad de que ese mismo entorno hubiese suministrado también el apellido.

Toda la familia Brontë, incluidos los hombres, se habían ganado el sustento en el campo de la educación. Todas las chicas habían enseñado de manera profesional en un momento u otro y su plan para empezar su propia escuela es universalmente conocida. El reverendo Patrick había sido un alumno-maestro a los dieciséis años antes de empezar a ser tutor, una carrera que también seguiría su hijo. El padre de las Brontës tuvo durante toda su vida y a veces un gran interés práctico en la enseñanza, especialmente en la educación como un medio para mejorar la mente, la moral y las condiciones de vida de sus parroquianos más desfavorecidos. Sus hijas y su hijo enseñaron a los descendientes de familias pudientes pero el propósito de la escuela del pueblo Morton en Jane Eyre es una evidencia del compromiso que Charlotte tenía por la educación de los niños pobres.

Durante las primeras décadas del siglo XIX un nombre dominaba el debate de la educación, particularmente la educación de las clases bajas: Dr. Andrew Bell, [253/254], fundador del llamado sistema Madras de enseñanza mutua10. En líneas generales, el sistema se basa en que los pupilos más avanzados enseñen a los más jóvenes. El sistema era barato y prometía una rápida adquisición de la alfabetización, la lectura y la escritura que serían las asignaturas que los alumnos mayores podrían impartir. Bell escribió una cantidad de obras sobre los temas de la educación nacional y los elementos de la instrucción, y miles de escuelas trabajaron siguiendo este sistema. Su disputa con el cuáquero Joseph Lancaster que era el verdadero pionero de la enseñanza mutua fue muy difundida. El énfasis de Bell en la organización de la educación nacional y la iglesia anglicana le hizo muy impopular entre los disidentes pero atrajo a los fervorosos partidarios de la Iglesia oficial.

El reverendo Patrick Brontë era ese tipo de partidario y es inconcebible que el nombre de Andrew Bell no hubiese sido familiar para la familia Brontë. Había muchas escuelas en Yorkshire que funcionaban con el sistema Madras (por ejemplo en Leeds, York y Sheffield) y Bell estaba idealizado por un gran número de importantes intelectuales ingleses de entre los que se encontraba Robert Southey, quien tenía una posición especial en la casa parroquial de Haworth10. En 1844, un año después de la muerte de Southey y un poco antes del año en que las Brontës eligieron sus pseudónimos, se publicó la biografía de Bell. En realidad, solo el primer volumen está escrito por Southey, su hijo finalizó la obra. Southey había respaldado a Bell en la imprenta contra Lancaster ya en 1812, por lo que su casi histérica admiración por el famoso educacionista bien pudo ser conocida por los Brontës mucho antes. Otra educadora reformadora y teórica (y escritora de novelas) con cuyas obras las Brontës debían de estar familiarizadas era Maria Edgeworth, cuyo nombre ficticio era Lame Jervas” quien alababa a Bell y a su escuela en la India ya por 1799. El epónimo del héroe aparece como asistente de Bell en la India; ver pág. 29 del segundo volumen de Edgeworth Tales and Novels in Ten Volumes.[p. 254/255].

No se puede escapar de la especulación biográfica en los estudios sobre las Brontës y estas sugerencias son tan especulativas como tantas otras que se han postulado en este campo (aunque menos que en otros). Aun así, tienden a ir en una dirección que me ofrece la posibilidad de una gran cantidad de evidencias todavía inexploradas: el estudio de las Brontë como tempranas intelectuales victorianas. El dramatismo y la gloria de la única historia de las Brontë siempre tiende a “velar” en una neblina de mito y leyenda a estas tres heroínas. El reciente trabajo sobre las Brontë ha hecho mucho por levantar esa niebla, al menos en algunos lugares, pero esta área de su vida sigue todavía sin estar explorada en profundidad


Modificado por última vez el 19 de enero de 1999; traducido el 31 agosto de 2018